El tiempo como el viento arrastra todo a su paso veloz. Quedan vacías sus alforjas emblemáticas sin variación. Aunque las resonancias persistan al cabo también desaparecen. Palidece el rostro humano en condiciones de ente biológico, histórico, social y cultural; choca con valladares y acongojado termina incapaz de ejercer su función.
Ubérrimo coloso un día venturoso, escuálido e impotente otro sin fortuna entre sombreas. Semejan sacudidas telúricas el hecho del desconocimiento de nuestra historia, similar a la antesala del olvido. O al efecto amnesia que viene a ser un medio de pensamientos cruzados de mucho avance, para exhibir rotundamente sus causales pétreos.
Las nuevas generaciones del colectivo, pese a su sangre joven que recorre igual que lebreles el torrente sanguíneo, ha menester de oportuno recordatorio que recargue sus baterías. Tampoco significa pontificar, pero las más antiguas deben encargarse de esa acción urgente y necesaria. Expresión conveniente, a manera de acción didáctica.
Hoy en día, pese al avance y desarrollo de las comunicaciones, fundamento tipo piedra angular, son millares quienes reciben el aguinaldo. Empero, quizá una mayoría sus entenderás están lejanas de saber quién estableció dicha prestación, extensiva a todos los activos y ex servidores del Estado incluyendo por supuesto a los jubilados.
Enrique Peralta Azurdia (1908-1997), coronel del Ejército, en su carrera ocupa importantes cargos, entre otros Director de la Escuela Politécnica, Ministro de la Defensa y Jefe de Gobierno (1963-1966). Sucede a Miguel Ydígoras Fuentes, general e ingeniero y entrega el mando al licenciado Julio César Méndez Montenegro y su vice don Clemente Marroquín Rojas.
Durante su administración establece en un acto de trascendencia social esta prestación. Una medida de buen gobierno, con miraje eco de sensibilidad en beneficio de los aludidos contingentes. Plural actitud de parte de la cobertura del aguinaldo, representa una voz que mantiene vigencia hacia el ex jefe de gobierno, imposible de diluirse, o silenciar.
Representa a guatemaltecos que dejaron sus mejores años, empeños, responsabilidad y buena voluntad. Cuadros humanos heterogéneos, unidos por el eje de su amor y al país. Que sabe de su tenacidad, variantes de planes y objetivos, que hoy están en retiro, dedicados a menesteres algunos, el resto sin perder la autoestima, atenidos a tales prestaciones.
Es propio destacar su trascendencia, similar a fortificaciones o búnkeres la verdad tiene indicador de reconocimiento. Aunque el aguinaldo saca a luz debilidades, anteriores gobiernos lo omitieron a lo largo de ancha sumatoria de años. En tanto que en latitudes más desarrolladas del orbe este beneficio data de luengos años. Panorama diferente.
Respecto al otorgamiento por derecho del aguinaldo hay también que reconocer como beneficia a los recipiendarios, en momentos de hacer buen uso de esos dineros proveen disponibilidad para las conmemoraciones navideñas y año nuevo además, constituyen fondos que cubren el presupuesto destinado en enero a adquirir útiles escolares.
Algunos estados de ánimo, espejo donde se refleja al comportamiento humano de un modo, o de otro, ofrecen la tónica. Queda de manifiesto la persistencia de las diferencias individuales. Aunque quienes nos jubilamos hace tiempo, bandera tremolante, recibimos un aguinaldo menor. En consonancia con el anterior costo de vida.
Estos renglones son ajenos a un análisis por demás somero del ámbito veleidoso de la política; asimismo de lo ideológico, económico y en general de su quehacer al frente del gobierno central. Este enfoque, volandero persigue sí, rememorar a quien otorgó el aguinaldo estatal, coronel Enrique Peralta Azurdia.