Tres narcotraficantes japoneses fueron ejecutados hoy en China, anunció el Tribunal Supremo, después de que otro japonés lo fuera el martes también por tráfico de drogas.
El gobierno japonés expresó su preocupación tras estos nuevos ajusticiamientos, advirtiendo que podrían tener una repercusión negativa en las relaciones bilaterales.
Las ejecuciones tuvieron lugar en la provincia de Liaoning (noreste), precisó la agencia oficial Nueva China, en base a informaciones del Tribunal Supremo.
El martes pasado, Mitsunobu Akano, de 65 años, condenado por tráfico de drogas, se convirtió en el primer súbdito japonés ajusticiado en China desde el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 1972.
El primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, tildó esa sentencia de «lamentable y severa», pero afirmó que su país no podía interferir en asuntos judiciales de otro país y pidió tranquilidad a sus conciudadanos.
Pekín informó entonces a Tokio de que otros tres japoneses condenados por contrabando y narcotráfico iban a seguir el mismo camino: Teruo Takeda, de 67 años, Hironori Ukai, de 48 años, y Katsuo Mori, de 67 años.
Ukai fue detenido en septiembre de 2003 en la ciudad de Dalian, con kilo y medio de droga disimulado en la ropa. Dos meses antes, Mori había sido detenido cuando se disponía a tomar un avión en Shenyang rumbo a Japón, llevando 1,25 kg de droga.
Las circunstancias de la detención del tercer reo no fueron precisadas.
Tokio expresó esta vez de manera más fuerte sus inquietudes.
«Estoy inquieta por las relaciones entre Japón y China cuando pienso en los sentimientos y en la reacción del público japonés», declaró la ministra nipona de Justicia, Keiko Chiba.
«Hubiese deseado que China reflexionase antes al respecto», agregó.
En el código penal chino, 68 tipos de crímenes son pasibles de la pena de muerte, y los fallos suelen ser duros en los casos de narcotráfico. La posesión de 50 gramos de droga puede conllevar la pena capital.
Según la organización de defensa de derechos humanos Amnistía Internacional, China ostenta el récord mundial de ejecuciones judiciales y todos los años ejecuta más personas que la suma de todos los demás países que aplican la pena capital.
En cambio, las ejecuciones de extranjeros de países desarrollados son rarísimas.
A fines de diciembre pasado, un británico condenado por narcotráfico, Akmal Shaikh, deficiente mental según sus allegados, fue el primer europeo ejecutado en China en los últimos 58 años, según Reprieve, una ONG británica de ayuda jurídica.
Los medios chinos informaron este viernes que una mujer sudafricana fue condenada a muerte por narcotráfico, tras ser detenida en noviembre de 2008 en el aeropuerto de Cantón (sur) con más de tres kilos de cristales anfetaminas.
China no facilita estadísticas sobre el número de ejecuciones que lleva a cabo, un dato considerado secreto de Estado.
Estos últimos años el país comunista ha intentado reformar la aplicación de la pena capital después de varios errores judiciales.
Desde 2007, el Tribunal Supremo debe confirmar todas las penas capitales, medida que ha producido una reducción del número de ejecuciones, según Pekín.
Japón también aplica la pena de muerte, pero generalmente en casos de homicidios múltiples.