¿Quién no observó un significativo incremento en la presencia mediática de mujeres en los partidos durante esta campaña electoral? No obstante, pasada la “fiesta cívica†la evidencia es contundente: 19 curules y solamente 7 alcaldías ocuparán las mujeres a partir del 2012.
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En similar situación se encuentra la juventud y los Pueblos Indígenas. Este es un pequeño reflejo de lo turbio de nuestro sistema democrático que exalta –sobre todo en un mes “patrioâ€â€“ la participación y representación de todos los sectores de la sociedad.
En una reciente entrevista realizada al analista Miguel íngel Balcárcel dijo que “el actual sistema no produce igualdad de oportunidades y tiene inequidades espantosas para las diferentes fuerzas políticas y expresiones de la sociedad. Este proceso electoral demostró que factores estructurales como la representación deben mejorarseâ€.
Es fácil hacer un pequeño repaso por los listados de las personas que ocuparán puestos en el nuevo Gobierno: las mismas caras, los mismos financistas y los mismos grupos de poder.
Esas personas acapararon las primeras casillas con oportunidades reales de ganar y en una “política incluyente o muestra de renovación a lo interno de los partidos†colocaron a mujeres, jóvenes e indígenas en las casillas siguientes.
El debate quedó diluido en estrategias de marketing político, con una campaña millonaria que no tuvo jamás una pequeña coincidencia con los costos reales y los reportados al Tribunal Supremo Electoral. Si por alguna extraña razón esa institución se pronunció sobre los partidos que sobrepasaron por millones los techos presupuestarios, las sanciones fueron ridículas.
Aquí el mensaje es claro: quien tiene dinero puede aspirar a dirigir el país y la campaña política de cualquiera puede estar financiada por un grupo de poder económico tradicional o por el nuevo narcotraficante de la región, a quien indudablemente responderá la “agenda de desarrolloâ€. En estas condiciones jamás podrán tener opciones reales de ocupar el poder, aquellos sectores históricamente excluidos de la sociedad que constituyen cerca del 80% total de la población.
Estamos a las puertas de vivir una segunda ronda de “democráticas eleccionesâ€, las alianzas y la manipulación mediática siguen haciendo de las suyas y desplazan del centro del análisis los temas medulares que ocuparán la realidad de los próximos cuatro años.
La razón y la memoria no me permiten inclinarme por alguna de las dos propuestas que pasaron a segunda vuelta. Bajo todo punto cualquiera perpetuará el modelo de Estado que margina, excluye y mata. Me niego a conformarme con el menos peor.
Pero si usted decide acudir a votar recuerde que nuestro sistema está hecho para cumplir con ese ejercicio, pero no obliga a votar por alguien. Antes de darle prioridad al bombardeo de falso patriotismo que le condena y destierra si no elige o acude a las urnas, piense un poco sobre la democracia que anhela, el tipo de país con el que sueña y contrástelo con las contradicciones en que vivimos.
¿Por qué no evidenciar nuestro descontento con una demanda social y enérgica de reformas urgentes a la Ley Electoral y de Partidos Políticos? Coincido con el analista político al creer que esto nos permitiría como sociedad colocar nuevas reglas que abonarían el terreno para procesos mayores, incluso de índole constitucional.
El ejercicio pleno de ciudadanía va mucho más allá del proceso electoral, si como ciudadanas y ciudadanos somos capaces de atravesar el proceso de análisis y debate que nos permita demandar una democracia con verdadera inclusión, estaremos en las puertas de un proceso con vientos de cambios estructurales para todas y todos.