Hoy se conmemora el 53 aniversario del “Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre”, un acontecimiento que marcó el rumbo de la historia en Guatemala, al despertar la conciencia ciudadana sobre la corrupción, la desigualdad y la impunidad que prevalecían en 1960.
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Pese a que aún persisten las causas que motivaron ese levantamiento militar, con el que se habría marcado el inicio del conflicto armado interno, ya no se escuchan las voces de la población que entonces se alzaba indignada contra el “establishment”.
La mayoría de actores del Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre ya fallecieron y los sobrevivientes rondan los 80 años, pero solo unos pocos están dispuestos a contar su versión de los hechos. Y es que para algunos, hablar de ese suceso todavía puede acarrear problemas, y para otros significa revolver en la memoria y encontrarse con un pasado doloroso o difícil de recordar.
Sin embargo, siempre hay alguien que está dispuesto a hablar y contar cómo se desarrollaron los acontecimientos, explicando las motivaciones, expectativas, errores y recuerdos de su participación en los hechos que cambiaron el rumbo de la historia y definieron las circunstancias para las generaciones de guatemaltecos que les siguieron.
Los libros que cuentan la historia señalan que el Movimiento surgió por el descontento de un grupo de oficiales del Ejército contra el régimen del presidente militar José Miguel Ramón Ydígoras Fuentes, quien gobernó durante el periodo de 1958 a 1963 y que extremó las condiciones de corrupción e injusticia en la administración de Gobierno, habiendo permitido a la CIA montar en una finca guatemalteca la base de entrenamiento de los cubanos que iban a atacar la Isla en Bahía de Cochinos.
Lo que no cuentan los libros, pero que sí está registrado en la memoria de los protagonistas de ese suceso, es que los jóvenes militares consiguieron la transformación de la indignación en acción, la defensa de sus convicciones personales y la lucha por el ideal de la justicia, aunque para eso pagaron un alto precio en sus vidas personales.
UN PLAN FALLIDO
Francisco Orellana, uno de los oficiales que participó en el Movimiento, recuerda el fracaso del plan para tomar el control de los destacamentos militares y por eso la mayoría de los implicados se vieron obligados a abandonar el país “por las montañas” un día después, el 14 de noviembre de 1960.
“Esperábamos triunfar y a última hora nos vimos obligados a abandonar el país y a pasar penas en el extranjero (…) fuimos a parar a Honduras, de donde nos sacaron en un avión y nos dejaron en Costa Rica. Estuvimos ahí un tiempo sobreviviendo, trabajando”, relata.
Y aunque no todos los oficiales tuvieron el mismo destino y se exiliaron en diferentes países, dos años después, en 1962, muchos regresaron al país con la intención de reintegrarse a las fuerzas armadas, pero su plan se frustró.
En Guatemala encontraron un cartel impreso por el Gobierno, anunciando una recompensa de mil quetzales –una cifra alta para la época– por su captura y la de sus compañeros de la armada, relata el entrevistado.
“El Presidente necesitaba defender su posición en esa época. A nosotros nos pareció absurdo, no lo digeríamos”, cuenta Orellana, quien fue entregado a las autoridades por una persona cercana que prácticamente lo “vendió” a cambio de la recompensa que ofrecía el Gobierno por su captura.
Fue así que terminó encerrado en un calabozo de la Antigua Penitenciaría, que para entonces se encontraba ubicada frente a la Municipalidad de Guatemala; pasaron seis meses para que saliera de la prisión, pero no pudo regresar a su profesión de militar y se las arregló para rehacer su vida.
A pesar de la suerte que le siguió al Movimiento, Orellana sigue convencido de haber obrado de acuerdo a sus principios y con honestidad. “Nunca me he arrepentido”, confiesa el entrevistado y asegura que “fue un movimiento verdaderamente necesario” porque estábamos conscientes de lo que hacíamos”.
EL DESPERTAR
¿Fracaso? No, definitivamente. Ese no puede ser el calificativo para el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre. Al menos, eso es lo que piensa Leonel Rímola Henry, un actor indirecto de los acontecimientos, pero con una importante incidencia en lo que pasó después del levantamiento militar.
Ricardo Alberto Rímola, su hermano, era uno de los oficiales que se había revelado infructuosamente contra el régimen, y al igual que Orellana, tuvo que exiliarse en el extranjero después de que el plan falló.
Leonel Rímola dice que un día antes, el 12 de noviembre, su hermano no le había comentado sobre el proyecto de los oficiales y se enteró de los acontecimientos hasta que ya había pasado todo, el 13 de noviembre.
A su criterio, el Movimiento falló porque había oficiales “comprometidos” en la Fuerza Aérea –que no participaron del levantamiento–, la descompensación psicológica que ocasionó la muerte de dos oficiales del Cuartel de Matamoros y la incidencia política del empresario Roberto Alejos Arzú –propietario de la finca Helvetia– que supuestamente había repartido dinero y comprado voluntades para evitar que ocurriera el levantamiento.
Parte del descontento entre los oficiales guatemaltecos también se dio porque el Gobierno consintió vulnerar la soberanía nacional y prestar el territorio para que militares entrenaran a mercenarios extranjeros en Retalhuleu, en la finca Helvetia, para que luego invadieran Cuba y derrocaran a su Gobierno.
