Economí­a informal: un negocio que prolifera en fin de año


Lucrecia López, después de preparar el desayuno para sus dos hijas y su esposo, sale de la casa a las seis de la mañana para ir a trabajar; después de una larga jornada laboral, regresa a su casa a las 11 de la noche para planchar ropa y lavar trastos.

Javier Estrada Tobar
lahora@lahora.com.gt

Lucrecia, al igual que muchos otros guatemaltecos, optó por iniciar con un negocio informal en la calle; vendiendo pantalones y blusas consigue pagar alimentos y parte de los servicios en su hogar, sin embargo afirma que las jornadas de trabajo son agotadoras y no le permiten compartir tiempo con sus hijas.

«Sin trabajo y dinero… no iba a robar a las personas; es cansado, pero por lo menos consigo algo de ganancia» dijo, mientras mostraba las prendas a varias personas que se acercaban a su venta.

Las cifras oficiales indican que siete de cada diez guatemaltecos no poseen un empleo formal y que, como Lucrecia, se ven obligados a buscar formas alternas para cumplir con sus obligaciones con su familia.

Sin embargo esta forma de sobrevivencia no es del todo satisfactoria para los trabajadores, ya que no cuentan con una certeza en ingresos, no poseen prestaciones, y arriesgan su seguridad al trabajar en las calles, siendo más vulnerables para ser asaltados y extorsionados por pandilleros.

No es un crimen

En un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN) se considera que la economí­a informal es una actividad legí­tima, ya que no es un crimen o una práctica antisocial; sin embargo no cumple con la legislación laboral, comercial, fiscal y sanitaria.

Según estimaciones del CIEN, para el sistema económico nacional, el mercado informal representa la mitad del movimiento monetario, por cada quetzal producido por el sector formal, el informal produce 50 centavos, de tal forma que es un determinante de la macroeconomí­a del paí­s.

No obstante, la legislación es uno de los principales impedimentos para desarrollar la economí­a formal, dado que complicaciones económicas, tributarias y legales dificultan que los guatemaltecos emprendan un negocio o inicien una empresa con los parámetros formales.

Luis í“scar Estrada, ministro de Economí­a, reconoce que es un problema que debe ser atendido con alta prioridad. Explicó que se proyecta desde dos ví­as: la competitividad y el apoyo a las pequeñas y medianas empresas (pymes).

En el ámbito de la competitividad, se han modificado los trámites para agilizar la apertura de empresas, reduciendo el tiempo hasta 24 horas, así­ también se han creado programas de apoyo técnico para la participación en ruedas de negocios y la participación en mercados locales.

Mientras que el apoyo a las pymes está focalizado a la asistencia técnica y facilitación de créditos con reducidas tasas de interés, que se dirigen principalmente a proyectos de desarrollo rural en el interior de la república.

«Formal, sin garantí­as»

Carlos Barreda, analista económico del Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH), considera que la implementación de polí­ticas dirigidas a reducir la informalidad del comercio es necesaria.

Sin embargo, explicó que también es necesario vigilar que se cumplan los derechos de los empleados dentro de las empresas, espacialmente en las maquilas, donde se han detectado anomalí­as en las jornadas de trabajo, pago de salarios y prestaciones.