El aniversario bélico de las Malvinas


Oscar-Clemente-Marroquin

Mucha tela se puede cortar sobre la acción militar decidida por el Gobierno argentino hace 30 años, pero lo que no se puede discutir es el anacronismo del problema colonial que sigue siendo una herida sangrante para toda América por la actitud de la Gran Bretaña que mantiene un enclave en ese territorio que Argentina reclama con base en fundamentos históricos tan fuertes como los que la misma pérfida Albión mandó a la punta de un cuerno con el reclamo guatemalteco sobre Belice.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


Por esa razón decidí participar en el Comité Guatemalteco por las Malvinas en solidaridad con la causa argentina que busca una solución pacífica al conflicto mediante una negociación seria y madura a la que Gran Bretaña se ha opuesto. Es más, hay indicios de que la militarización de las islas Malvinas es la política que está implementando el imperio colonial que pretende que sea la libre determinación de los pueblos el factor decisivo en el conflicto, pasando por alto que ellos colonizaron las islas y que sus actuales habitantes fueron llevados como producto del acto de colonización, por lo que no se puede aceptar que ellos aleguen el derecho a decidir sobre la soberanía del territorio en disputa.
 
 La verdad es que en esta etapa de la humanidad, cuando en Naciones Unidas se ha logrado ir erradicando el problema del colonialismo que desde la segunda parte del siglo pasado empezó a ser objeto de soluciones que dieron vida a estados independientes o que devolvieron a otros estados territorios que estaban siendo usurpados por países colonialistas, es inaudito que se tenga que insistir en la búsqueda de una solución negociada para una disputa como la que provoca la presencia de Gran Bretaña en tierras que ni por historia ni por afinidad tienen nada que ver con ellos. Es simplemente la persistencia del derecho del más fuerte y en el caso de las Malvinas también la ausencia de una solidaridad continental como la que la Carta de la OEA establece y ordena, porque en su momento Estados Unidos, miembro del sistema interamericano y por lo tanto comprometido con la defensa de los intereses y derechos de América, dio la espalda a la Argentina y respaldó a Inglaterra en el ejercicio de la fuerza para mantener su dominio sobre las islas.
 
 Uno de los peores fracasos del sistema interamericano ha sido, precisamente, la ausencia de solidaridad regional para defender derechos de los países miembros de la OEA frente a agresiones extranjeras. Y aún ahora lo vemos cuando al conocer el hecho del asesinato de un guatemalteco en la frontera con Belice, resulta que el informe rendido por esa cacharpa es tan inútil que tuvo que ser rechazado por Guatemala dado que no aportó ni siquiera nuevas luces sobre el hecho.
 
 El día del aniversario de la Guerra de las Malvinas, es también el día para reflexionar sobre lo poco solidarios que somos los latinoamericanos. A Guatemala le dieron la espalda muchos países en su reclamo con Inglaterra por el tema de Belice, ya sea porque había animadversión a los gobiernos militares que violaron derechos humanos o simplemente porque la influencia norteamericana era más favorable a los ingleses, pero el caso es que no tuvimos ese acompañamiento y solidaridad que ahora yo, al menos, quiero mostrar con Argentina, mismo que también expreso con España por el otro viejo problema, el de Gibraltar, que constituyen ocupaciones que son una vergüenza para el derecho internacional y para la civilización en estos primeros años del siglo XXI.