El presidente George W. Bush no quiere que Estados Unidos se retire de Irak como lo hizo en Vietnam hace tres décadas pero planea una nueva estrategia y el Pentágono podría enviar más personal de entrenamiento para los iraquíes.
Bush dijo ayer, en su primera visita a Vietnam, que la lección de la sangrienta derrota militar estadounidense en ese país hace una generación que obliga a Estados Unidos a ser paciente en Irak.
«Tendremos éxito a menos de que nos vayamos», prometió Bush, el segundo presidente de Estados Unidos que visita Vietnam después de la guerra.
La breve visita de Bush a Hanoi, 10 días después de que los estadounidenses expresaron su rechazo a Irak al permitir a la oposición demócrata ganar el control del Congreso, inevitablemente ha generado comparaciones entre la guerra de Vietnam y el actual conflicto en Irak.
Consultado si la derrota estadounidense en Vietnam ofrecía lecciones, el presidente norteamericano respondió: «Nosotros tendemos a desear tener un éxito instantáneo en el mundo y la tarea en Irak nos está tomando un tiempo».
Los demócratas están detrás de las demandas para iniciar la fase de retirada desde Irak, pero la Casa Blanca ha rechazado establecer cualquier agenda para llevar de vuelta a casa los casi 150.000 soldados estadounidenses que hay en ese país.
Los jefes militares estadounidenses están preparando planes para enviar más militares a entrenar a las fuerzas iraquíes, en lo que parece el último freno para impedir que los iraquíes se deslicen hacia una guerra civil.
El general John Abizaid, comandante estadounidense en el Medio Oriente, destacó que el plan expandirá considerablemente los equipos militares enviados, y lo describió como un gran cambio de enfoque. Otros dijeron que es la intensificación del plan actual.
El general Peter Pace, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, pidió a los planificadores que analicen aumentar el tamaño de los llamados equipos militares de transición, de 11 a 25 asesores, informó un oficial, quien pidió mantener el anonimato.
Una duda clave no respondida es si un aumento en los 4.000 asesores militares asignados ahora a unidades iraquíes significará un incremento del total de la fuerza de 144.000 soldados.
Abizaid dijo que desplegó unos 2.000 marines adicionales a la provincia iraquí de Al-Anbar, baluarte de la insurgencia sunita, que el general reconoció que no está bajo control.
Abizaid dijo al Comité de Servicios Armados del Senado que pensaba que los asesores podrían ser conseguidos de tropas actualmente en ese país, pero admitió que el plan requiere de un incremento temporal del número de efectivos.
Una rápida expansión de los equipos de entrenamiento puede requerir extender el tiempo de servicios de algunos soldados en Irak, dijeron oficiales.
Una nueva orientación puede emerger de una amplia revisión de la estrategia gubernamental conducida por la Casa Blanca o del ex director de la CIA Robert Gates, quien se espera que sea confirmado como nuevo secretario de Defensa el próximo mes.
Sin embargo, Abizaid dejó claro que se requiere una acción inmediata para detener el espiral de violencia sectaria en Irak, que él dijo que puede derivar en un caos si no se suprime dentro de los próximos cuatro o seis meses.
Los jefes de inteligencia norteamericanos pintan un panorama más oscuro todavía del deterioro de la situación de seguridad, al destacar los grandes obstáculos que enfrenta el gobierno de unidad nacional del primer ministro Nuri Al-Maliki.
La estación de la CIA en Bagdad describe que la violencia sectaria «se sume en grupos cada vez más pequeños que luchan por asuntos cada vez más pequeños y por porciones de territorio cada vez más pequeñas», dijo el general Michael Hayden, director de la CIA.