Educación y criminalidad


Editorial_LH

Hoy publicamos un reportaje que refleja alarmantes cifras acerca de nuestros privados de libertad. De los 16 mil 222 presos en Guatemala, 2 mil 83 son analfabetas, 7 mil 820 dicen contar solo con estudios de educación primaria y del total de detenidos solo 4 mil 830 personas estudian en los programas educativos autorizados en el sistema carcelario.


Nunca va a haber excusas válidas para trasgredir la ley, pero en La Hora hemos sostenido que gran parte de nuestro problema de seguridad es la falta de oportunidades y la falla de los programas sociales que ayuden a las familias más pobres para que sus hijos sigan estudiando en lugar de pasar a la fuerza laboral como mano de obra barata, pero que ayuda a la economía familiar.
 
 Si a esto le sumamos la falta de la certeza del castigo, vemos que el problema de Guatemala es terrible porque a pesar de la sobrepoblación de nuestro maltrecho sistema carcelario, no somos un país más seguro porque la inseguridad se ha convertido en una jugosísima forma de vida en la que los vacíos que dejan quienes caen presos, son llenados por familiares o amigos que recogen la estafeta y siguen en lo mismo.
 
 Decir como cantaleta que de la educación, entre otras cosas, depende de una reforma educativa es falaz, porque ésta además de inversión a conciencia para beneficiar a los alumnos y maestros, debe ir acompañada de una fuerte y transparente inversión estatal que compense en parte lo que los hijos en etapa de formación aportarían a la economía familiar.
 
 Guatemala necesita hacer cambios a fondo que no respondan a los caprichos de tecnócratas que presumen de saber mucho de educación pero que al hacer el análisis del problema, dejan por un lado nuestra realidad y de esa forma es imposible encarar nuestras deficiencias de manera integral.
 
 Es necesario invertir para mantener al alumno en la escuela, facilitando a sus familias alguna ventaja económica y proporcionando al educando siquiera la refacción escolar que compense la falta de alimentación adecuada en el seno del hogar.
 
 Insistimos, nunca habrá excusa para la ilegalidad y más cuando tenemos miles de migrantes que en lugar de delinquir se van a ganar la vida sin poner excusa alguna, pero mientras los ciudadanos no exijamos que el tema de una educación integral domine las agendas de los políticos, jamás veremos una Guatemala mejor. La manipulación de los programas sociales hace que el escaso recurso se desperdicie porque no existe un criterio de desarrollo sino únicamente la visión clientelar de la captura de votos.

Minutero
Presidente motorista
con chaleco anaranjado,
mientras pueblo fatalista
no se siente respaldado