El gobierno de Ecuador pidió al FMI que traslade sus oficinas fuera del Banco Central (BC) al enfatizar que no «quiere ninguna relación crediticia con ese organismo», dijo ayer el ministro de Economía, Ricardo Patiño, aclarando que la medida no supone una «expulsión».
«El BC es de Ecuador no del Fondo Monetario Internacional (FMI), por lo tanto esperamos -y nos lo han prometido- que el 15 de julio se vaya a buscar quién le arriende local, pero no puede estar en el Banco», declaró Patiño tras rendir un informe de labores en el puerto de Guayaquil (suroeste).
El funcionario, quien enfrenta una simbólica moción de censura en el Congreso, señaló que el pedido no supone una expulsión del organismo, como la dispuesta por el gobierno con el Banco Mundial (BM) a mediados de abril.
«Si ellos quieren tener una oficina en nuestro país, pueden tenerla pero no en la oficina del BC. Nuestro organismo monetario y crediticio merece consideración y debe tener autonomía de los organismos internacionales», afirmó Patiño.
El ministro aseguró en que el Ejecutivo no está interesado en restablecer la línea de financiamiento con el FMI, tras haberle pagado una deuda pendiente de 11,4 millones de dólares.
«En el caso del FMI hay antecedentes que son nefastos (…). Por eso hemos dicho que no queremos tener ninguna relación crediticia con esa entidad», sostuvo.
Desde antes de asumir el poder el 15 de enero, el presidente socialista Rafael Correa ha cuestionado a los organismos de crédito internacionales culpándolos del «desastre neoliberal» en su país.
El mandatario dispuso la salida del delegado del BM en Ecuador, el brasileño Eduardo Somensatto, en represalia por el congelamiento de un préstamo de cien millones de dólares que había gestionado siendo ministro de Economía en 2005.
Ricardo Patiño, ministro de economía de Ecuador.