El ídolo picó al vacío, como lo hizo en incontables ocasiones. Allí estaría la pelota, esperando a ser arrullada en su exquisita zurda para luego anidarse en las redes.
Y así fue. El pase de Gerard Piqué, un Picasso de brocha gorda en el lienzo de este Barcelona, superó la última línea del Benfica y cayó justo allí, donde sólo Lionel Messi podía alcanzarlo.
El astro, el ídolo —bah, el dios— del Barsa y, en realidad, del fútbol, llegó a la pelota, como siempre. La controló después de un medio bote y enfiló hacia el arco, donde el arquero Artur era lo único que se interponía entre Messi y la historia: un gol más para empatar el récord de 85 de Gerd Mueller en un mismo año.
Pero no sería así. Al menos, no esta vez.
Messi tuvo cierta dificultad para controlar el balón, aunque nada del otro mundo. En todo caso, tenía un mano a mano inigualable, a pedir de boca para la que ha sido su definición predilecta en estas situaciones: picarla por encima del arquero y a festejar se ha dicho. Un toque suave y económico, su marca registrada.
Pero el argentino optó por otro lujo. Trató de gambetear al guardameta del Benfica, y Artur no cooperó con la narrativa. El brasileño se lanzó a las piernas de Messi en la primera finta y chocó, fuerte, con la rodilla izquierda de la «Pulga». Muchos habrían caído en la jugada, y sin duda hubiese sido pitado como penal. No Messi. El argentino mantuvo el balance, recuperó el control de la pelota, y mandó un suave remate de zurda al arco, que Artur atajó sin problemas.
Seguía el 0-0 que terminaría como marcador final. Pero apenas empezaba la agonía para los hinchas del Barsa y los amantes del buen fútbol.
Tan pronto remató al arco, Messi cayó al césped y se agarró la rodilla, la rodilla izquierda, la rodilla de la zurda maravillosa y mágica. Esa zurda que, apenas con 25 años, sólo se compara con la de Maradona. Sus gestos de dolor evidenciaban que no era cualquier cosa, que no era uno teatro más de un futbolista buscando una ventaja deportiva.
Todos —incluso Mueller, seguramente, de haber estado viendo el partido— contuvieron la respiración. Es el efecto Messi. Cada cosa que hace, o que le hacen, o que no hace, es noticia.
«Pensé que era la última pelota que iba a tocar en mucho tiempo y aun así intenté pegarle un último tiro para meter el gol», explicaría el jueves Messi, ya más tranquilo después de los controles médicos que revelaron que no se trata de algo grave.
El ídolo salió de la cancha en camilla, rodeado por el estupor y el silencio de los miles de fieles que acudieron al Camp Nou a verlo hacer historia. Pero no hubo historia. Al menos, no ese día.
En Argentina, donde Tigre jugaba la final de la Copa Sudamericana contra Sao Paulo, sólo se hablaba de Messi. Los jugadores llegaban al estadio La Bombonera y preguntaban por Messi. En Ucrania, la Juventus venció al Shakhtar para clasificarse a los octavos de final de la Champions y, de paso, eliminó al monarca europeo Chelsea. En Old Trafford, Manchester United perdía 1-0 ante el pequeño Cluj rumano. En Glasgow, Celtic vencía al Spartak de Moscú para avanzar a la próxima ronda.
Todos esos partidos pasaron a un segundo plano, opacados por un golpe en la rodilla izquierda más famosa del planeta que acaparó los titulares y se regó como pólvora en las redes sociales.
«Messi provoca ANGUSTIA», tituló en su portada el diario Récord de México. «Susto de campeonato», tituló Marca de España. «Del récord al susto», escribió en su cuenta de Twitter el diario español El País.
El parte médico dice que se trata sólo de una «contusión». Messi, ya más sereno, afirmó el jueves que «me encuentro bien, por suerte sólo fue un golpe y estoy mucho mejor», aunque reconoció que «pensé en lo peor por el dolor, en estar muchos meses fuera».
Y el técnico Tito Vilanova mandó un mensaje esperanzador: «Tendremos Messi para mucho tiempo», prometió.
Por el bien del fútbol, y por el deleite de los que lo amamos, ojalá que así sea.
Temió lesión grave
Lionel Messi trató de tranquilizar hoy al mundo futbolístico al asegurar que se encuentra muy mejorado tras la alarma encendida la víspera en el Camp Nou, cuando cayó lesionado en el partido contra el Benfica y debió abandonar la cancha en camilla.
«Me encuentro bien, mucho mejor que ayer. Afortunadamente solo fue un golpe, pero no sé si podré jugar el domingo ante el Betis», declaró el astro argentino en un acto publicitario de un patrocinador del Barsa.
Messi se lastimó la rodilla izquierda a los 79 minutos del último partido de la fase de grupos de la Liga de Campeones, cuando chocó con el arquero del Benfica, Artur, en su intento de recorte antes de rematar al arco y caer dolorido. El 10 azulgrana se llevó entonces las manos al rostro en un gesto de dolor que asustó a la afición azulgrana.
El propio astro reconoció haber pensado que la lesión era más grave.
«Pensé que era la última pelota que iba a tocar en mucho tiempo y aun así intenté pegarle un último tiro para meter gol. Me temí lo peor por el dolor y lo que podría llegar a ser», dijo Messi, quien quiso responder a las muestras de cariño recibidas en las últimas horas.
«Me siento muy agradecido a la gente del Barcelona por el cariño que me han mostrado, que me hace sentir muy feliz», expresó el goleador, que persigue el récord de 85 goles en un año calendario del alemán Gerd Mueller (1972). El azulgrana suma 84 cuando al Barsa le restan cuatro partidos por jugar previo a 2013.
Precisamente en la jugada en que hizo la gambeta al arquero, Messi pareció listo para igualar el récord de Mueller. En vez de ello, la jugada terminó en el susto para el Barcelona.
Tras el partido, el rosarino fue examinado por los servicios médicos del club azulgrana, y el último comunicado oficial fue recibido con alivio por la hinchada, al descartar una lesión de gravedad.
«El jugador tiene una contusión ósea en la cara externa de la rodilla izquierda. La evolución clínica marcara su disponibilidad para el próximo partido», informó el club.
Separado del resto de compañeros por precaución, Messi se ejercitó la mañana del jueves en el gimnasio haciendo recuperación física y acudió al estadio conduciendo su automóvil y en aparente normalidad. El equipo disfrutará de descanso el viernes antes de volver a entrenar el sábado para preparar el cotejo contra el Betis, y esa sesión será clave para comprobar si el astro estará en disposición de volver a atacar el récord de Mueller el domingo.
«No me obsesiona el récord. Todos los goles los hice con la ayuda de mis compañeros y mis objetivos siguen siendo los mismos: seguir creciendo y ganando títulos con mi equipo y la selección argentina», subrayó Messi, quien sí concedió que «sería algo muy lindo por la estadística y porque hace muchos años que dura el récord y estamos muy cerquita. Lo intentaremos. Pero no me preocupa. Si llega bien y, si no, no pasa nada».