El gobierno estadounidense no puede dar cuenta de más de la mitad de las armas ligeras entregadas a las fuerzas de seguridad iraquíes, lo que genera el temor de que hayan caído en manos de los grupos insurgentes, según una investigación del Congreso.
La revelación se hizo justo antes de una revisión crucial de las operaciones militares estadounidenses en Irak, que podría llevar a reexaminar el papel de Estados Unidos en el país devastado por la violencia sectaria.
El general David Petraeus, comandante estadounidense en Irak, y el embajador Ryan Crocker deben a mediados de septiembre presentar un informe ante el Congreso sobre la eficacia de los esfuerzos por acabar con la violencia sectaria y reestablecer en Irak un gobierno viable.
Uno de los mayores ejes de la estrategia estadounidense en Irak es crear en el país fuerzas de seguridad lo suficientemente eficaces como para relevar las operaciones contrainsurgentes de Estados Unidos.
Sin embargo, la oficina auditora del Congreso estadounidense dijo en su último informe que por lo menos 190.000 de las armas entregadas por el Pentágono a las fuerzas iraquíes desde 2003 con la esperanza de impulsar su combate no han sido halladas.
Estados Unidos lleva gastados cerca de 19.200 millones de dólares desde el comienzo de la guerra para sostener las fuerzas de seguridad iraquíes que deberían remplazar gradualmente las tropas estadounidenses en su función de mantener la tranquilidad en el país.
Parte de este monto fue destinado a comprar y distribuir a los iraquíes hacia setiembre de 2005 cerca de 185.000 rifles de asalto AK-47 y 170.000 pistolas.
Ahora, el Departamento de Defensa «no puede hacerse responsable» de más de 190.000 de estas armas, más del 50% del total, establece el informe.
También se perdieron 135.000 chalecos blindados, de un total de 215.000, a pesar que hasta a algunos soldados estadounidenses les faltaba el equipo adecuado, sobre todo en las primeras etapas de la guerra.
El impopular conflicto en Irak hasta ahora ha costado la vida a 3.670 soldados estadounidenses y decenas de miles de iraquíes.
Las guerras en Irak y Afganistán podrían costar más de un billón de dólares a los contribuyentes estadounidenses, el doble de lo que ya ha sido gastado, según una estimación del Congreso estadounidense publicada la semana pasada.
El ejército estadounidense cuenta actualmente con aproximadamente 160.000 militares en Irak y 25.000 en Afganistán, y el gobierno norteamericano ya ha gastado unos 500.000 millones de dólares en estos países.
Estas sumas astronómicas se publicaron en momentos en el que el debate en Washington sobre el retiro de Estados Unidos de Irak y el enorme costo humano y financiero de estas guerras alcanza su punto álgido.