Guatemala arrancará el año 2012 con nuevo gobierno y por lo tanto un nuevo Gabinete Económico que debe, desde ya, tomar en cuenta la volatilidad de las condiciones internacionales porque si bien Europa no es nuestro principal socio económico, sin duda que lo que ocurra en la Unión Europea como resultado de la crisis de la deuda pública, tendrá repercusiones en Estados Unidos y el resto del mundo, lo que sí tiene que ver con nuestra propia condición.
Con la crisis financiera internacional provocada por el mal manejo de muchas de las principales entidades bancarias del mundo, las autoridades guatemaltecas del momento aseguraban que el país estaba blindado frente a esa crisis y que no tendría repercusiones locales de gran envergadura. Sin embargo, la experiencia demostró lo contrario, no sólo por la contracción de ingresos y la baja comercial, sino que también porque el mismo Estado tuvo una drástica reducción en la recaudación tributaria que el gobierno de Colom enfrentó con la contratación de deuda pública que llegó, en su gobierno, a niveles nunca antes vistos en Guatemala.
Básicamente las condiciones internas no han variado mucho porque seguimos con fuertes necesidades de inversión, sobre todo en el campo social y en el de seguridad y justicia, pero no hay ingresos suficientes para sufragar tales gastos, por lo que el gobierno de Pérez Molina, para financiar el presupuesto que deja aprobado el Congreso, requerirá de ingresos que únicamente pueden venir de la recaudación fiscal o de la negociación de nuevos préstamos para sufragar el déficit.
En pocas palabras, el panorama no es alentador y requiere de mucho realismo y capacidad de liderazgo para emprender un camino que nos permita reducir el déficit y evitar nuevas deudas que puedan comprometer el futuro del país. Pérez Molina ha hablado de la necesidad de una reforma fiscal y ese tema no puede quedar en el tintero y reclama la responsabilidad de todos los ciudadanos. Si el Gobierno ofrece muestras claras de probidad, si se termina con el manoseo de los recursos públicos con fines politiqueros y hay seriedad en la conducción del Gobierno, evitando la impunidad en casos de corrupción, seguramente que será mucho más fácil avanzar en el proceso de reforma. Por ello es que el gobierno entrante tiene un compromiso histórico de combatir la corrupción, porque es el único camino que evitará el eterno argumento de que no hay que pagar impuestos porque los mismos sirven únicamente para que roben los funcionarios. Romper el círculo vicioso es imperativo y la pelota está en el campo del gobierno que necesita transparencia para superar la volatilidad de la economía mundial.
Minutero:
Apostar a la institucionalidad
resulta un imperativo
pues no habrá seguridad
sin derecho positivo