Cuenta la leyenda que el cine Lux (o teatro como dio en llamársele) nació allá por 1936, año en el que el general Ubico inauguraba su segundo período de sus largos catorce años en el poder. Fue el empresario don Enrique Engel quien lo construyó en la esquina de la 11 calle con la 6ª. avenida de la zona central, enfrentando al Bar Granada que se incendió posteriormente.
Lo conocí allá por 1944, cuando con mi amigo Raúl Cruz, asistimos a un Festival de los Chicos del Lux, que año con año se llevaban a cabo y que eran en beneficio de los empleados de los cines. Después de pagar los quince centavos que costaba la galería general, esperábamos a que apagaran las luces, para luego abandonar en tropel las incómodas bancas, invadiendo las butacas de la galería numerada que costaba diez centavos más. Después de cuatro horas de películas de vaqueros, salíamos atarantados rumbo al Frankfurt a degustar una apetitosa mixta (salchicha, tortilla y guacamol) con un vaso de fresco. Recuerdo bien que ese domingo, me topé con un centavo verde de tanto cardenillo al mordisquear la tortilla. Cuando me disponía a reclamar, Raúl me frenó reflexionando: “Hacete el baboso Chepe, pues con el hallazgo de la moneda, la mixta te salió en nueve centavos”.
Estábamos próximos a graduarnos de bachilleres, cuando un grupo de instituteros nos encaramamos a la galería del Lux, en el momento en el que los huelgueros universitarios celebraban la Velada Estudiantil en 1947. Los estudiantes de Medicina se mofaban de los politécnicos vistiendo falditas rojas, guerreras grises y escobetas en lugar de rifles, cantando: “Los cadetes dicen pío, pío, pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frío…”. En ese momento un militar lanzó una bomba lacrimógena al escenario, mientras que su compañero subía al escenario amenazando a los estudiantes con un pistolón. Al mismo tiempo que todos lagrimeábamos por el gas, Chichicúa López Urzúa instaba al chafarote a que disparara sobre su pecho huelguero; tembloroso, el milico hizo mutis por el foro bajo una lluvia de sillas y silbidos.
En una sola ocasión, el Teatro Lux fue testigo de la asistencia del Presidente de la República cuando ocupó una butaca de palco, el general Miguel Ydígoras Fuentes. Eran las ocho de la noche cuando principió la Velada Estudiantil de 1958. Un estudiante habló a través del micrófono, suplicando a la concurrencia que se pusiera de pie, pues iban a escucharse las notas de nuestro Himno Nacional. Los asistentes a luneta, palco y galería se pusieron obedientes de pie, sólo para escuchar con sorpresa que, la orquesta dirigida por Mario el Chato Lobos interpretaba el himno del Imperio del Norte: “O say can you see by the down´s early light …”. Azorado, el viejo Ydígoras no sabía si sentarse o abandonar el teatro, pensando en la protestas del gobierno gringo. Las carcajadas inundaron todo el teatro.
De eso y más puede dar fe el inmenso, acogedor y ahora remozado Teatro Lux que cobijó nuestras burlas, risas y lágrimas por muchos años.