El año viejo


Hoy es el último dí­a del año 2007, ninguno de nosotros puede olvidar todo un año que como es natural en sus 365 dí­as produjo hechos trascendentales para cada vida y para el quehacer nacional.

Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Como seres responsables debemos darle gracias a Dios por el año que nos otorgó, debemos de hacer análisis y acopio de cómo cada uno de nosotros se esforzó y empleó los dí­as que contiene esta medida de calendario, esperemos que cada uno en el respectivo dí­a haya realizado un esfuerzo, obtenido un logro a cambio de ese dí­a de nuestra vida que se ha ido para siempre.

Entre más años acumulamos, menos nos apegamos a la vida, adquirimos la vivencia y la experiencia que las circunstancias y nuestro esfuerzo nos permiten. Por ello es tan importante ese devenir que nos da la experiencia, porque como consecuencia de ella somos menos ignorantes.

Nuestra patria merece un desarrollo, un actuar que permita superar los múltiples problemas que nos aquejan, es al final de cada año cuando debemos hacer el análisis respectivo de lo bueno y de lo malo.

Qué positivo serí­a poder decir que las personas que integran el sector público que elegimos hace cuatro años y ahora concluyen el mandato que les otorgamos como depositarios y representantes de los guatemaltecos desde un 14 de enero hasta cuatro años después, al evaluarlos merecen un saldo positivo.

Cada quien mira las cosas a través de su propio cristal, pero todos debemos preguntarnos: ¿Está Guatemala mejor?, ¿nos encontramos ante un adecuado Estado de derecho?, ¿las garantí­as individuales que contempla la Constitución, el pacto social al que nos hemos adscrito democráticamente, se ha enriquecido o hemos retrocedido como nación, como pueblo? Si alguien de nosotros no puede responder de inmediato esas preguntas, existen muchos informes, muchos recursos para responderse. ¿Hay menos delincuencia?, ¿hay mayor libertad?, ¿tenemos más y mejores oportunidades de trabajo?, nuestros connacionales y familiares no desean inmigrar, los salarios han mantenido su poder adquisitivo, la canasta básica la podemos adquirir todos los guatemaltecos o por el contrario la pobreza, la extrema pobreza es cada dí­a mayor y la concentración de la riqueza ha hecho más multimillonarios a esos pocos que no escatiman esfuerzos en tapar el sol con un dedo.

La conclusión de este año de vida que ha concluido no sólo lo debemos de hacer en lo individual sino es responsabilidad de los dirigentes religiosos, sociales y polí­ticos el hacer un concienzudo análisis y por supuesto expresarlo. No es dirigente moral, social o polí­tico el que como la avestruz entierra la cara y no asume la responsabilidad de su ministerio, de su liderazgo.

No es mediante la murmuración, el linchamiento o la crí­tica a ?sotto voce? como debemos de efectuar la memoria del año transcurrido. La democracia es el gobierno del pueblo para el pueblo, todos y cada uno de nosotros somos responsables de analizar, de medir y calificar dándole el reconocimiento a quien le corresponda de lo hecho y aplicándole la vara de la ecuanimidad y la justicia para señalar a quienes nos defraudaron, a quienes nos engañaron y aún así­ pretenden que no se les censure.

Ojalá que la conclusión que hagamos individualmente, al sumarla y conjugarla, predomine lo positivo sobre lo negativo, porque así­ sabremos que los 365 dí­as transcurridos de la vida individual y colectiva han sido una inversión y no un despilfarro, una estafa social y un desperdicio que todos y cada uno de nosotros lamentaremos del año transcurrido, que ha concluido para siempre.