La propaganda es uno de los fenómenos dominantes en el tiempo presente. Por propaganda debemos entender el conjunto de acciones para propagar ideas.
En todas las épocas, los políticos, los hombres de Estado, los dirigentes de la empresa privada, y otros personajes, han tratado de lograr la adhesión a su persona o a sus proyectos.
En la actualidad, la propaganda dispone de formidables vehículos como el Internet, la televisión, la radio, los periódicos de gran circulación, el cine, la fotografía digital, las vallas gigantescas y todos los modernos mecanismos de reproducción audiovisual.
A través de la propaganda se trata de dominar la mente de los destinatarios. Durante la conquista española, los invasores procedentes del viejo continente también utilizaron diversos mecanismos de propaganda. Los espejitos, la religión y los curas que acompañaban a los conquistadores fueron tres de los instrumentos más poderosos para doblegar a los habitantes de los pueblos originarios, para luego despojarlos de sus mujeres, de sus tierras, del oro y la plata.
Sin lugar a dudas, fue una brutal agresión colonial dentro del marco de una historia trágica, cuyas secuelas nos siguen agobiando.
A pesar de los portentosos avances de los tiempos modernos, persiste esa agresión. Ese asalto a la conciencia todavía se mantiene muy fuerte. A través de ese procedimiento, los agresores quieren posesionarse de la mente y de la conciencia del colonizado. Históricamente, el colonizado indígena ha resistido con mucho estoicismo, es decir con firmeza frente al dolor y las contrariedades. El colonizado ladino ha resistido menos, pues históricamente está desarmado para hacer frente a esa agresión pues carece de conciencia colectiva.
Estas reflexiones, probablemente nos ayudarán a entender lo que está ocurriendo en Santa Cruz Barillas, Huehuetenango, en donde el gobierno del General Otto Pérez Molina, impuso al estado de Sitio luego de serios disturbios que se produjeron el pasado 1 de mayo, a raíz del atentado a tiros contra tres líderes comunitarios, uno de los cuales falleció, como epílogo del conflicto surgido por la oposición de los pobladores al proyecto de una empresa española para construir una hidroeléctrica, cuyo fin es la explotación de las recargas hídricas del municipio.
En lugar del diálogo se recurrió a la militarización, además de montar una campaña propagandística disfrazada de información, tratando de presentar a los pobladores como los malos de la película y a la empresa española como víctima de los acontecimientos. ¿Será este un escenario de asalto a la conciencia o es un caso de reconquista de las comunidades indígenas que se rebelan ante la injusticia?