EE.UU. se pregunta si puede prevenir matanzas


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Unas horas después del reciente tiroteo de Colorado, el teléfono de Tom Mauser empezó a sonar. Cuando sintonizó los noticieros lo primero que pensó fue: «Oh Dios. No de nuevo». Mauser lo ha visto a menudo desde aquella mañana de abril de 1999, cuando su propio hijo Daniel fue asesinado junto con otras 12 personas en la secundaria de Columbine.

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Por PAULINE ARRILLAGA AURORA / Agencia AP

En los años siguientes, lo impensable vuelve a ocurrir una y otra vez: en una universidad de Virginia, una base militar de Texas, un centro comercial de Arizona y ahora en una sala de cine de Colorado.

Mauser está de luto de nuevo, pero también siente otra cosa: frustración de ver las mismas imágenes otra vez, personas histéricas huyendo presas del terror. Dolientes angustiados llorando la pérdida de sus seres queridos. Ciudadanos aturdidos orando juntos en vigilias con velas.

«Hubo un momento en que sentí cierta culpa», dijo Mauser, un administrador de programas estatales de transporte que se volvió un activista abierto contra la violencia después que su hijo de 15 años fue asesinado. «Me preguntaba: ‘¿Por qué no puedo hacer algo más? ¿Por qué no me dediqué más a eso?’ Pero me aplastaría si cargo todo esto sobre mis hombros».

«Esto», agregó, «es un problema de todos».

Pero, ¿por dónde empezar? ¿De quién es la culpa? ¿El sector que atiende a los enfermos mentales? ¿Una mala crianza? ¿El sistema de noticias constantes que pone al instante a los asesinos seriales bajo los reflectores y que a veces genera imitadores? ¿Una cultura que glorifica -y que se ha vuelto insensible- a la violencia en sus múltiples formas?

Y más allá de echarle la culpa a alguien, ¿hay algo que se pueda hacer para prevenir otra matanza?

El enfoque principal de Mauser ha sido la de abogar por más control en la venta de armas. Durante el año que siguió a la matanza de Columbine, ayudó a encabezar una iniciativa aprobada por los votantes de Colorado para exigir que se verificaran los antecedentes de todo aquel comprador de armas de fuego en las ferias del sector en el estado.

Sin embargo, eso no impidió que el sospechoso de la matanza en Aurora, James Holmes, comprara dos pistolas, una escopeta, un fusil AR-15 y miles de balas. Quien tenga la intención de matar, hallará los medios. Así que Mauser y quienes han pasado años estudiando a los asesinos múltiples saben que cualquier -así llamada- solución debe ir mucho más allá del control de armas.

En general, dicen que la solución puede tener menos que ver con la intervención del gobierno que con acciones individuales. La gente debe estar más consciente de las personas con problemas y que puedan actuar violentamente. Si después de hablar con ellos siguen preocupados, deben buscar ayuda y cuando lo hagan debe haber alguien que escuche y actúe con eficacia.

«La pregunta que tenemos que hacernos constantemente es: ¿Qué más podemos hacer? Quizás no seamos capaces de detenerlos a todos, pero creo que podríamos frenarlos más que ahora», dijo Peter Langman, un psicólogo que ha pasado años estudiando la masacre de Columbine y otros casos similares en otras escuelas y universidades.

En muchos casos, Langman y otros han encontrado que los asesinos dejaban pistas sobre lo que podría venir o se comportaron de una manera que incomodaba a quienes los rodean, pero tal vez sin saber qué hacer.

Langman subraya que no mucho antes de que Dylan Klebold y Eric Harris abrieran fuego en Columbine, unas composiciones escolares de Klebold -entre ellas una que describía un asesinato- eran tan perturbadoras que un profesor alertó a sus padres sobre ellas, pero Klebold explicó que se trataba de mera ficción. El tiroteo ocurrió poco tiempo después.

«Muchos responsables de tiroteos en escuelas le han dicho a la gente exactamente lo que iban a hacer, pero nadie les cree», dijo Langman. «Nadie los tomó en serio».

No obstante, ¿cómo tener todas las bases cubiertas? Después de todo, estos tiroteos han ocurrido en restaurantes de comida rápida, cafeterías, oficinas, un club de salud, un hogar de ancianos o una escuela Amish, por ejemplo.

«No vamos a convertir nuestro país en una gran fortaleza», dijo James Alan Fox, profesor de criminología en la Universidad Northeastern y uno de los principales expertos del país sobre los asesinatos colectivos. «La gente odia cuando digo esto, pero es cierto: Este tipo de tragedia es uno de los precios desafortunados que pagamos por nuestras libertades».

ESTADOS UNIDOS
UN DESAFÍO PARA LA SEGURIDAD

El gobierno de Estados Unidos ha sido más eficaz para impedir otros ataques de Al-Qaeda luego del 11 de septiembre de 2001, pero no para impedir agresiones solitarias a disparos como la ocurrida en una sala de cine en Aurora, Colorado.

Las autoridades policiales afirman que es casi imposible detener a tiempo a individuos como James Holmes, un hombre de 24 años que presuntamente mató a disparos a 12 personas e hirió a decenas más dentro del cine.

Dicen, por ejemplo, que para la Policía es difícil advertir a un tipo armado entre una multitud. También es casi imposible detectarlos a tiempo por sus características: no tienen antecedentes penales y no cuentan sus planes a nadie. Acumulan armas ilegalmente.

Debido a su gran preocupación hacia la amenaza de un atacante solitario, el FBI creó en 2009 una fuerza especial de poco más de 25 miembros para que identificara rasgos y características comunes en la conducta de ese tipo de personas.

Solamente en 2012, hubo más de 22 ataques a tiros contra personas, según la Brady Campaign to Prevent Gun Violence (Campaña Brady para Impedir la Violencia con Armas de Fuego).

Para frenar las acciones de al-Qaida, el gobierno estadounidense ha atacado reductos de terroristas, congelado sus fuentes de financiación y les ha dificultado la adquisición de armas y materiales para la fabricación de bombas.

Holmes no parecía haber pertenecido a alguna organización terrorista o del hampa. Las autoridades dijeron que sus compras fueron legítimas y no suscitaron sospechas como para encender una alerta.

«No habrá respuestas sencillas ni rápidas y quizá nunca las habrá», informó el jefe de la Policía de Aurora, Dan Oates, al programa «Face the Nation», de la CBS.

Toda las pruebas recolectadas hasta el domingo indican que Holmes «no tenía la colaboración de nadie más en lo particular», apuntó.

Hasta el viernes, Holmes no había hecho nada que llamara la atención de la Policía.

«No hay manera de que pueda impedirse (un ataque a disparos contra personas). No existe ninguna manera en absoluto», informó Peter Ahearn, ex agente del FBI.

«Tuvo el factor del azar y ocurrió. No había nada que lo hubiera impedido (el ataque), a menos que alguien hubiera visto cuando (Holmes) cargaba las armas en su vehículo», agregó.

El Departamento de Seguridad Nacional tiene en marcha la campaña «Si usted ve algo, denuncie». En todo el país, como en algunos cines, hay anuncios en los que se alienta a la gente a que informe de actividades sospechosas, informó el departamento.

«La pregunta que tenemos que hacernos constantemente es: ¿Qué más podemos hacer? Quizás no seamos capaces de detenerlos a todos, pero creo que podríamos frenarlos más que ahora».
Peter Langman
Psicólogo