Ahora que ya quedan en contienda los dos finalistas que lograron su pase a la segunda vuelta, es importante que sus equipos de transición reparen en un tema que no forma parte de la agenda que se discute con el gobierno y que tiene que ver con el interés de más de dos millones de guatemaltecos que viven en el área metropolitana y cuyo futuro dependerá en buena medida de la visión que puedan compartir los funcionarios del Gobierno central con los Alcaldes de la zona a efecto de definir programas que atiendan la problemática conjunta y sin esas posturas que al final se terminan volviendo estrechas por pura cuestión de jurisdicción territorial.
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La verdad es que la problemática del área metropolitana desbordó ya la capacidad de cualquiera de los municipios para enfrentarla a profundidad. Si hablamos de temas puntuales como el transporte, el abastecimiento de agua potable y el saneamiento que implica no sólo el tratamiento de aguas residuales sino también de la basura, es obvio que para cada uno de esos temas hace falta un trabajo conjunto y proyectos de gran envergadura que puedan aplicarse por parejo en toda la región.
Creo que esta administración de ílvaro Arzú está llamada a marcar una renovación profunda en el concepto de la gestión municipal porque nadie puede ocultar que la magnitud de los problemas es similar a lo explosivo del crecimiento poblacional y de la forma en que el concepto de ciudad capital terminó por desbordar los límites territoriales de la Municipalidad de Guatemala. Y siendo que Arzú es un dirigente que ya desempeñó la Presidencia de la República, como que tiene las condiciones para colocarse más allá de la visión limitada de quien no puede tener otra perspectiva que la que ofrece el Palacio de la Loba. Por ello pienso que será él quien tendrá que dar los primeros pasos para motivar a sus colegas, primero, y luego para convencer a quien resulte electo Presidente, que se agota el tiempo para que podamos definir una política urbanística global y de larga data.
Una de las consecuencias de no definir un plan regulador para toda el área metropolitana es que se sigue produciendo un crecimiento anárquico cuyas raíces será muy difícil erradicar en el futuro. Cada vez que un municipio toma una decisión aislada y que no tiene congruencia con las necesidades de los municipios vecinos, se marcan estructuras muy profundas que más tarde harán difícil, si no es que imposible, definir planes integrales de visión futurista.
Tal y como están las cosas, al día de hoy toda solución a la crisis de transporte pasa por obras de infraestructura que deberán realizarse en varias jurisdicciones municipales. Pensar en el Transmetro sin verlo ligado a Villa Nueva, a Mixco o Chinautla, para citar tres municipios concretos, es actuar con estrechez mental. Pensar que podemos seguir abasteciendo de agua a la ciudad con pozos dentro de los límites del municipio es imposible y creer que podemos seguir enviando nuestras aguas negras sin tratamiento a las vecindades es inmoral por el daño ecológico que causamos. Y así como esos temas concretos, podemos coincidir en que la regulación territorial de las construcciones, el desarrollo de la red vial y la estructura de los abastos, son otros ejemplos de cuánta falta hace tener una visión amplia del área metropolitana para garantizar que podamos vivir en una ciudad moderna y con servicios aceptables.