Conforme a nuestra norma constitucional, el Ejército es una institución destinada a mantener la independencia, la soberaní­a y el honor de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad interior y exterior. Es único, indivisible, esencialmente profesional, apolí­tico, obediente y no beligerante.

 

Al igual que en muchos paí­ses, el Ejército está integrado por oficiales profesionales que en su mayorí­a egresan de la Escuela Politécnica. Adicionalmente, cuenta con personal denominado clases (sargentos, cabos o especialistas) los cuales, si bien no tienen una escuela profesional que los prepare, a través de la experiencia y de la práctica, son también personal profesional que presta sus servicios dentro del Ejército.

 

La mayorí­a de los integrantes del Ejército son ciudadanos soldados que cumplen su servicio militar y son reclutados en todos los municipios del paí­s. El alto mando del Ejército se integra por el Presidente de la República, quien de conformidad con la Constitución es el comandante general del Ejército, el Ministro de la Defensa y el jefe del Estado Mayor del Ejército. Es de hacer notar que por las disposiciones que contiene la Constitución, al ausentarse el Presidente del paí­s, el vicepresidente en funciones de presidente se constituye temporalmente en comandante general del Ejército, por ello uno de los aspectos que conlleva la posesión temporal de dicho cargo es oficiar por parte del Congreso de la República al Ejército y demás dependencias al respecto.

 

Durante la existencia del Ejército en nuestro paí­s, el mismo ha variado en su realidad interna. Hubo sustanciales perí­odos en los que los candidatos presidenciales eran oficiales en retiro, muchos de los cuales después de ser ministros de la Defensa pasaban a ser candidatos y casi automáticamente ganadores en las elecciones presidenciales.

 

El Ejército ha sido menoscabado por diferentes grupos de poder, paulatinamente se le ha reducido en importancia y número, se le ha debilitado tanto que difí­cilmente en una emergencia podrí­a actuar como lo hiciera en épocas anteriores. Durante el gobierno de í“scar Berger, mediante diferentes maniobras, se redujo enormemente en su número de oficiales, clases y soldados, así­ como en su presencia fí­sica en numerosos departamentos.

 

La educación, la disciplina, los valores y principios que el Ejército ha desarrollado dentro de sus miembros han hecho que esta institución sea en muchas circunstancias más rápida y eficiente que organizaciones que lo han sustituido o reemplazado, especialmente en situaciones de emergencia o calamidad pública, aspectos en los cuales la Constitución establece que debe prestar su cooperación.

 

En el presente y corto futuro deberá de considerarse y definirse por la sociedad guatemalteca cuál debe ser el rol, las áreas de participación y los recursos con los que debe contar el Ejército, no hacerlo implica evadir la responsabilidad que colectiva e individualmente se tiene con las fuerzas armadas del paí­s. También implica indirectamente favorecer al narcotráfico, al crimen organizado, pues un ejército inexistente o débil les permite más fácilmente actuar. Prueba de ello es lo que hubiera pasado en Colombia y México si esos estados no contaran con los ejércitos profesionales, equipos y recursos que tienen.