El arte de la… nación: La lógica del Pensamiento Estratégico en Guatemala


Maria-Jose-Cabrera

Doy nombre al artículo, trayendo a colación el famoso libro de Sun Tzu “El Arte de la Guerra” que más que ser un tratado de táctica militar, se constituye en una recopilación de estrategias para asegurar el éxito bélico. No me interesa la exposición de las premisas estratégicas, ni el paradigma realista me ha calado tanto como para intentar comparar la guerra con la construcción de la nación, sin embargo, quisiera rescatar de dicha obra solo un elemento fundamental: “el pensamiento estratégico”.

María José Cabrera Cifuentes


Guatemala ha sido víctima de la visión limitada de sus gobernantes, quienes han contemplado en el diseño de su plan de gobierno un horizonte temporal de cuatro años al futuro. De esta forma no ha sido posible el establecimiento de un verdadero proyecto de Estado en el que se tomen en cuenta temas estratégicos y se prevean los escenarios necesarios, a largo plazo,  para adelantarse a las alternativas de solución para problemas potenciales.

El pensamiento estratégico no se trata de querer elevar las políticas que integren un proyecto holístico nacional a cuestiones teóricas cuya concreción sea poco probable, ni de dejar de gobernar en el presente para diseñar un mejor gobierno futuro, sino de tener la capacidad de identificar los temas de interés nacional que trasciendan a aquellos que, siendo coyunturales, dan al Estado solo una capacidad de acción reactiva o táctica.

Si partimos de definir estrategia como el plan de solucionar un problema sin incurrir en otros en el intento, entendemos que la idea del gobierno estratégico es la modelación de  un contexto deseable a partir de contemplar múltiples posibilidades. Es decir: el pensamiento estratégico nos posibilita escoger y diseñar nuestro propio futuro.

Trabajar a partir de la prospección de escenarios es necesario en el sentido que permite al Estado, tanto la previsión de situaciones deseadas cuyo desarrollo puede representar oportunidades, como aquellas que no siendo buscadas, resulten perjudiciales para el país, pero cuyos efectos puedan ser mitigados anticipadamente.

Cada nación, así como cada organización o corporación, son comparables a lienzos sobre los cuales, quienes las dirigen, van dando pinceladas para dibujar el presente y buscando el resultado final que quieren obtener, sin embargo, ninguna gran obra se produce sin haber hecho un boceto, sin haberla imaginado antes.  Seguramente Chiang Kai-shek soñó muchas veces con la China que quería, y como resultado de su estrategia nacionalista, tenemos la prosperidad de la isla de Taiwán.

Es precisamente este proceso de imaginar la “obra maestra” el objetivo de prospectar y de pensar estratégicamente, es decir: transformar una idea en la realidad. Pero en esa realidad de la que todos los sectores tomen parte, en la que más allá de los propósitos sectoriales se logre la comprensión e identificación de los intereses de Estado, y que sean estos el centro del quehacer estatal y particular.

En la actualidad, el pensamiento estratégico en Guatemala sigue siendo una quimera, más aún lo es la estructuración de un plan de nación, trascendente al plan de gobierno. La polarización ideológica continúa siendo un obstáculo para el diálogo intersectorial y el establecimiento de un objetivo común, incluso existiendo el disenso entre actores como la academia, el Estado y la sociedad civil.

La construcción de la nación (o la “multinación” en el caso de Guatemala), no se dará siendo espectadores o jugadores que reaccionen ante los movimientos de otros. Hacer la nación es un arte en el que la estrategia y el pensamiento a largo plazo son fundamentales. La incorporación a la agenda de los temas estratégicos y el desarrollo de este tipo de pensamiento por parte de las autoridades, son la única alternativa para modificar las causas profundas de los problemas que aquejan a Guatemala,  y así  transformar sus efectos en oportunidades para el país.