Edgar Allan Poe nació en Boston, el 19 de enero de 1809, y murió en Baltimore, el 7 de octubre de 1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico estadounidense, generalmente reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, del cual fue uno de los primeros practicantes en su país. Fue renovador de la novela gótica, recordado especialmente por sus cuentos de terror. Considerado el inventor del relato detectivesco, contribuyó asimismo con varias obras al género emergente de la ciencia-ficción. Por otra parte, fue el primer escritor estadounidense que intentó hacer de la escritura su modus vivendi, lo que tuvo para él consecuencias desastrosas.
OBRA
Poe escribió cuentos de distintos géneros, poesía, crítica literaria y ensayo, éste sobre los temas más variados, además de una novela larga. A lo largo de toda su vida también escribió numerosas cartas.
INFLUENCIAS
La crítica suele coincidir al determinar las fuentes literarias de las cuales bebió este autor. En sus primeros cuentos sigue a Boccaccio y Chaucer. También se inspiró en toda la novela gótica inglesa: Horace Walpole, Ann Radcliffe, Matthew G. Lewis y Charles Maturin, entre otros.
Conoció bien a los góticos alemanes (E.T.A. Hoffmann, el barón Friedrich de la Motte Fouqué, etc.). De su país fue devoto de los pioneros Charles Brockden Brown y Washington Irving. Otros autores ingleses que admiró mucho: Walter Scott, William Godwin y Edward Bulwer-Lytton.
En poesía, se dejó cautivar desde muy joven por Lord Byron. Dentro de este género apreció bastante la poesía nocturna francesa y germánica, así como a todos los románticos ingleses: Shelley, Keats, Wordsworth (al que, sin embargo, criticó su didactismo) y Coleridge. También valoró grandemente a Tennyson. Pero el autor que probablemente aparece más veces citado por Poe en sus obras es el filósofo inglés Joseph Glanvill.
CUENTOS
Julio Cortázar ordena sus relatos de acuerdo con el «interés» de sus temas. «Sus mejores cuentos son los más imaginativos e intensos; los peores, aquellos donde la habilidad no alcanza a imponer un tema de por sí pobre o ajeno a la cuerda del autor.» Los agrupa en: cuentos de terror, sobrenaturales, metafísicos, analíticos, de anticipación y retrospección, de paisaje, y grotescos y satíricos (id.).
Destaca Cortázar lo expresado por Poe en una carta: «Al escribir estos cuentos uno por uno, a largos intervalos, mantuve siempre presente la unidad de un libro.» Los cuentos de terror o cuentos góticos constituyen su obra más conocida. El escritor y crítico irlandés Padraic Colum afirmó que relatos como «El barril de amontillado», «El pozo y el péndulo», «La caída de la casa Usher», «Ligeia», etc. se hallan entre «los mejores cuentos del mundo».
El de terror fue un género que adoptó Poe para satisfacer los gustos del público de la época. Sus temas más recurrentes tienen que ver con la muerte, incluyendo sus manifestaciones físicas, los efectos de la descomposición de los cadáveres («La verdad sobre el caso del señor Valdemar»), temas también relacionados con el entierro prematuro («El entierro prematuro»), la reanimación de cadáveres («Conversación con una momia», «La caída de la casa Usher») y demás asuntos luctuosos. De esta manera, se ha señalado con frecuencia la obsesión entre necrofílica y sádica del autor, manifestada en distintos niveles y matices, según los relatos.
Otros temas recurrentes en sus historias macabras son la venganza («Hop-Frog», «El barril de amontillado»), la culpa y la autopunición («William Wilson», «El corazón delator», «El gato negro», «El demonio de la perversidad»), la influencia del alcohol y el opio («El gato negro», «La caída de la casa Usher», «El Rey Peste»), el poder de la voluntad («Ligeia», «Morella»), etc.
Con motivo de sus primeras publicaciones del género, la crítica lo acusó de dejarse llevar en exceso por la influencia de la fantasía alemana, por ejemplo de Hoffmann. A lo que el escritor replicó, en el prólogo a su libro Cuentos de lo grotesco y arabesco: «Si muchas de mis producciones han tenido como tesis el terror, sostengo que ese terror no viene de Alemania, sino del alma; que he deducido este terror tan sólo de sus fuentes legítimas, y que lo he llevado tan sólo a sus resultados legítimos.»
Muchas de estas obras han sido encuadradas a menudo dentro del llamado romanticismo oscuro («dark romanticism»), en el que lo acompañaron autores como Nathaniel Hawthorne y Herman Melville. Este movimiento surgió como reacción al trascendentalismo de la época, que Poe detestaba. Calificaba a los seguidores de este movimiento de «Frogpondians» (algo así como «ranas de charca», en referencia al estanque de un conocido parque de Boston) y ridiculizaba sus escritos denominándolos «gestionametáforas» que incurrían en «la oscuridad por la oscuridad» y «el misticismo por el misticismo». El escritor, sin embargo, en una carta a su gran amigo Thomas Holley Chivers, escribió que él no odiaba a los trascendentalistas, sino «sólo a los sofistas que se cuentan entre ellos».
