La asesora de seguridad nacional del presidente Barack Obama reconoció que hay preguntas legítimas con relación al espionaje de Estados Unidos a sus aliados, dijo ayer la Casa Blanca en un intento por sosegar las preocupaciones de Brasil en torno a la vigilancia electrónica de la Agencia de Seguridad Nacional.
Una reunión en la Casa Blanca entre Susan Rice y el canciller brasileño Luiz Alberto Figueiredo constituyó el más reciente esfuerzo del gobierno de Obama para contener el daño a las relaciones exteriores que infligieron las filtraciones de Edward Snowden, exanalista de la NSA (siglas en inglés de la agencia).
En el encuentro, Rice reconoció que las recientes revelaciones sobre los programas de vigilancia electrónica de Estados Unidos desataron tensiones en la estrecha relación entre este país y Brasil, indicó Caitlin Hayden, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
Hayden afirmó que algunas de las actividades de la NSA han sido distorsionadas por las filtraciones de Snowden a la prensa, mientras que otras «suscitan interrogantes legítimas entre nuestros amigos y aliados sobre la forma en que se utilizan estas capacidades».
«Estados Unidos está comprometido a trabajar con Brasil para atender estas preocupaciones, al tiempo que continuamos trabajando conjuntamente en la agenda compartida de iniciativas bilaterales, regionales y globales», expresó Hayden.
La presidenta brasileña Dilma Rousseff figura entre los gobernantes que han manifestado más su indignación por las actividades de espionaje de Estados Unidos. Después de que los documentos filtrados mostraran que las agencias de inteligencia estadounidenses habían dado seguimiento a las comunicaciones de ella, Rousseff amenazó con cancelar la visita de Estado que tenía programada a Washington.
Tras conversar sobre el asunto con Obama durante la cumbre económica de la semana pasada en la ciudad rusa de San Petersburgo, Rousseff afirmó que el espionaje contra un país amigo es incompatible entre las alianzas democráticas. Según la mandataria, Obama había prometido respuestas y le dijo que no quería que cancelara la visita.