Educación: desafí­o y esperanza. Carta Pastoral del Episcopado Guatemalteco


Al publicar esta segunda edición, se propone replantar la necesidad de una educación más humana, una educación liberadora, evangelizadora. FOTO LA HORA: ARCHIVO

POR RAíšL HERNíNDEZ CHACí“N

Hace 23 años, el 19 de abril de 1987, la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica de Guatemala publicó una Carta Pastoral con el tí­tulo de este artí­culo. Ha pasado un tiempo considerable y las ideas y propuestas educativas de este documento continúan vigentes. Ello se debe a dos razones fundamentales: primero, los cambios en educación son muy lentos, el avance en cobertura y calidad es muy difí­cil, dadas las circunstancias socioeconómicas y polí­ticas, agravadas por los acontecimientos mundiales que afectan a los paí­ses más pobres de manera más dramática y, sin duda alguna, el interés y la importancia que puedan favorecer estos avances, desde las personas e instituciones con poder de decisión.


La educación continúa como prioridad, pero los gobiernos se ven muchas veces sometidos a presiones y exigencias que no favorecen presupuestos, entre otras limitaciones más.

No obstante pueden observarse algunas caracterí­sticas que buscan hoy mejorar el acceso a la educación, como la gratuidad y la puesta en marcha del nuevo currí­culo nacional base (CNB) como producto de la reforma educativa guatemalteca.

Y la segunda razón, la admirable vigencia que tienen las propuestas del documento que se comenta, dentro del cual sobresalen entre otros la pluriculturalidad, la cultura, la paz y la justicia social, que se desarrollan desde un marco referencial de un paí­s que intenta construir su democracia participativa con los grandes déficits en el campo económico, social y cultural.

Al hacer esta reflexión sobre la Carta Pastoral de la Iglesia Católica: «Educación: desafí­o y esperanza», en su 23 aniversario, se quiere reconocer públicamente la figura de un Obispo que vivió y trabajó intensamente por hacer de este documento una realidad educativa: monseñor Jorge Mario ívila del íguila, Obispo de Peten, de Jalapa y que sirvió en diversos cargos dentro de la Iglesia, para fortalecer una educación sustentada desde la persona humana y como un proceso integral que deberá desarrollarse desde las condiciones del contexto cultural en el cual se desenvuelve.

CONTENIDO DE LA CARTA PASTORAL

En su segunda edición de 2002, encontramos una presentación muy actualizada que recoge parte del caminar de este documento y de las diversas situaciones desde donde ha sido motivo de estudio, reflexión y acción. En lí­neas directas apunta que: «la comisión de educación de la Conferencia Episcopal de Guatemala, al publicar esta segunda edición, se propone replantar la necesidad de una educación más humana, una educación liberadora, evangelizadora.

Es decir, una educación con sentido humanista y cristiano que favorezca un verdadero proceso participativo, ante la necesidad de un planteamiento crí­tico y constructivo no sólo del sistema educativo sino de toda acción humana, que socialmente hablando promueva y respete la vida humana en todas sus dimensiones.» Este interesante documento está dividido en dos partes.

La primera expresa: trí­pode fundamental de un ideario educativo, capaz de abrir caminos a la corrección de errores del pasado y ala respuesta de demandas del presente con la mirada en el futuro».

La segunda parte dice: Educación: empresa nacional. Incluye una introducción y una conclusión dentro de las cuales dice que la Educación presenta uno de los más graves problemas y el más fuerte desafí­o, así­ como la necesidad de impulsarla como una obra de todos: una empresa nacional.

En la primera parte, se plantea EL IDEAL DEL HOMBRE GUATEMALTECO, que se resume en

1. La dignidad e igualdad del hombre, que se basa en su propia naturaleza, «por encima de cualquier condicionamiento económico, social o polí­tico».

2. Según Naciones Unidas, del 10 de diciembre de 1948, «la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrí­nseca y de los derechos igual e inalienables de todos los miembros de la familia humana».

3. La concepción del hombre, como persona, en su excelsa dignidad, en su igualdad universal, sujeto de derechos y deberes, constituye una primera aproximación al ideal del hombre guatemalteco.

4. Además se constata que el hombre es además un ser en relación necesaria. Su limitación humana, como realidad ontológica, le demanda volcarse al otro, llegar al otro y vivir en constante relación con el exterior, en una triple relación con Dios, con los otros y con la naturaleza.