Poe igualmente dio origen al relato de detectives con sus cuentos analíticos y de raciocinio: «La carta robada», «Los crímenes de la calle Morgue», «El escarabajo de oro» y «El misterio de Marie Rogíªt», que influyeron directamente en autores posteriores como Arthur Conan Doyle, cuyo Sherlock Holmes está inspirado directamente en el Auguste Dupin de Poe (véase Legado e influencia).
Dio asimismo un significativo giro al género emergente de la ciencia-ficción, respondiendo así a los recientes avances científicos y tecnológicos, como el globo aerostático, en su cuento «El camelo del globo». En castellano existe una edición de los relatos de ciencia-ficción del autor que contiene 13 cuentos, desde «Von Kempelen y su descubrimiento» hasta «Un cuento de las montañas escabrosas», e incluso «Manuscrito encontrado en una botella».
Ya se ha destacado que el autor escribió gran parte de su obra de acuerdo con los gustos populares de la época, lo que «vendía». A tal efecto, sus relatos recogen a menudo elementos de la pseudociencia, la frenología y la fisiognomía.
El escritor dedicó asimismo muchos relatos a la sátira, al humor e incluso la mistificación humorística (patraña). Para crear el efecto cómico, solía servirse de la ironía y la extravagancia absurda, en un intento de poner coto al conformismo ideológico del lector. Así, «Metzengerstein», su primer cuento publicado, y también su primer incursión en el terror, había sido concebido inicialmente como una sátira del género, como se ha dicho, muy popular en la época.
Pero la sátira en piezas como «El timo considerado como una de las ciencias exactas», «El hombre de negocios» o «Los anteojos» es siempre desprecio. Esto se evidencia en sus personajes: astutos seres que embaucan a la masa despreciable, o miserables muñecos que van de tumbo en tumbo, cometiendo toda clase de torpezas. Y cuando incurre en el humor («El aliento perdido», «Bon-Bon», «El Rey Peste») suele derivar inmediatamente en lo macabro, donde está en su terreno, o en lo grotesco, que considera desdeñosamente el terreno de los demás. Todo lo cual deriva de la incapacidad de Poe, en palabras de Cortázar, para «comprender lo humano, asomarse a los caracteres, medir la dimensión ajena… por eso Poe no alcanzará nunca a crear un solo personaje con vida interior». En este sentido, afirmó Baudelaire, en el prólogo a su traducción de las Historias extraordinarias del norteamericano: «(Son) cuentos llenos de magia que aparecen reunidos bajo el título de Tales of the Grotesque and the Arabesque, título notable e intencionado, puesto que los ornamentos grotescos y arabescos rehúyen la figura humana, y ya veremos cómo la literatura de Poe es en muchas aspectos extra o supra humana». Robert Louis Stevenson, en un conocido ensayo sobre Poe, llegó a afirmar: «Quien fue capaz de escribir «Rey Peste» dejó de ser un ser humano». Estas narraciones, sin embargo, debido a su extravagancia, fueron muy apreciadas por los poetas surrealistas.
Mención aparte merecen sus relatos de corte poético y metafísico, muchos de ellos auténticos poemas en prosa, de acendradas virtudes estéticas: «La conversación de Eiros y Charmion», «El coloquio de Monos y Una», «El alce», «La isla del hada», «Silencio», «Sombra», etc.
En lo tocante a su técnica, y su muchas veces apuntada intensidad narrativa, Poe «comprendió que la eficacia de un cuento depende de su intensidad como acaecimiento (…) Cada palabra debe confluir, concurrir al acaecimiento, a la cosa que ocurre, y esta cosa que ocurre debe ser sólo acaecimiento y no alegoría (como en muchos cuentos de Hawthorne, por ejemplo) o pretexto para genealizaciones psicológicas, éticas o didácticas (…) La cosa que ocurre debe ser intensa. Aquí Poe no se planteó estériles cuestiones de fondo y forma; era demasiado lúcido como para no advertir que un cuento es un organismo, un ser que respira y late, y que su vida consiste -como la nuestra- en un núcleo animado inseparable de sus manifestaciones».
Padraic Colum, por su parte, lo sitúa como el creador del concepto de «atmósfera» en el arte literario. Cortázar llama a este recurso «creación de ambientes» y compara a Poe con otros maestros en esta técnica como Chéjov, Villiers de L»Isle-Adam, Henry James, Kipling y Kafka.
Poe valoraba en el relato corto por encima de todo la imaginación, así como la originalidad y la verosimilitud. Por lo tanto, el criterio que primaba en este tipo de relatos era exclusivamente estético. Según el crítico Félix Martín, «conocidos fueron sus pronunciamientos sobre la supremacía de la imaginación, su condena explícita de la intención moral en la obra de arte y de la alegoría moral, tanto en poesía como en narración, así como el rechazo de todo tipo de verdad inherente a los hechos del relato (…) Al descartar el didacticismo moralizante como objetivo de la obra de arte, Poe la libera de criterios de verosimilitud externos y da rienda suelta a aquellos elementos fantásticos y formales que la configuran estéticamente, configuración apreciable sobre todo a través de los efectos que produce en el lector».
