Ecuador quiere ajustar cuentas


Un simpatizante del presidente Rafal Correa participa en la manifestación de apoyo para que se reevalúe la deuda (Rodrigo Buendí­a-AFP-La Hora).

La crisis mundial asusta a los grandes y envalentona a los chicos: Ecuador, socio de la OPEP, anunció su deseo de no pagar, «por ilegí­tima», un 30% de la deuda externa justo cuando la renta petrolera decae y necesita dinero para aceitar su robustecida máquina estatal.


El presidente Rafael Correa dio forma a una de las viejas aspiraciones de la izquierda: ajustar cuentas con los acreedores que con «malas artes, mentiras, tí­tulos espurios y chantaje», según sus palabras, endeudaron a su paí­s durante los últimos 30 años con la complicidad de los gobiernos.

Apoyado en una auditorí­a nombrada por él mismo, Correa dijo que «buscará no pagar» la deuda «ilegal, ilegí­tima y corrupta» enfocándose en principio en la comercial, que equivale al 30% del total del pasivo de 10.600 millones de dólares (20,6% del Producto Interno Bruto).

Dicho crédito está representado en los llamados bonos Global con vencimiento al 2012, 2015 y 2030, que sustituyeron a los Brady durante la renegociación de la deuda ecuatoriana hace ocho ochos, cuando quebró el sistema financiero y fue dolarizada la economí­a.

Con los organismos multilaterales Correa no tiene mejor relación. Primero expulsó al representante del Banco Mundial (BM) acusándolo de chantaje y luego pagó al FMI una deuda de nueve millones de dólares para reducir al mí­nimo la relación con el organismo.

Antes de recibir la investigación que halló un sinnúmero de irregularidades en el endeudamiento, Correa se acogió a una mora técnica de 30 dí­as para suspender el pago de 30,6 millones de dólares correspondientes a los intereses de los Global 2012.

La medida impactó severamente el precio de los tí­tulos ecuatorianos, que se negocian en su valor más bajo desde su emisión, comprometiendo además el acceso al crédito, dijo un analista de bolsa de la banca privada que exigió el anonimato.

«Ecuador es hoy uno de los paí­ses peor calificados por los inversionistas. Un bono ecuatoriano ofrece un 47% de rentabilidad con respecto del 4% de los bonos del tesoro estadounidense, pero el riesgo de no pago es tan elevado que nadie querrá adquirirlos», comentó el especialista.

De esa forma, los mercados dan por seguro que Ecuador caerá en «default» (mora) en época de recesión mundial y cuando su economí­a dolarizada siente los efectos por la brusca caí­da de las remesas y los precios del petróleo, cuya venta financia el 40% del presupuesto.

Por ahora Correa, a costa de desprestigiar a los acreedores, reforzó el capital polí­tico que le deja sus reformas socialistas -dirigidas a la asistencia de los más pobres-, mientras varios ven en su anuncio un plan para obligar a una renegociación y liberar recursos ahora que el petróleo se derrumba.

«Sabemos que no quiere pagar sus obligaciones, pero por declaraciones de funcionarios creemos que Correa buscará renegociar y disminuir el peso de la deuda, que ya de por sí­ es uno de los más bajos de la región con respecto del PIB», dijo un analista de una firma internacional calificadora de riesgo.

Otros observadores creen que el presidente apunta más allá: al fin de la dolarización, un esquema que siempre ha repudiado tanto o más que el endeudamiento con la banca y el «codicioso libre mercado que reina en Wall Street», como lo llamó en su discurso.

«En medio de esta crisis una mora en la deuda aislará a Ecuador, que a falta de crédito tampoco tendrá liquidez para mantener una economí­a dolarizada que exige un flujo continuo y encontrará así­ un pretexto para salir del dólar», estimó Jaime Carrera, del Observatorio Fiscal.

Las economí­as mundiales perciben el 2009 como el año de la liquidez y de los créditos blandos, justamente lo que le hará falta al gobierno de Ecuador, que «con su movida con la deuda podrí­a forzar la «desdolarización» y permitirle tener una moneda propia, dijo el analista de la banca privada.

«Con los organismos multilaterales Correa no tiene mejor relación. Primero expulsó al representante del Banco Mundial (BM) acusándolo de chantaje y luego pagó al FMI una deuda de nueve millones de dólares para reducir al mí­nimo la relación con el organismo».