Educación sexual para todos


            El mundo entero parece estar preocupado por el tema de la educación sexual.  Los muchachos empiezan sus relaciones í­ntimas cada vez más jovencitos, las adolescentes se embarazan y las enfermedades de transmisión sexual están a la orden del dí­a.  ¿Por qué privar a los jóvenes de una educación de calidad fundamental para sus vidas?  No lo comprendo, pero habrí­a que comenzar a ignorar a los representantes de las cavernas.

Eduardo Blandón

            Cuando he dicho arriba que el mundo entero está preocupado por el tema, pensaba en lo que está haciendo en estos dí­as Reino Unido.  Según notas de prensa, el ministro de educación inglés, Ed Balls, anunció para el próximo año la vigencia de un programa escolar de educación sexual y otro de relaciones humanas para los jóvenes de todos los centros educativos del paí­s.  ¿Qué tanta premura tienen esos elegantes caballeros?: nada menos que las estadí­sticas.

            La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) ha calculado que Reino Unido ocupa el cuarto lugar, atrás de México, Turquí­a y los Estados Unidos en cuanto a tasas de embarazos entre adolescentes.  Cada año cerca de 40 mil jovencitas menores de 18 años se embarazan y las cifras no parecen detenerse.  Todo esto trae consecuencias graves entre las familias que encuentran en el aborto la solución a sus problemas.

            En 2007 en el mismo Reino Unido se contabilizó 4 mil 376 abortos entre las menores de 16 años, un 10 por ciento más alto que 2006.  Estando así­ las cosas, los polí­ticos encargados de la cartera de educación encuentran en la experiencia holandesa la mejor opción para salirle al paso a una problemática que tiene nerviosa a la ciudadaní­a inglesa.  Las noticias dicen que los holandeses son los campeones en Europa en materia de educación sexual y, en consecuencia también, en cuanto a estadí­sticas de embarazos no deseados, abortos y enfermedades de transmisión sexual.

            Los contenidos que se tratarán en las aulas serán los esperados: sexualidad, reproducción, contracepción, embarazos y enfermedades de transmisión sexual, entre otros.  Nada del otro mundo, ¿no?  Si le entramos nosotros mismos a estos temas en los colegios y escuelas evitarí­amos que nuestros jóvenes se expusieran a enfermedades y nuestras hijas se embarazaran sin que apenas se den cuenta. 

            Yo creo que los padrecitos se equivocan de cabo a rabo cuando se oponen a que en sus centros educativos y en la sociedad en general se brinde una adecuada educación sexual.   Sus feligreses deben conocer con profundidad el tema y no escudarse en razones doctrinales que, al fin y al cabo, ellos mismos no comparten con unanimidad ni claridad.  Ojalá consideren su posición y no tengan que pedir perdón cientos de años después.