El mundo entero parece estar preocupado por el tema de la educación sexual. Los muchachos empiezan sus relaciones íntimas cada vez más jovencitos, las adolescentes se embarazan y las enfermedades de transmisión sexual están a la orden del día. ¿Por qué privar a los jóvenes de una educación de calidad fundamental para sus vidas?  No lo comprendo, pero habría que comenzar a ignorar a los representantes de las cavernas.
           Cuando he dicho arriba que el mundo entero está preocupado por el tema, pensaba en lo que está haciendo en estos días Reino Unido. Según notas de prensa, el ministro de educación inglés, Ed Balls, anunció para el próximo año la vigencia de un programa escolar de educación sexual y otro de relaciones humanas para los jóvenes de todos los centros educativos del país. ¿Qué tanta premura tienen esos elegantes caballeros?: nada menos que las estadísticas.
           La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) ha calculado que Reino Unido ocupa el cuarto lugar, atrás de México, Turquía y los Estados Unidos en cuanto a tasas de embarazos entre adolescentes. Cada año cerca de 40 mil jovencitas menores de 18 años se embarazan y las cifras no parecen detenerse. Todo esto trae consecuencias graves entre las familias que encuentran en el aborto la solución a sus problemas.
           En 2007 en el mismo Reino Unido se contabilizó 4 mil 376 abortos entre las menores de 16 años, un 10 por ciento más alto que 2006. Estando así las cosas, los políticos encargados de la cartera de educación encuentran en la experiencia holandesa la mejor opción para salirle al paso a una problemática que tiene nerviosa a la ciudadanía inglesa. Las noticias dicen que los holandeses son los campeones en Europa en materia de educación sexual y, en consecuencia también, en cuanto a estadísticas de embarazos no deseados, abortos y enfermedades de transmisión sexual.
           Los contenidos que se tratarán en las aulas serán los esperados: sexualidad, reproducción, contracepción, embarazos y enfermedades de transmisión sexual, entre otros. Nada del otro mundo, ¿no? Si le entramos nosotros mismos a estos temas en los colegios y escuelas evitaríamos que nuestros jóvenes se expusieran a enfermedades y nuestras hijas se embarazaran sin que apenas se den cuenta.Â
           Yo creo que los padrecitos se equivocan de cabo a rabo cuando se oponen a que en sus centros educativos y en la sociedad en general se brinde una adecuada educación sexual.  Sus feligreses deben conocer con profundidad el tema y no escudarse en razones doctrinales que, al fin y al cabo, ellos mismos no comparten con unanimidad ni claridad. Ojalá consideren su posición y no tengan que pedir perdón cientos de años después.