El Anticristo


José Luis de Jesús Miranda debió haber visitado Guatemala. Nada mejor en estos dí­as de aburrimiento existencial que ver el espectáculo del Anticristo por televisión. Habrí­a sido hermoso ver congregados en la plaza pública a muchos hermanos seguidores del nuevo profeta. Además, nos habrí­amos convertido, quizá, en uno de los primeros paí­ses en la que un nuevo salvador del mundo se hace presente.

Eduardo Blandón

No entiendo los argumentos. El director de Migración, Santos Cuc, dice que se prohibió la entrada porque los cristianos están en celebración y «tomamos la medida por seguridad de Estado». ¿Por seguridad de Estado? ¿Será que hasta el Anticristo está en contra del gobierno de Berger? No me extrañarí­a a sabiendas de su pésimo gobierno, pero que el Anticristo esté empeñado contra esta administración me parece excesivo, un tanto fantasioso. Por lo demás, que los cristianos estén celebrando la crucifixión de Cristo (y su Resurrección) no quita nada al evento. De repente hasta el buen Jesús Miranda se viste de cucurucho y grita con fuerza que crucifiquen a ese personaje perverso contra el que quizá él se ensañe. Insisto, creo que nos hemos perdido un gran espectáculo.

Hay otro cosa que no logro entender. No dejan entrar al Anticristo porque algunos lo consideran como un impostor, un payaso o un teatrero, pero al paí­s ?que yo sepa- a cada rato entran de esos tipos. Sin ir más lejos hace poco vino Bush y lo dejaron entrar con bombos y platillos, el paí­s se paralizó y muchos ridí­culos de este gobierno lo fueron a recibir orondos. ¿Entonces? Qué más da otro payaso. Incluso, éste es más sano porque al menos no paraliza el tránsito y permite a muchos cantar, bailar y alzar las manos al cielo. A lo mejor y hasta hacen milagros como esas sectas brasileñas.

¿Escandalizados por su mensaje? El cándido Jesús Miranda, el Anticristo, parece decir que no existe el pecado y que no hay que someterse bajo ninguna autoridad religiosa. Pero, ¿No es acaso eso lo que viven muchos cristianos? Eso que llaman pecado, en el fuero interno de algunas almas devotas, significa muy poco. Se ha sustituido el vocabulario por términos tales como «faltas», «errores», «mentiras blancas o piadosas», «situaciones propias de la condición humana» y un etcétera en el que el tal pecado ya perdió adeptos. Con respecto a no someterse a la autoridad religiosa eso es también de antologí­a. Algunos, por ejemplo, viven su vida sexual muy, pero muy lejos, de lo que dicen las autoridades religiosas. ¿Entonces? ¿A qué tanto escándalo?

A Jesús Miranda, al Anticristo (no sé por qué pero me encanta llamarlo así­), se le debió dejar venir a Guatemala aunque sea para mostrar al mundo que no somos ridí­culos. Es decir, habrí­amos anunciado a la humanidad que aunque pobres, tercer mundistas y muy violentos, somos sensatos, equilibrados y poco dados al fanatismo. Habrí­a sido hermoso. Fí­jese, los nicas, los hondureños y los salvadoreños mostrando su servilismo frente a la Iglesia y nosotros dando una clase magistral de independencia de poderes y de libertad de culto. Habrí­a sido bello.

Pero bueno, eso era demasiado pedir. Nos hemos comportado como correspondí­a a nuestra naturaleza y aquí­ no ha habido sorpresa. Nos hemos perdido, eso sí­, una Semana Santa inolvidable con el Anticristo entre nosotros. Nos queda de consuelo seguir viendo las procesiones y a Cash Luna por televisión.