5. Por otro lado es un ser que debe tomar conciencia de su dignidad y capacidad con sujeto de derechos y obligaciones, para participar «efectivamente en el desarrollo integral de Guatemala». (1.3.1)

El documento que ocupa esta reflexión incluye un apartado al tema EDUCACIí“N DESDE LA CULTURA GUATEMALTECA. De mucha originalidad y como antecedente de los Acuerdos de Paz, firmados diez años después. Aparecen ideas respecto a la educación desde la realidad guatemalteca, el reconocimiento a Guatemala como un paí­s en ví­as de desarrollo, en búsqueda de un camino democrático y el enfoque de la pluriculturalidad guatemalteca.

Hace una crí­tica a «la indiferencia tradicional del sistema educativo por lo indí­gena y lo rural». Pone énfasis en la educación desde y hacia la cultura de los marginados. Establece objetivos para la educación no formal, «como la gran cantera de la educación», sin descuidar la necesidad de superar los í­ndices de analfabetismo, particularmente en las zonas rurales. Reconoce que todo es vano, sino hay un esfuerzo sustantivo en la creación de escuelas primarias en todo el paí­s. Resume el tema con la frase contundente: «Así­ no sólo se construye sobre la justicia y respeto de un derecho, sino se dignifica al hombre e impulsa la economí­a del paí­s en una apertura de bienestar y provecho para la mayorí­a.» (2.2.4.3).

Un tema que trata con vehemencia y profundidad se relaciona con LA EDUCACIí“N ENCAMINADA A FORMAR CONSTRUCTORES DE LA SOCIEDAD. Al respecto apunta: «el influjo de la tarea educativa no es neutral en la conformación de la sociedad, necesariamente impulsará el cambio hacia lo mejor o, por el contrario, fortalecerá la permanencia de la injusta situación social o, incluso, provocará mayor deterioro. Su influencia se mide por la calidad de hombre que logra formar.» ( 3.1)

De particular atención es la referencia concreta a las caracterí­sticas que señala para la escuela como centro educativo que forma constructores de la sociedad: «Conciencia crí­tica, apertura al cambio, solidaridad, acción polí­tica, capacidad de convivencia social y capacidad de diálogo.»

La segunda parte del documento que comentamos expresa en su tí­tulo el compromiso: Educación: Empresa nacional. Se refiere a los derechos y responsabilidades de los padres de familia respeto a tan delicado tema, las caracterí­sticas de las asociaciones de padres de familia, la responsabilidades del estado educador, la iniciativa privada en la educación, con un llamado a anteponer la realización de la persona humana a todo interés calculador de lucro, a todo sentimiento egoí­sta y ambicioso de exageradas ganancias.

Menciona la labor de la Iglesia Católica en el campo educativo, reconociendo su mandato de Madre y Maestra, así­ como la labor de las escuelas católicas. Quizá una de las frases más impactantes lo constituye lo referente a los maestros: LOS MAESTROS GESTORES PRINCIPALES DE LA EDUCACIí“N. Aquí­ hace énfasis en la formación permanente. Dice que: «Con su vida, en efecto, el maestro propone al educando modos de vivir, de actuar, de pensar. Un maestro no puede diluirse entre programa y asignaturas, no puede usarlas como máscaras que escondan su personalidad. En ellas se transparenta y ofrece un testimonio de su vida, de su palabra, de su pensamiento.» (4.2.1)

CONCLUSIí“N

Este valioso documento es lectura obligada para quienes se dedican a la maravillosa tarea de educar en serio. Para quienes hacen de su vida profesional una misión de servicio y de entrega a los niños y jóvenes a quienes se entregan. El ideal del hombre y de la mujer guatemaltecos está directamente sugerido desde la persona en su contexto. Luego las caracterí­sticas de la escuela como constructora de la sociedad y finalmente los criterios profesionales del educador como agente principal del hecho educativo, constituyen los tres grandes aportes que orientan a una educación humanizadora y personalizadora en el ámbito socioeconómico guatemalteco. Promover su lectura, elaborar análisis de su contenido y llevarlo a la práctica hacen que este aporte valioso tenga mucho significado desde su nombre de tanta proyección, por sinceramente la educación siempre será un DESAFíO para todos y todas y una ESPERANZA para el presente y el futuro de TODOS los guatemaltecos.