Atraídos por un mercado cuyos precios alcanzan precios récord, cada vez son más los inversionistas que no dudan en invertir su dinero en un cuadro o una escultura en lugar de confiarlo a la Bolsa, un entusiasmo del cual los bancos esperan sacar provecho.
La cifra de negocios generada por el mercado mundial del arte fue estimada por los expertos en 30 mil millones de euros en 2006, un incremento de 20% con respecto a 2002, y el cuadro que batió el récord de precios este año fue un lienzo de Jackson Pollock que llegó a 140 millones de dólares.
Las condiciones están dadas para respaldar al mercado del arte, con un mayor número de millonarios que compran obras, un interés creciente por parte de los países emergentes –China y Rusia esencialmente– y un mercado estadounidense sólido.
Los rendimientos son muy elevados. El índice de precios Mei/Moses del arte, basado en las ventas realizadas en las subastas de Christie’s y Sotheby’s, superaron los rendimientos de Standard and Poor’s 500 de la Bolsa de Nueva York de los últimos cinco años.
Los bancos se ven confrontados a una creciente demanda de clientes deseosos de diversificar sus colecciones o en busca de asesoramiento y peritajes.
«Es una tendencia que se refuerza desde hace dos años», constata Christina Schroeter-Herrel, responsable de la división de asesoramiento en arte del Deutsche Bank, que tiene cuatro empleados.
«Nuestros servicios reciben entre 250 y 300 solicitudes por año», explica Schroeter-Herrel. La mayoría proviene de clientes que poseen ya una colección. Pero los nuevos iniciados en este mercado son cada vez más numerosos, confirma.
«La ventaja de dirigirse a un banco radica en que nosotros proponemos nuestro asesoramiento sobre arte contemporáneo, arte antiguo y diseño, contrariamente a una galería por ejemplo, que está especializada en un área», agrega Schroeter-Herrel.
Además, el Deutsche Bank puede responder también a cuestiones fiscales, seguros e incluso ayudar a sus clientes a crear una fundación privada, continúa.
Otro peso pesado del sector es el instituto bancario suizo UBS, número uno mundial de la administración de patrimonios. Sus 12 consejeros en materia de arte, instalados en Basilea (Suiza), ayudan a los aficionados al arte acaudalados en todo el mundo.
Pero las inversiones en arte no están al alcance de todos, subrayan unánimemente los especialistas. Para adquirir un Picasso es necesario tener varios millones de dólares en el bolsillo. Incluso para una fotografía del joven alemán Thomas Ruff, hay que contar con algunos centenares de miles de euros.
Una solución para los menos acaudalados es invertir en un fondo de arte, como el que acaba de lanzar la sociedad Art Estate, de Hamburgo (norte). El principio es el siguiente: cada persona aporta un mínimo de 2.500 euros y se convierte en propietaria de una fracción de cuadros de pintores contemporáneos que integran el fondo, entre ellos Georg Baselitz o el maestro del pop art Andy Warhol, que serán revendidos al término de varios años.
«La ventaja de un fondo de inversiones es que permite colocar su dinero en artistas ya reconocidos» y por lo tanto seguros, destaca su director, Johannes Heinzmann.
Además de dinero, el arte requiere mucho tiempo. «Hay que ir a los museos, las galerías, las ferias, para ver lo que se hace», según Christina Schroeter-Herrel.
«El mercado del arte es poco transparente y los precios son difíciles de evaluar», insiste Sabine Woessner, portavoz de UBS.
Pese a la euforia actual, no se excluye una caída del mercado, como la ocurrida a comienzos de los años ’90. «Es la cuestión que nos preocupa a todos», reconoce Beate Kemfert, asesora independiente en arte.