EE.UU. cede mando de milicianos en Irak


Una mujer chií­ta llora la muerte de su pariente, quien pereció en un doble atentado en Bagdad. Irak se comprometió a perseguir a los autores de una serie de atentados con bomba que mató a 33 personas e hirieron a más de cien.

El ejército estadounidense empezará el miércoles a ceder el mando al gobierno iraquí­ de los 100 mil milicianos anti-Al-Qaeda que le ayudaron a mejorar la seguridad en el paí­s y cuya reconversión suscita inquietud.


El proceso se iniciará con la transferencia de los 54 mil combatientes de las brigadas Sahwa («despertar», en árabe), de la provincia de Bagdad.

El gobierno iraquí­, dominado por los chiitas, se hará cargo a partir del 10 de noviembre de pagar el salario a estos combatientes, que proceden en su mayorí­a de las filas de los insurgentes sunitas.

La cesión de las Sahwas de las otras regiones sunitas se hará progresivamente

Estas brigadas, que fueron creadas en septiembre de 2006 por los lí­deres de las tribus sunitas de la provincia occidental de Al Anbar antes de extenderse a otras zonas, han inflingido serios reveses a Al-Qaeda, contribuyendo a su pérdida de influencia.

De los 100 mil miembros de las Sahwas registrados, 54 mil están en Bagdad y 29 mil en las provincias norteñas de Salahedin, Diyala, Kirkuk y Ninive, según el ejército estadounidense.

En total, el gobierno iraquí­ se ha comprometido a enrolar al 20% de los Sahwas en sus fuerzas de seguridad y a conseguir empleos para el resto, tanto en el sector público como en el privado.

La suerte de los últimos despierta inquietud.

«Â¿Qué ocurrirá con el 80% restante?», se preguntó Abu Safan, el lí­der Sahwa de Adhamiya, un barrio sunita del norte de la capital que en otro tiempo fue feudo de la insurgencia.

«Habrí­a que protegerles, porque son objetivos de Al-Qaeda. Estamos satisfechos de alinearnos con el gobierno, pero la incertidumbre persiste», explicó.

La preponderancia chií­ta en el gobierno hace que desconfí­e de ellos.

El gobierno los ve «como enemigos polí­ticos, guerreros sunitas que pertenecí­an a Al-Qaeda o a otros grupos rebeldes» y que «por lo tanto deben ser castigados», estimó el diputado kurdo Mahmud Othman.

Los dirigentes estadounidenses aseguran por su lado que harán el máximo para que la transición se haga sin sobresaltos.

«Pagaron un alto precio combatiendo a Al-Qaeda a nuestro lado y estaremos ahí­ para acompañarlos», declaró el general Jeffrey Hammond, el número uno del ejército estadounidense en Bagdad.

Hammond emplazó al gobierno iraquí­ a hacer lo mismo. «El mundo entero observa lo que vais a hacer con los Sahwas, sobre todo al principio en Bagdad», afirmó.

El general advirtió que los que no encuentren trabajo «podrí­an salir airados a las calles» y «Al-Qaeda podrí­a reclutarlos».

Joost Hiltermann, especialista en Medio Oriente del International Crisis Group (ICG) estimó también que «el problema no es tanto el traspaso (del mando) sino la integración de estos hombres» en la sociedad civil.

«Se trata en parte de un problema de capacidad, pero sobre todo es un problema de voluntad, que se resuelve sólo con confianza. Porque en caso de desconfianza recí­proca (entre el gobierno y los Sahwas), la integración en las fuerzas de seguridad y en otros empleos no será óptima», sostuvo.

«Y en ese caso, es muy probable que los Sahwas vuelvan al lado de los rebeldes» para contribuir a que los sunitas recuperen fuerza en el tablero iraquí­, advirtió.