Ejército retoma control de capital tras disturbios post-electorales


El ejército patrullaba hoy el centro de Ulán Bator, la capital de Mongolia, donde la calma parecí­a reinstaurarse al dí­a siguiente de que cinco personas murieran en violentas manifestaciones desatadas tras las polémicas elecciones legislativas del domingo.


Además de los cinco fallecidos, 329 personas resultaron heridas (221 civiles y 108 policí­as) durante los disturbios, anunció el ministro de Justicia, Tsend Munkh-Orgil.

El presidente mongol, Nambariin Enkhbayar, decretó anoche el estado de emergencia por cuatro dí­as.

Miles de electores, furiosos ante la proclamación de la victoria por parte de los antiguos comunistas antes de la publicación de los resultados oficiales -que todaví­a se hacen esperar-, se enfrentaron ayer con la policí­a antidisturbios.

Hoy en la mañana, los focos de incendios se habí­an extinguido, dejando montañas de escombros y vehí­culos calcinados en las calles de la capital.

La sede del Partido Popular Revolucionario Mongol (PPRM, ex comunista), un gran edificio de estilo soviético contra el cual los manifestantes descargaron su ira, todaví­a humeaba, con sus ventanas rotas y sus oficinas saqueadas.

Decenas de soldados armados con fusiles montaban guardia frente al inmueble, mientras otros patrullaban la ciudad.

El estado de emergencia impone la prohibición de vender alcohol y restricciones a la prensa. íšnicamente la televisión nacional está autorizada a emitir. Un toque de queda prohí­be además la circulación por la noche en el centro de la capital.

Ayer la policí­a disparó balas de caucho y granadas lacrimógenas contra una multitud de 8 mil manifestantes, hasta contener la movilización bien entrada la noche.

Un total de 718 personas fueron detenidas, según el ministro de Justicia.

El poder en Mongolia, un inmenso paí­s de menos de tres millones de habitantes, es disputado entre antiguos comunistas y demócratas desde el regreso a la democracia en 1992, que puso fin a 70 años bajo órbita soviética.

De las últimas legislativas de 2004, ambos partidos salieron prácticamente empatados, dando origen a una coalición gubernamental marcada por la fricción. En cuatro años, las reformas fueron paralizadas y el paí­s tuvo tres primeros ministros.

«Las elecciones no se han desarrollado de forma justa», lamentó Denzin Chuluunbaatar, un trabajador social de 45 años.

«Los polí­ticos piensan sólo en ellos mismos. Tenemos un pequeño paí­s, no podemos permitirnos las disputas. Serí­a terrible si llegáramos a una guerra civil», dice visiblemente conmocionado.

El primer ministro saliente, Sanjaagiin Bayar, del PPRM, acusó a los demócratas de haber incitado la violencia al cargar contra su partido por supuesto fraude electoral.

Pero el lí­der de los demócratas, Tsakhiagiin Elbegdorj, refutó estas crí­ticas: «La culpa (de los disturbios) es del PPRM, que ha comprado estas elecciones», declaró.

El PPRM, que dirigió el paí­s entre 1921 y 1996, aseguró el lunes haber obtenido en las elecciones 45 de los 76 escaños del Parlamento.

La comisión electoral todaví­a no ha anunciado cuándo publicará los resultados oficiales.