Hace dos semanas, el cuerpo desmembrado del futbolista Carlos Mercedes Vásquez apareció horas antes de que el Deportivo Malacateco cumpliera su último partido del Torneo Apertura. Había desaparecido el día anterior, y fue encontrado con el mensaje «por meterse con la mujer de otro».
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En un inicio, me pareció muy radical este asesinato, ya que comúnmente los llamados «líos de faldas», no concluyen con un descuartizamiento. Más bien, estos crímenes se caracterizan por ser muy pasionales y el agraviado -es decir, el otro hombre- actúa enceguecido y busca vengarse por su propia cuenta, y no a través de terceros. Es habitual que los asesinatos pasionales sean de dos o tres disparos con mano temblorosa, y carentes de planificación.
Quiero decir que el asesinato del futbolista parece algo más que «por meterse con la mujer de otro».
Carlos Mercedes Vásquez era, ante todo, un buen jugador. Llamaba la atención incluso desde que su primer equipo, Universidad, luchaba en la Primera División, a tal punto de que fue convocado a la Selección Nacional, pese a las críticas que significó que él no jugara en la máxima categoría del futbol nacional, sino que en una de inferior nivel.
Tras su muerte, me enteré que él había ingresado al equipo de la U debido a que él precisamente estudiaba en la Usac. Creció con las divisiones especiales y luego fue ascendido al primer equipo.
Antes del Torneo Apertura, escuché una entrevista con Vásquez, en la Red Deportiva, en la que anunciaba su contratación con el Deportivo Malacateco, y, aunque no dio cifras de su contrato, dio a entender que era «considerablemente» mayor a lo que obtenía con la U.
El Malacateco, equipo recién ascendido y que realizaba contrataciones a marchas forzadas, era uno de los conjuntos que más se había reforzado, incluso, adquiriendo a jugadores como Vásquez, que bien podría haber jugado en cualquier equipo, porque era un futbolista inteligente y eficiente; pese a ello, Malacateco no pudo evitar caer en el penúltimo lugar, y el día de su último partido, cuando ya no tenían chances de clasificar a la ronda final, aparece muerto Carlos Mercedes.
La Policía Nacional Civil logró el sábado pasado la captura de Elmer Aroldo Zelada Galdámez, por su presunta participación en el asesinato de Vásquez. El detenido ha sido vinculado a otros ataques y homicidios, sin embargo, fue por este caso que se ordenó su aprehensión.
Hoy en la madrugada, un grupo de 30 hombres ingresó a la cárcel de Malacatán, logrando el rescate de Zelada Galdámez, con lujo de fuerza y con aparente facilidad, pese a un cordón de seguridad en el exterior de la cárcel. Primeras hipótesis revelan que, por el armamento utilizado y por el operativo, podría tratarse de los Zetas.
Ante estos indicios (asesinato planificado y cruel, y un gran operativo para rescatarlo), todo parece indicar que la hipótesis no debería encaminarse al asesinato pasional. Desde hace algunos años, se escucha y es secreto a voces sobre la presunta participación del narcotráfico dentro del futbol nacional. Este deporte, que en nuestro país poco a poco va perdiendo aficionados por su mala calidad, es un ámbito ideal para la incursión de mafias, para lavar dinero (debido a la autonomía del deporte, que sirve como excusa para que no sea fiscalizable), además de ser un juego que aún podría considerarse popular, a pesar de que los estadios se ven vacíos.
El repudio que ha despertado el asesinato de Carlos Mercedes Vásquez debería servir para iniciar una seria investigación en el futbol nacional, que inexplicablemente mantiene salarios onerosos, pese a que los estadios están vacíos y que los patrocinadores poco a poco se hacen para atrás.