Estados Unidos cruzó acusaciones con China e India sobre la disposición de una y otra parte a poner el broche final a siete años de negociaciones de apertura de los mercados mundiales, al iniciarse hoy la segunda semana de discusiones ministeriales en Ginebra.
Para llevar a buen puerto un acuerdo negociado desde hace siete años, «el problema principal es mantener la calma», comentó el canciller brasileño Celso Amorim antes de una reunión del selecto grupo de siete potencias comerciales (Estados Unidos, Unión Europea, India, Brasil, Japón, Australia y China).
Un viento de optimismo había soplado el viernes sobre la posibilidad de éxito de la Ronda de Doha, gracias a propuestas presentadas por el director general de la Organización Mundial de Comercio (OMC) Pascal Lamy para conciliar los intereses de los exportadores agrícolas del Sur y los exportadores industriales del Norte.
Pero nuevas tensiones surgieron durante el fin de semana, principalmente en el capítulo agrícola, abriendo nuevos frentes que dividieron a los países del Sur.
Llegar a un acuerdo es «una cuestión de horas», afirmó Lamy ante el Comité de Negociaciones Comerciales (CNC) que reúne a representantes de los 153 países de la OMC. «Estamos contrarreloj; ya es tiempo de que todos hagan gala de flexibilidad», agregó.
«En los últimos días, hubo enormes convergencias, y en otros terrenos la convergencia es inminente», aseguró por su lado el portavoz de la institución, Keith Rockwell, que citó entre los puntos de consenso los productos tropicales, la erosión de preferencias arancelarias y los denominados productos sensibles.
Los ánimos en la reunión del CNC estaban sin embargo caldeados.
En su intervención, Estados Unidos acusó a India y China de poner en peligro el equilibrio alcanzado en torno al paquete de Lamy.
«Una economía emergente de primer plano, India, rechazó el paquete, y luego otra economía emergente de primer plano, China, tomó sus distancias», declaró el número dos de la misión estadounidense en Ginebra, David Shark.
Las posiciones de los dos países asiáticos «colocan la totalidad de las negociaciones de Doha en la situación de mayor peligro en estos siete años», remachó Shark.
El ministro indio de Comercio, Kamal Nath, rechazó esas imputaciones.
«Pienso que quienes bloquean la Ronda (de Doha de la OMC) son los grandes países desarrollados (…) que se preocupan más por sus propios intereses comerciales que por el tema de la reducción de la pobreza», dijo Nath.
El paquete de Lamy fue aceptado por la mayoría de los Siete grandes, aunque no por India, que contesta tanto su apartado industrial -al igual que Argentina y Sudáfrica- como agrícola, del mismo modo que otros emergentes como Indonesia, Filipinas y Turquía.
El sábado, China se sumó a los cuestionamientos, y advirtió que estaba decidida a proteger su producción de arroz, algodón y azúcar, sin recortes de aranceles, y que se negaba a entablar negociaciones sectoriales en el sector industrial.
Entre los puntos que generaron mayor polémica, figura la exigencia de India de poder elevar sus aranceles en caso de aumento de importaciones o de súbita caída de precios de determinados productos agrícolas.
Ese reclamo fue rechazado por países exportadores agrícolas, tanto desarrollados (como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda) como en desarrollo (entre ellos Uruguay, Paraguay, Chile y Costa Rica).
Las propuestas de Lamy también crearon tensiones dentro de la Unión Europea.
Francia, que ejerce la presidencia semestral de la UE, dijo hoy que no estaba dispuesta a firmar el acuerdo en su estado actual, por considerar que «no incluye ningún avance en asuntos esenciales».
Japón, por su lado, hizo saber que luchará para mantener la cuota más elevada posible de productos agrícolas «sensibles» que pueden ser protegidos por aranceles disuasivos.