EE.UU. y Rusia compiten por Kirguistán


Estados Unidos dijo que está preparado para colaborar con el gobierno interno de Kirguistán, mientras Rusia llamó al destituido presidente, Kurmanbek Bakiyev, a dimitir con urgencia y advirtió sobre la posibilidad de que estalle una guerra civil.

Redacción La Hora
lahora@lahora.com.gt

Tanto Rusia como Estados Unidos, que poseen bases militares en Kirguistán, tienen interés en evitar que el caos se imponga en la ex república soviética de Asia Central.

Entretanto, Roza Otunbayeva, la ex canciller que encabeza el gobierno provisional, dijo que Bakiyev debe enfrentar a la justicia ya que tiene «las manos ensangrentadas» y ha perdido la oportunidad de abandonar el paí­s.

El paí­s se encuentra en un limbo polí­tico desde los hechos del 7 de abril pasado, cuando una ola de protestas antigubernamentales dejó 83 muertos y cientos de heridos, además de la destitución de Bakiyev.

EE.UU. Y RUSIA

Una semana después de la destitución de Bakiyev, el secretario estadounidense de Estado para Asia Central y Meridional, Robert Blake -de visita en Bishkek- declaró que «las acciones emprendidas por el nuevo poder me inspiran optimismo».

Tras reunirse con Otunbayeva agregó: «Estamos dispuestos a prestar ayudar a Kirguistán para salir de esta situación», según la agencia rusa Interfax.

Sean Fanning explica que la base que Estados Unidos tiene en Manas es crucial para la guerra en Afganistán; sin embargo, Blake negó que su encuentro con Otunbayeva haya tenido como objeto hablar sobre la instalación militar.

Fanning añade que el derrocado presidente Bakiyev intentó mantener un equilibrio de poderes al asegurar a Moscú que cerrarí­a la base a cambio de ayudas económicas, mientras negociaba con Washington la extensión del contrato de la instalación por más dinero del que ofrecí­a el Kremlin.

Rusia, que ve a Kirguistán como un paí­s de su tradicional esfera de influencia, reconoció con rapidez al gobierno interino a la vez que negó cualquier implicación en el derrocamiento de Bakiyev.

Por ahora, Moscú ha llamado a la calma, y el presidente ruso Dimitri Medvedev aseguró que Kirguistán está al borde de una guerra civil a la vez que alertó de la posibilidad de que el paí­s se convierta en «un segundo Afganistán».

Para Fanning, el caso de Kirguistán es visto como un ejemplo de la rivalidad que aún mantienen el Kremlin y la Casa Blanca en Asia Central.

Por el momento, enfatiza, no está claro qué pasará si el gobierno provisional de Kirguistán consolida su poder.