Desde noviembre de 2009 los ojos científicos y los ojos catastróficos han puesto su atención en las predicciones de uno de nuestros pueblos ancestrales más importantes del mundo antiguo. Las profecías “mayas†están en boga tanto del mundo académico como del mundo de charlatanes. En todo caso, la oportunidad es única, pues el 21 de diciembre de este año, se habrá de completar un ciclo de 5,125 años en una coincidente y única yuxtaposición del calendario “maya†y el calendario Gregoriano que nos rige desde 1582, cuando fuera adoptado por medio de la bula papal: Inter Gravissimas.
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He entrecomillado la palabra “maya†totalmente a propósito toda vez que a mi entender el origen del término y su amplia difusión partió más o menos a mitad del siglo pasado y que actualmente es utilizado para denominar a los pueblos ancestrales que habitaron y habitan desde el Istmo de Tehuantepec hacia el sur, incluyendo a Belice, Guatemala y fragmentos importantes de El Salvador y Honduras. Pero en el fondo el empleo del término puede ser objeto de otra entrega, pues lo importante en estos momentos es que las predicciones que han sido develadas desde estudios provenientes de la Universidad de Bonn, en Alemania, hasta su popularización por el canal de cable “Natgeo†en noviembre de 2009, han puesto la temática en boca de cada vez más numerosos conglomerados. Y entonces la oportunidad en efecto es única, pues todo este territorio será objeto de interés internacional. Todas las universidades del país debieran promover la más amplia divulgación de la más generalizada acepción de los glifos “mayas†con todas las implicaciones que los conocimientos matemáticos, de ingeniería, física y astronomía poseyó este maravilloso pueblo que empezó su desarrollo aproximadamente mil años antes de nuestra era.
Como toda oportunidad, ésta está implícita de enormes desafíos. Habrá de mejorarse en prácticamente muy poco tiempo, todo lo relacionado a infraestructura turística, información y flujo generalizado de servicios conexos. Esto habrá de implicar entonces un esfuerzo de coordinación interinstitucional entre las carteras de Comunicaciones, Cultura y Deportes y Educación, así como del Instituto Guatemalteco de Turismo. Y paralelamente a ello, emprender esfuerzos adicionales en materia de seguridad ciudadana y controles migratorios, pues con el incremento en el flujo de visitantes que es previsible se habrá de producir, también es oportuno considerar que han de mejorarse los medios que provean seguridad y registro de visitantes. También las amenazas se incrementarán. En todo caso, lo que debe prevalecer es el criterio de oportunidad que está implícito en este proceso de atención mundial sobre el conocimiento de nuestros pueblos ancestrales localizado ahora alrededor de un calendario cuya exactitud y precisión ha dejado atónitos a expertos de todas partes del mundo.
Más allá de convencionalismos, sentimientos catastróficos o de un espiritualismo excesivo los hechos apuntan a que nos encontramos en medio de un inminente e innegable proceso de cambio global. En las últimas dos décadas muchos de los paradigmas y temores generalizados se han derrumbado como el Muro de Berlín que en 1989 significó el fin de la denominada Guerra Fría. El calentamiento terráqueo es un conjunto de hechos que nos impulsan a repensar en el uso de los combustibles fósiles y de los medios de obtención de fuentes de energía. La crisis de los mercados de las naciones económicamente más poderosas que se acentuó recién hace cuatro años y que apunta a vivir su momento de máxima crisis en este año, destaca la necesidad también de repensar la relación Estado-Mercado-Sociedad y Bien Común. En nuestro entorno nacional, implica un cambio de autoridades gubernamentales y de autoridades locales, así como de la representación política afincada en el Congreso de la República. Todos ellos son los protagonistas principales de la aplicación de una oportunidad única que se nos presenta como parte del territorio que fuera anteriormente ocupado por los “mayasâ€. Pero como toda posibilidad también lo está en quedarnos pasivos y continuar contemplando el actual estado de cosas sin proponer cambios significativos. Los protagonistas políticos tienen la primera palabra, pero no son los únicos.