Con mucha atención se está siguiendo el juicio por la masacre conocida como “El Aguacate” por haber sido cometida en la aldea del mismo nombre en San Andrés Itzapa, Chimaltenango, durante el mes de noviembre de 1988 y por el que están acusados miembros de la guerrillera Organización del Pueblo en Armas, ORPA.
Fermín Felipe Solano está en el sillón de los acusados en un proceso en el que se presentan los testimonios de familiares de las víctimas y de actores de ambos lados del conflicto armado interno. Los testimonios de los familiares de las 22 víctimas no dejan duda de que los hechos acontecidos no tienen relación con ninguna clase de operación de combate o acción relacionada con el conflicto armado interno, sino que fue un acto de exceso en contra de la población civil.
Es muy importante que esos actos cometidos y que no fueron parte de la ya brutal y sangrienta guerra que nos tocó vivir, sean juzgados para que de alguna manera se logren cerrar las heridas que nos mantienen divididos y enemistados como sociedad igual, o peor, que cuando el mismo conflicto se estaba llevando a cabo.
Nuevamente, en el caso de la masacre de El Aguacate, el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico ha sido fundamental para que con contundencia se puedan presentar elementos que vengan a aportar en esa búsqueda de Justicia que permita avanzar en el cierre de capítulos que son de mucho dolor.
Lamentablemente y como se vio en el caso contra Efraín Ríos Montt, pareciera que la sociedad y sus actores han perdido su capacidad de condolerse ante los hechos que con tanta brutalidad han afectado a personas, a individuos que han pasado por los salones de la corte ante condiciones sumamente complicadas y han dado sus testimonios que implican revivir aquellos momentos que en uno y otro hecho les cambiaron su vida.
Se habla de muchas razones que son válidas como que el proceso deba llevarse como un reconocimiento a la valentía de esos testigos y familiares de las víctimas que han estado dispuestos a revivir los acontecimientos para hacer sus relatos o que se debe valorar el esfuerzo investigativo que se ha hecho de parte de la fiscalía para llevar a cabo casos como estos a los Tribunales de Justicia.
Sin embargo, creemos que lo más importante es entender que hay hechos que tienen que ser juzgados y que no pueden ser justificados desde ningún punto de vista ideológico. Simplemente, hechos de brutalidad como estos, tienen que ser parte de un proceso equilibrado y justo y de estricta legalidad.
Minutero:
Que sea pan para tu matate
la masacre de El Aguacate;
frente a tanta estulticia
que prive la sed de justicia