Dos comisionados, dos estilos de trabajo, dos estrategias de comunicación y dos percepciones contrastantes; esa es la lectura que surge en torno al bajo perfil de la Comisión Internacional Contra la Impunidad, que una vez fue el centro de atención de los medios en el ámbito de la justicia y el combate al crimen organizado.
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“Le dio una sacudida al pueblo de Guatemala con sus denuncias e intervenciones públicas y con ello logró que la población exigiera una justicia adecuada en la resolución de casos”.
Esa fue la descripción que hizo Francisco Dall’Anese refiriéndose a su antecesor, el excomisionado Carlos Castresana, el pasado 16 de octubre, durante el foro político-académico “Retos para poner fin a la impunidad en Centroamérica: reflexiones a partir de la experiencia CICIG-MP”, organizado por la Plataforma Holandesa contra la Impunidad.
Y es que el periodo de Castresana al frente de la Comisión se caracterizó por la resolución de casos paradigmáticos para la sociedad guatemalteca y una continua presencia ante los medios de comunicación, que ahora contrasta con la gestión de bajo perfil de Dall’Anese, quien rara vez figura ante la prensa y solo en contadas ocasiones se ha presentado ante periodistas para hablar sobre los casos de la CICIG.
Algunos expertos observan en ese contraste un cambio de estrategia con el relevo de comisionados, aunque no falta la teoría de una decaída en la actividad de la Comisión que, por su parte, ahora señala que trata de dejar el protagonismo a las instituciones guatemaltecas.
DOS ESTRATEGIAS
David Martínez Amador, académico conocedor de temas de crimen organizado, al preparar un informe sobre la CICIG para Plataforma Holandesa, destaca principalmente la distinción de estilos de trabajo de los dos comisionados, así como el tiempo y el contexto en que desarrollaron su labor. “Son dos estilos muy distintos y personalidad diferentes que se han tenido que acoplar a distintas coyunturas”, señala.
De acuerdo con Martínez, en el tiempo de Castresana se requería que el trabajo de CICIG fuera [PM1]profundamente mediático para que se abriera camino en la opinión pública. “Debían comenzar a hacerse notorios en el espacio de opinión pública los estímulos necesarios para darse cuenta de que había un nuevo mecanismo funcionando hacia dentro del sistema de justicia y de los demás sectores”, explica.
Entonces era necesario el perfil de un comisionado que tuviera una presencia constante en los medios de comunicación y en los distintos niveles del Estado, “para mostrar que la Comisión estaba sentando nuevas reglas de cómo tenían que hacerse las demandas que se necesitaban para empoderar a los operadores de justicia en los casos de alto impacto donde era profundamente necesario demostrar que este proyecto era funcional y que podía mover los engranajes”, agrega Martínez.
Según el académico, esto fue parte de la primera etapa, en la que era imprescindible la exposición de la actividad, como ocurrió con la investigación del caso Rosenberg. No obstante, el experto también cree que la continua exposición mediática desató un desgaste y el desarrollo de una fuerte oposición, acuerpada principalmente por algunos sectores afectados por su actuación.
Martínez considera que a la salida de Castresana y el ingreso de Dall’Anese, se evidenció que ya no era necesaria la presencia en los medios. “El estilo del Comisionado Dall’Anese lo que hace es tratar de mostrarnos que ya no es necesaria la presencia mediática sino ahora el trabajo en callado, en privado, en secreto pero sistemático”, opina.
Esto sería parte de un nuevo enfoque, considera Martínez, pues según su criterio el actual jefe de la CICIG, ya detectó que los rubros donde necesita estar presente, son buscar una depuración de los jueces, estar dentro del sistema trabajando en el fortalecimiento institucional y tratar simplemente de generar los resultados que le exige el mandato.
Los resultados de la baja en la exposición mediática, según el académico le ha generado menos anticuerpos a la Comisión, en el sentido en que al ya no ser una figura profundamente mediática, permite que la opinión pública de alguna manera retire los ojos temporalmente de la función y le permita ver su trabajo que de por sí ya es complicado.
TRASLADO DE CAPACIDADES
Por su parte Carmen Rosa de León Escribano, del Consejo Asesor de Seguridad (CAS), también considera que la instancia está en una fase diferente a la de Castresana; ahora, orientada en la actualidad a la transferencia de capacidades investigativas y criminales a las demás instituciones del sector justicia.
“La primera etapa de CICIG era más en función de casos y de las lecciones aprendidas, hubo éxitos y fracasos”, refiere De León y agrega que debido a los problemas que se dieron contra el excomisionado Castresana, era necesario bajar el perfil mediático, ahora orientándolo al traslado de capacidades.
De León Escribano también dijo que en la actualidad “pareciera que hubiera menos presencia de la Comisión, pero en realidad hay un trabajo de mucho más acercamiento a las estructuras de justicia para hacer este traslado de capacidades”.