Semanas después del supuesto “fracaso” del Movimiento, el entrevistado cuenta que, junto con amigos y familiares, tuvo que intervenir para lograr el retorno y protección de los oficiales que habían sido desterrados por la presión que se ejercía en su contra.
Aunque a 53 años desde esos sucesos parezca difícil encontrar un lado positivo a los acontecimientos, Leonel Rímola tiene una respuesta clara y contundente: “Si militarmente fracasó, ideológicamente no, porque hubo un despertar”.
“El Movimiento del 13 de Noviembre y las acciones que se ejecutaron posteriormente, en un periodo muy corto, hasta el 15 de abril del año siguiente, motivaron que en 1962 surgieran nuevos movimientos. Ahí surgió el FUEGO (Frente Unido del Estudiantado Guatemalteco Organizado), el movimiento de las estudiantes de secundaria y el movimiento de estudiantes universitarios”, destaca.
Orellana y Rímola coinciden en que el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre no actuaba con una ideología de izquierda, y tampoco era manejado por una doctrina socialista o comunista, como algunos lo han querido hace ver.
Sin embargo, algunos de los oficiales que participaron en el Movimiento posteriormente conformaron grupos con claras tendencias y principios ideológicos, que se transformaron en movimientos guerrilleros.
A LAS GUERRILLAS
“Ciertamente, las incipientes guerrillas guatemaltecas comandadas en sus inicios por algunos de los oficiales del ejército sublevados el 13 de noviembre de 1960 (teniente coronel Augusto Loarca, teniente Marco Antonio Yon Sosa, subtenientes Luis Augusto Turcios Lima y Luis Trejo Esquivel), habían pasado a la acción armada el 24 de enero en la capital, pero no se había propiciado todavía el encuentro definitivo con el movimiento social”, señala Jorge Murga Armas en su investigación “Hacia una historia del movimiento social guatemalteco (1954-1978)”, publicada en Publicogt.com.
Murga Armas, investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad de San Carlos de Guatemala y Doctor en antropología y sociología de lo político, señala que “el Frente Insurreccional Alejandro de León Aragón – 13 de Noviembre, no se había propuesto todavía incorporar a sus filas a elementos del movimiento social puesto que la lucha era sobre todo entre los militares sublevados y el ejército. Fue en realidad hasta después de las primeras experiencias del Frente Insurreccional Alejandro de León Aragón en la capital y en el oriente del país (Zacapa e Izabal) que las tres columnas guerrilleras comandadas por los exoficiales del ejército Yon Sosa, Trejo Esquivel y el exteniente Julio Bolaños San Juan se acercan al movimiento social.”
“Obligados a regresar a la capital para reorganizarse, y en medio de las protestas de marzo y abril, crean el comando Marco Antonio Gutiérrez al mando de Luis Augusto Turcios Lima y en honor del estudiante de economía caído en los sucesos del 13 de marzo. Ahora bien, la recuperación del nombre del estudiante de la Facultad de Economía por los oficiales del ejército alzados el 13 de noviembre, era en realidad una forma simbólica de representar la naciente unidad en la lucha armada de los primeros guerrilleros y los elementos más radicales del movimiento social”, puntualiza.
NUEVOS CAPÍTULOS
Así es que solo algunos oficiales del Movimiento participaron activamente en las guerrillas y otros, con un pensamiento moderado y diferentes objetivos, prefirieron no involucrarse en el conflicto armado interno e intentaron rehacer sus vidas personales, aunque no siempre con éxito.
Llegaron en 1996 los tiempos de paz y ahora, las reflexiones y recuerdos circulan por la cabeza de los oficiales que sobreviven. Algo de lo que no se pueden olvidar es que la pobreza y la corrupción, los factores que motivaron el levantamiento del 13 de noviembre, siguen vigentes y cada día parece que se agravan más.
“El deterioro de la administración pública es evidente y todavía no ha cambiado mayor cosa hasta la fecha”, opina Orellana. “Pensábamos que podíamos ayudar a frenar esa situación y a darle vuelta”, señala.
Celso Lara Figueroa, historiador y antropólogo, coincide en que aún persisten en la sociedad guatemalteca las causas que motivaron el levantamiento de 1960 y los movimientos sociales de los años siguientes.
“La pobreza, la corrupción y las injusticias son todavía problemas críticos para los guatemaltecos; a veces parece que nunca van a terminar”, señala Lara.
“El problema es que, aunque siguen los mismos problemas, es muy difícil que los oficiales de ahora y la sociedad despierten y actúen contra las injusticias del sistema. Lo que se necesita es un nuevo despertar”, puntualiza.
“Esperábamos triunfar y a última hora nos vimos obligados a abandonar el país y a pasar penas en el extranjero (…) fuimos a parar a Honduras, de donde nos sacaron en un avión y nos dejaron en Costa Rica. Estuvimos ahí un tiempo sobreviviendo, trabajando”.
“El Presidente necesitaba defender su posición en esa época. A nosotros nos pareció absurdo, no lo digeríamos”.
“Nunca me he arrepentido (…) fue un movimiento verdaderamente necesario porque estábamos conscientes de lo que hacíamos”.
“El deterioro de la administración pública es evidente y todavía no ha cambiado mayor cosa hasta la fecha (…) pensábamos que podíamos ayudar a frenar esa situación y a darle vuelta”.