Los connacionales, de nuevo, sacan fuerzas de flaqueza. No se cruzan de brazos ante la crisis económica imperante. La necesidad obliga a tener que asumir actitudes como contrapartida al complicado momento, mismas puestas en práctica con arrojo y la mejor buena voluntad, en resguardo de sus intereses personales y de los suyos.
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A pesar del fenómeno de la recesión, alimentada y expandida desde la potencia mundial del Norte, aparejada con el cierre de industrias y fuentes de trabajo. Además, mientras las repercusiones toman posicionamiento y causan de inmediato enorme desempleo en nuestro país, deciden luchar duro, a fin de subsanar el problema severo.
En el medio y respecto al campo laboral, de suyo en picada, la capacidad de compra de una inmensa mayoría registra evidente descenso. De consiguiente, la economía informal tiene crecimiento cada vez más. Las filas engrosadas existen; sin embargo, mediante alternativas, fruto del ingenio y creatividad encomiables, logran avances.
La situación aludida se refleja en pequeños negocios que sirven de oferta conveniente. Competividad la hay, pero de carácter leal, ausente de provocar molestias agudas a los demás. Al contrario, resulta notoria la convivencia pacífica en niveles de solidaridad, compañerismo y frente común. Es parte sustantiva de la idiosincrasia.
En aras de dicho afán, muestra de la intencionalidad de ganarse el sustento propio y de su familia con honradez, accionan en diversos sitios citadinos. Bajo la idea de conformar una gama de satisfactores al público, consumidor potencial, algo importante viene a ser el objetivo de mantener precios asequibles con los ingresos limitados.
La variedad constituye la tarjeta de presentación de los nuevos grupos de la economía informal. A sabiendas que tal contingente sentó sus reales desde hace varios años. Contra viento y marea al inicio, puesto que la Policía Municipal perseguía a los vendedores callejeros. La mercancía incautada sufrió daños, y también desaparecía por arte de magia.
El conjunto que ahora conforma más y más elementos de vendedores informales se ubica por lo regular fuera de mercados cantonales. En calles y avenidas se instalan. Lo mismo que frente a sus propias viviendas en pequeñas mesas y toldos mínimos. Esquinas estratégicas, según mercadeo empírico, son su campo de acción también.
Dentro del término de vendimia el consumidor encuentra variedad indispensable, a precios muy razonables. Inclusive hay que destacar el ingrediente importante de ser artesanías novedosas, artículos surtidos y todo lo indispensable en el hogar. Confirman el hecho que al mal tiempo, buena cara; además, que para todos da Dios.
Respecto a las artesanías, llama la atención y el interés la originalidad, tocante a los materiales utilizados de la propia naturaleza. Su procesamiento significa habilidad manual a toda prueba el dominio alcanzado. Admirable resulta encontrar artículos para todos los gustos, sin recurrir a la importación que desfavorece bastante.
Pone de manifiesto que el país goza de riqueza material y sobre todo natural, transformada por manos nuestras como respuesta necesaria a la crisis apabullante. Expone en otro orden de ideas la fortaleza de espíritu batallador que existe en abundancia en nuestros compatriotas. Lejos de enlistarse en los renglones torcidos de la delincuencia.
Resta decir otro aspecto del tema en alusión. Pequeños talleres se toman las aceras, también las calles para fines de trabajo. Eso afecta la libre locomoción, pues carece de dársele distinta denominación. Y para fines de recaudación tributaria actualmente a la caza de contraventores, la SAT no pierde tiempo por lo visto.