Uno de los mandatos de la CICIG es fortalecer la institucionalidad del Estado, expuso, y “en ese sentido, se supone que tiene que dejar capacitadas a las instancias con las que trabaja para que no se necesite ni requiera la presencia de una comisión internacional”, concluyó.
“SIN MUCHO QUE INFORMAR”
Contrario a los comentarios de Martínez Amador y de León Escribano, Carmen Aída Ibarra, directora del Movimiento Pro Justicia, refiere que el descenso en la comunicación no corresponde a un cambio de personalidad, sino que podría obedecer a que la Comisión “no tenga mucho que informar”.
“A pesar de que la actividad ha continuado, si se percibe que la presencia de la CICIG ha disminuido, a que Dall’Anese es menos dado a estar expuesto en los medios y por otro lado pareciera ser que la actividad de la CICIG ha disminuido considerablemente, porque vimos pocos casos entre agosto del 2010 y a la fecha”.
De acuerdo con Ibarra, “en el movimiento Pro Justicia creemos que los resultados en general de la CICIG no son los esperados; en los cinco años que lleva esperábamos resultados más consolidados”.
Según su análisis, “a lo largo de los cinco años la Comisión ha dado golpes a las estructuras que afectaban el sistema de justicia, pero cree que no son resultados sólidos y que hace falta un trabajo más cercano con las instituciones de seguridad y justicia, como el Organismo Judicial (OJ), los jueces y los policías”.
En concreto no podemos desvalorizar los aportes de la CICIG al país, pero para el dinero que se está invirtiendo en cuestión de salarios, deberían tenerse mejores resultados, criticó.
NO ES UN INDICADOR DE ÉXITO
Por su parte, Marco Antonio Canteo, director del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de Guatemala (IECCPG), resaltó la labor que la instancia ha hecho en el país, y agregó que el perfil mediático no necesariamente debe ser un indicador de éxito.
“El perfil mediático no necesariamente es un indicador del trabajo de la CICIG; por el contrario, yo diría que su trabajo independientemente del perfil mediático, debe seguir incrementando su ayuda en el fortalecimiento de las capacidades del sistema judicial”, consideró.
Mientras tanto, Cristhians Castillo, del Instituto de Problemas Nacionales de la Universidad de San Carlos de Guatemala (IPNUSAC), dijo que el tema a resaltar, es el rol de posicionamiento que ha tenido la CICIG.
“La administración del comisionado Dall’Anese, pareciera estar más que preocupada de la función propiamente de investigación que la función mediática. Con Castresana, era mucho más evidente el interés mediático de posicionar a la CICIG y de mantener un nivel de relacionamiento más político que técnico, situación que creo ha cambiado sustancialmente con el actual Comisionado”, expuso.
“El actual Comisionado ha dejado de vincularse a los temas más controversiales y se ha quedado en cuestiones más vinculadas en temas de justicia, como la búsqueda de la depuración de jueces del Organismo Judicial que está directamente vinculado con el carácter de la entidad”, concluyó.
UN ESTILO DIFERENTE
Simplemente es un estilo diferente, sostuvo Diego Álvarez, vocero de la CICIG, al ser consultado.
“Fue necesario que el Comisionado Castresana hiciera denuncias ante los medios para que la sociedad guatemalteca reaccionara y reclamara una justicia de calidad, en la que nadie está por encima de la ley. Hoy estamos enfocados en casos, en transferencia de capacidades, tenemos excelentes relaciones con las instituciones de justicia, lo cual significa una mejor coordinación para que la sociedad sea la beneficiada. Lo que hay que entender muy bien es que hemos bajado el perfil público, pero esto no significa que ha disminuido la labor. Hay quienes creen que tener su foto en los diarios es sinónimo de trabajo, pero eso es un error”, dijo.
En cuanto a información, refirió que durante el año han emitido 97 comunicados de prensa para que los medios informen a la sociedad, y que a través del sitio Cicig.org se pueden consultar las noticias sobre los casos que llevan.
“Nos sentimos satisfechos con la solicitud que hicieron diferentes sectores en el lamentable caso de Totonicapán de hace algunos días. En ese momento la ciudadanía –que ahora sí confía en sus instituciones–, solicitó la presencia del Ministerio Público, y no de la Comisión. Esto para nosotros es muy satisfactorio. No somos los protagonistas y la sociedad cree en los administradores de justicia”, enfatizó.
El vocero también comentó que la estrategia es no ser el protagonista, sino que las entidades guatemaltecas lo sean. Álvarez concluye que “flaco favor le haríamos a la sociedad guatemalteca, si contribuyéramos a que el pueblo no creyera en sus instituciones”.
David Martínez Amador
Académico, conocedor de temas de crimen organizado