Estados Unidos se inquieta por los riesgos de contagio de la crisis griega, en momentos en que su economía recién comienza a recuperarse de la recesión más profunda desde la década de 1930.
Varios gobernadores de la Reserva Federal (banco central, Fed) advirtieron sobre los riesgos de transmisión de los problemas de Europa hacia Estados Unidos dada la intercomunicación de los mercados financieros y de los bancos de alcance global.
Las autoridades de Washington siguen de cerca la evolución de la situación al otro lado del Atlántico y no dejan de advertir a sus colegas europeos que esperan medidas enérgicas para resolver los problemas causados por el endeudamiento de algunos países del viejo continente, cuestión que también afecta a Estados Unidos.
La Casa Blanca anunció el martes su satisfacción por el paquete de ayuda a Grecia aprobado el domingo en la noche, y anunció que el presidente Barack Obama había animado a los dirigentes europeos a tomar medidas para controlar la crisis, «debido a temores de que pueda dificultar la recuperación» estadounidense.
Según una fuente gubernamental, el secretario al Tesoro Timothy Geithner pasó el fin de semana al teléfono con sus colegas del Grupo de los Siete (G7, foro al cual pertenecen cuatro países europeos: Alemania, Francia, Reino Unido e Italia) y varios responsables de la Unión Europea (UE).
Les dio a conocer a sus socios del G7 que Estados Unidos consideraba insuficiente la ayuda contemplada primeramente por la UE para sostener los países más débiles de la zona euro, según la fuente, que requirió el anonimato.
Después de difíciles negociaciones, los miembros de la UE finalmente aprobaron un plan de emergencia sin precedente de 750.000 millones de euros para los países de la zona euro que lo necesiten.
Esta ayuda ha sido acompañada por medidas más excepcionales del Banco central europeo (BCE).
En concertación con el BCE y otros cuatro bancos centrales, la Fed tomó medidas para permitir el abastecimiento de los mercados bancarios con billetes verdes «en respuesta a la reaparición de tensiones sobre los mercados de financiación a corto plazo en dólares».
Señal de la inquietud de las autoridades estadounidenses frente a la posible recaída de Estados Unidos, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, fue al Congreso el martes para explicar la situación en Europa a varios senadores.
Otro dirigente de la Reserva federal, Charles Plosser, había considerado el viernes que «la recuperación económica de Estados Unidos podría ser retrasada por una nueva agitación sobre los mercados financieros» al tiempo que comienzan a independizarse del apoyo gubernamental.
Dos días antes, uno de sus colegas, Eric Rosengren, había considerado que las dificultades de Europa podrían traducirse en «una disminución de las exportaciones estadounidenses» (a causa de la baja del euro con relación al dólar) y ser portador «de dificultades suplementarias para las instituciones financieras de talla mundial».
Así las autoridades estadunidenses no aflojan la presión sobre Europa.
Según la Casa Blanca, Obama, que en estos días habló varias veces con su colega francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel, telefoneó el martes al jefe del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, para exhortarlo a «reforzar la economía» española y a tomar medidas capaces de devolver la confianza de los inversores en su país.