A un año de las elecciones en Estados Unidos, el 4 de noviembre de 2008, que podría concluir con la investidura de la primera mujer en la Casa Blanca, la campaña electoral ya se muestra como la más cara y extensa de la historia del país. La mayoría de los expertos y de los sondeos de opinión coinciden en que la elección debería favorecer a los demócratas, debido al desencanto del país tras ocho años de una administración republicana marcada por la guerra en Irak y al récord de impopularidad del presidente George W. Bush.
«La mayoría de los estadounidenses piensan que la lamentable prestación del presidente en los sondeos hará difícil que un republicano, cualquiera sea, resulte elegido» a la Casa Blanca, dijo Maurice Carroll, director del Instituto de Sondeos de la Universidad de Quinnipiac.
Los temas que habían unido las filas republicanas en las elecciones de 2004 como el matrimonio homosexual, el terrorismo o el aborto han perdido su importancia.
La guerra en Irak, la economía, la crisis inmobiliaria, la reforma de salud y la educación son cuestiones que preocupan más en la actualidad al elector estadounidense y favorecen el programa de los candidatos demócratas.
«El clima político afecta la moral de los dos partidos», estima Andrew Kohut del Pew Research Center, pero «los demócratas se muestran más positivos y entusiastas que los republicanos y están más satisfechos con los candidatos de su bando».
Sondeo tras sondeo, la ex primera dama Hillary Clinton confirma su arrasador avance sobre sus rivales, con 24 puntos de ventaja en promedio sobre su rival más cercano, el senador de Illinois Barack Obama, primer negro en contar con una chance seria en la carrera a la Casa Blanca.
Clinton recibe claramente el apoyo de las mujeres (43%), según el Instituto Zogby, así como de los jóvenes y los demócratas moderados.
El bando republicano sigue dividido sobre la elección de su candidato a la Casa Blanca. La derecha religiosa mira con malos ojos al favorito pero poco ortodoxo candidato Rudolph Giuliani, casado tres veces.
A nivel nacional, Hillary Clinton está codo a codo en los sondeos con el ex alcalde de Nueva York, que se afirma como la única barrera contra la senadora.
Pero Clinton es también la candidata que cristaliza la mayoría de las opiniones desfavorables. La mitad de los estadounidenses (50%) afirman que nunca votaría por ella, según un reciente sondeo.
Si se convierte en la primera mujer en acceder a la Casa Blanca, Estados Unidos, en una situación sin precedentes, estará gobernado sin discontinuidad durante 24 años -28 si es reelecta- por miembros de dos familias, Bush y Clinton.
Mientras que, por primera vez desde 1928, la elección presidencial nunca ha estado tan abierta, sin vicepresidente candidato a la sucesión, el dominio de estas dos dinastías hace ya rechinar los dientes.
La verdadera prueba tendrá lugar en ocasión de las primeras elecciones primarias agendadas para comienzos de enero en el estado de Iowa (centro) y luego en New Hampshire (noreste).
La convención demócrata destinada a designar formalmente al candidato demócrata está prevista en Denver (Colorado, oeste) del 25 al 28 de agosto. Los republicanos se reunirán por su parte en Minneapolis (Minnesota, norte) del 1 al 4 de septiembre.
Pero un año antes de las elecciones, los electores norteamericanos ya se declaran saturados: 56% considera los numerosos debates y la campaña «molestos» y «una pérdida de tiempo», según una encuesta de la firma Rasmussen.
Además, más del 60% estima que el sistema electoral estadounidense está «seriamente dañado».
Maurice Carroll
director del Instituto de Sondeos de la Universidad de Quinnipiac