El agua y su futuro


Jorge_MARIO_Andrino

Veintiún años han transcurrido desde que el sistema de Naciones Unidas declaró por medio de su Asamblea General, que el 22 de marzo se declaraba como el Día Mundial del Agua, intentando dar un cambio radical en la forma en que la sociedad internacionalmente ha abordado la temática, especialmente en cuanto a su consumo y la conservación ambiental de sus fuentes.

Jorge Mario Andrino Grotewold


El recurso hídrico ha sido expuesto siempre como de suma importancia, no sólo porque su desarrollo produce a su vez progreso social –entendiendo el progreso como el disfrute de los derechos mínimos del ser humano-, sino porque estudios primarios detectaron que este recurso no es ilimitado, y que por el contrario, había una cuenta regresiva para su agotamiento si no se tomaban las medidas correspondientes.

Así, el agua se convirtió de pronto en un valioso recurso natural, cuya noticia de su terminación no sólo la hizo valiosa, sino objeto de seguimiento y estudio constante, así como sus relaciones vinculantes tanto de su conservación, como de su utilización.  En cuanto a su conservación, se sabía que otros factores y recursos naturales inciden directamente en alcanzar a tener más o menos agua, o su evaporación y regreso al ciclo del suelo, especialmente los árboles, las cuencas, los suelos y subsuelos naturales, y por supuesto los alcances ambientales del aire, que producen lógicamente que todo fluya y siga viviendo (seres humanos, animales, plantas, minerales, etc.).   Por ello, la ONU ha indicado que no se trata solamente de resguardar los ríos, lagos y mares que por alguna razón puedan estar secándose o siendo objeto de algún efecto climático, sino también de encontrar cómo mejorar los entornos de esa agua, y reservarlos como ciclos de vida propios de la naturaleza.  Se provoca entonces sembrar árboles, resguardar la flora y fauna, así como otra buena cantidad de acciones más, que incluyen sacar de ese hábitat natural, la mano del ser humano, tanto para vivir como para explotar.

El segundo factor es justamente este, del ser humano, que ha utilizado de forma constante los recursos a su alcance, e inclusive puede tipificarse como “mal utilizado”.  La mano de la sociedad, se establece también bajo dos parámetros, el primero de orden necesario (consumo), pues los recursos de sostenimiento ambiental han sido indicativos del avance social y el desarrollo de los pueblos.  Tomar agua es indispensable para vivir, así como para la subsistencia de otros elementos naturales que permiten continuar con la vida del ser humano, animales y plantas. Pero la mala utilización o poco criterio para su uso, han sido formalmente constatados, lo que ha hecho indicativo que la población no ha sido informada o educada sobre los daños que podría causar quedarse sin ese recurso.  El desgaste, la contaminación y otros factores causados por el consumo de las personas, traen consigo un denominador común, que es el agotamiento directo de las fuentes de donde el agua germina, y haciéndolo imposible para su consumo o utilización.

El segundo elemento que ha provocado también el debilitamiento de las fuentes de agua, aunque más focalizado y ordenado, es siempre atribuible al ser humano, pero no por consumo, sino en la búsqueda de otros niveles de desarrollo, como mineral, hidroeléctrico y similares, siempre con la excusa de no encontrar otra forma para satisfacer las demandas poblaciones.  Este segundo elemento es la denominada explotación de recursos naturales, que de no hacerse correcta y efectivamente, causa un daño ambiental, y especialmente del agua, irreversible, además de otros efectos directamente en la población. 

El agua es el recurso más necesario que tiene el planeta. Sin ella, la subsistencia humana, animal y mineral se pone en duda. Con esa lógica, imposible contribuir a que todos podamos hacer mejor uso de la misma, para consumirla como para explotarla.