NOVELA
Poe es autor de una única novela: La narración de Arthur Gordon Pym (The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket) (1838). Se trata de un relato de aventuras marineras de tipo episódico, centrado en su intrépido protagonista, quien encontraría eco posteriormente en las obras de Stevenson. El autor buscó sus fuentes principalmente en antiguas leyendas marineras, como la del Holandés errante, y en sus lecturas de Daniel Defoe y S. T. Coleridge. Debido a la abundancia de detalles macabros que contiene y a su indescifrable desenlace, la obra ha estado siempre rodeada de polémica. La novela fue muy valorada por los surrealistas que destacaban en ella su especial eficacia evocativa de elementos inconscientes. Por este motivo también ha sido muy estudiada por el psicoanálisis. Julio Verne escribió una continuación: La esfinge de los hielos. «La obra posee el doble valor de un libro de aventuras lleno de episodios «vividos» y a la vez de una corriente subterránea evasiva y extraña, un trasfondo que cabría considerar alegórico o simbólico, de no tener presente la tendencia contraria del autor, y sus explícitas referencias en este sentido.»
LEGADO E INFLUENCIA
El alcance de la influencia de Poe en todos los ámbitos literarios es inabarcable. El crítico David Galloway ha resaltado que la misma se basa en «la fuerza de su profunda inteligencia creadora que pudo hacer cristalizar actitudes, técnicas e ideas que nos parecen particularmente modernas», pero es sobre todo por lo que respecta a sus repercusiones en el movimiento simbolista francés, en la estética poética del decadentismo inglés, en la génesis de la ficción detectivesca, en la configuración del motivo novelesco del Doppelgí¤nger (el doble) o en la concepción de un arte narrativo afín a las teorías formalistas y estructuralistas. Otras influencias no tan claras, aunque muy patentes: su incidencia en la ciencia-ficción, el sello del absurdismo grotesco en la narrativa sureña contemporánea, el impacto de su radicalismo estético en la poesía transcendentalista norteamericana, su aportación a la tradición gótica de la novela y el alcance de su filosofía científica y de sus conocimientos psicológicos y parapsicológicos, así como el de su crítica literaria.
Durante toda su vida, Poe fue principalmente reconocido como crítico literario. Su amigo, también crítico, James Russell Lowell, lo llamó «el crítico más exigente, filosófico y sin miedo a obras imaginativas que ha escrito en América», aunque se preguntaba si alguna vez utilizaba ácido prúsico en lugar de tinta. También muy conocido como escritor de ficción, fue uno de los primeros autores estadounidenses del siglo XIX en llegar a ser más popular en Europa que en su país. El respeto que se le tiene en Francia es debido principalmente a las tempranas traducciones de su obra por parte de Charles Baudelaire, traducciones que pronto fueron consideradas definitivas en toda Europa.
Las obras policíacas de Poe protagonizadas por el ficticio C. Auguste Dupin, fueron tierra abonada para toda la literatura del género posterior. Sir Arthur Conan Doyle declaró: «Cada una de estas obras constituye una raíz de la que ha brotado toda una literatura… ¿Dónde estaba la literatura policíaca antes de que Poe le insuflara el aliento de vida.» La asociación Mystery Writers of America ha denominado en su memoria sus más importantes galardones: los Edgars. Poe también influyó decisivamente en la ciencia-ficción, muy notablemente en Julio Verne, quien escribió una secuela de la novela poeana La narración de Arthur Gordon Pym. Verne la tituló: La esfinge de los hielos. El autor de ciencia-ficción H. G. Wells apuntó que «Pym narra todo aquello que una inteligencia de primer orden era capaz de imaginar sobre el Polo Sur hace un siglo».
Al igual que otros artistas célebres, las obras de Poe han conocido multitud de imitadores. Una corriente muy interesante es la de aquellos clarividentes o personas con poderes paranormales que se autoproclaman canales de ultratumba de la voz poética de Poe. Uno de los más singulares fue la poetisa Lizzie Doten, quien, en 1863, publicó Poems from the Inner Life («Poemas de la vida interior»), en el que aparecen presuntos poemas recibidos del espíritu de Poe. Estas piezas no eran más que refritos de poemas como «The Bells», pero reflejando una nueva y positiva significación.
Aunque jamás encontraría en España la larga estela de adeptos que ha tenido en Francia, es muy conocido su peso en el marco de la narrativa hispanoamericana, con Cortázar y Borges a la cabeza. «La constante reedición de su obra narrativa, sin embargo, es indudablemente la prueba más fehaciente de que Poe continúa ejerciendo una influencia poderosa y magnética sobre el lector español. La escasez de estudios críticos en castellano merecería ser disculpada por este motivo.»