Dos poemarios eróticos


Escribir poesí­a, en Guatemala es un vano heroí­smo que, sobre todo y con mucha razón, ha sido abandonado, por los poetas hombres, pues la poesí­a es un género que no se cotiza en los mercados literarios. La poesí­a es considerada obsoleta, que no conduce a nada y que la mayorí­a de lectores rechazan o bien que hojean por obligación de lectura o compromiso amistoso que los llena de fastidio. Ante eso los editores y los libreros no se preocupan de anunciarla ni de venderla y menos de editarla y los pocos libros en consignación o bien, que han editado para dar a su negocio un matiz artí­stico, los arrinconan en apartados estantes.

Luz Méndez de la Vega

Todo cambia y hay que cambiar al paso de los tiempos, dicen los más afamados escritores que se ruborizan de haber escrito poesí­a y se alejan de la misma como de una vieja amante en decadencia, para entregarse con pasión a la seductora y rejuvenecida prosa con todas sus dádivas de, al menos, lectores y alguna fama; porque el escritor guatemalteco, generalmente se cree que debe «escribir por amor al arte», acostumbrarse «a vivir del aire» y no recibir nada a cambio, más que la í­ntima satisfacción por tan espiritual trabajo.

Entre este tan realista terrestre panorama, sin embargo, hay algunas excepciones como cuando encontramos quien ?como un favor? edite nuestros libros. En el caso de la poesí­a la desbandada de hombres y mujeres hacia la prosa en las de moda memorias, crónicas, cuentos y novelas ha hecho desaparecer especialmente a los poetas hombres. De modo que, cuando nos encontramos con alguno, es con la sorpresa de descubrir un antiguo objeto que creí­amos haber perdido. Esa sensación la recibí­ en estos últimos meses del 2006, con los poemarios de dos conocidos escritores: Armando Rivera, y Gerardo Guinea Diez. Hecho, por lo tanto, que no quiero dejar pasar por alto, en estos últimos dí­as del año, sin unas lí­neas de comentario y unas muestras de sus poemas.

MI íNGEL PRí“FUGO

Con una portada audazmente erótica, sobre todo por el inusual primer plano de un desnudo masculino enlazado al cuerpo de un ángel mujer, este libro de poemas de Armando Rivera, desde su tí­tulo ya anuncia su entrega culposa a la pasión erótica. Reconocido ensayista y narrador que ha desarrollado una meritoria labor cultural en el paí­s, Armando publicó hace unos meses en la editorial Letra Negra- su breve y singular libro de poemas Mi ángel prófugo, con versos apasionados bajo las alas de una mujer y las de Eros.

Mi ángel prófugo combina la prosa poética con el corto verso libre, exhibe una voluntad de estilo que juega entre la imagen surrealista y la lí­rica, con la desconcertante irrupción de lo real prosaico, entre éstas. A ello agrega rupturas sintácticas que hacen aún más oní­rico el poema, como el inicial del libro, que se desvanece más al prescindir del tí­tulo o de numeración y de signos ortográficos.

«por el desfiladero / de tu espalda/ encuentro un baldí­o/ escapa el

ángel,//// descubro el amanecer/ conjuro un deseo //// una vieja máquina / escupe un poema / dedo tras dedo / dibujo tus alas////

mi lengua ensaya/ sobre tu piel otra esperanza //// pobre humano / probo y austero / no sabe/ que Dios / no comparte sus ángeles.»

Basta detenerse un poco en estos versos, para encontrar, en ellos, ya condensado el tema recurrente del resto de poemas: el deseo sexual realizándose y frustrándose. Tema que dentro de la unidad de estilo armoniza el conjunto sin hacer mayores diferencias entre la expresión en versos cortos y los que desenvuelve en una amplia lí­nea, como la de este otro:

«dos mares profundos convocan tu mirada / oscuro el deseo de saberte trotando desnuda/ en la orilla de aquella pení­nsula / sobre las alas del ángel brotan los muertos / una piedra colonial detona sobre la ciudad cosmopolita/ los vagabundos te arrebatan el sueño / una mariposa levanta el huracán / sobre una de tus costas / al mar opuesto lo devora la angustia / déjame encontrar el lugar donde lamer la orilla / tu cintura breve / cruje sobre la estación oculta / el delirio / nadie engaña a los muertos.»

El tema de lo angelical mezclado a lo diabólico en estos versos es el ya señalado matiz de la culpa, que se cuela invisible dentro de ese estilo neobarroco moderno en el cual la lógica tiene también alas, para dejar, al poeta, el placer de hilvanar palabras.

POEMAS PARA EL MARTES

El poeta y novelista Gerardo Guinea Diez, recibió, en estos dí­as, uno de nuestros grandes premios literarios, como es el Mesoamericano de Poesí­a Luis Cardoza y Aragón, por su libro de versos Poemas para el martes, publicado por la Editorial Cultura del Ministerio de Cultura y Deportes. Premio que vino a sumarse al Premio Nacional de Poesí­a César Brañas que recibiera el año 2000. Además, de contar, Guinea Diez, con una ya larga trayectoria de escritor, en la que figuran publicados, además de sus novelas Exul umbra, Por qué maté a Bob Hope y Calamandres, varios poemarios, como los titulados Ser ante los ojos, editado en Parí­s, Horario de lo efí­mero y lo perdurable y Raí­z del cielo .

Con el curioso tí­tulo que pudiera hacer pensar en un listado de otros poemarios ?destinado cada uno a los diferentes dí­as de la semana?, este libro de versos, Poemas para el martes, evidencia en los textos de los cuarenta y siete poemas que lo integran, la intención de que, en algunos la inserción de la idea del dí­a martes sea, entre los distintos poemas cuando en cuando, el hilván que los une dentro del libro asociado al propósito de enfatizar la temática amoroso-erótica. Temática que ?según alguna declaración dada por el autor, y leí­da en alguna parte? es una primicia fuera de la acostumbrada temática de su poesí­a. En la contraportada del libro, el autor o el editor explica:

«El martes es, en este caso, una metáfora del tiempo. Por lo que, Poemas para el martes son, en esencia, poemas amorosos a partir de ese dí­a, porque éstos son historias de amor, en particular de las mujeres, de esas que se quedaron en la orilla de los dí­as, con su derrota a cuestas, viendo cómo sus hijos, sus maridos, sus parientes, sus amantes, se fueron diluyendo en el olvido.»

Dentro de estos lineamientos y entre las historias de amor y desencanto así­ señaladas una buena muestra es el siguiente poema, en el cual podemos ver evidencias de ese mismo estilo al que tiende, entre nosotros, la poesí­a actual, sólo que en Guinea Diez sin despojarse del todo de la coherencia expresiva, al exponer una de esas historias:

Tu Rostro

Propicio es el martes para festejar / y decir lo que la sangre no puede,/ pero en tu casa desierta mora un deseo/ que naufraga en un mar de ruinas/ petrificadas en su cólera,/ más allá del sueño de la estirpe, / en la orilla del naranjo de tu patio,/ con un silencio hundido en sus raí­ces,/ obediente a un dios caí­do.//// Propicia es la gloria equivocada,/ pero tu casa desierta con la cama tendida,/entre desmayos y flores degolladas,/ ordena el Paraí­so que tu escrupulosa voz modela.//// Propicio resulta el dí­a para erigir la noche/ y soñarte con un niño entre los brazos/ y una jarra de agua en la azotea del cielo;/ lo es cuando el gallo anuncia la madrugada,/ indigesta de dolor y malos augurios; / propicia es pues, cuando pactas tranquila / la tragedia de mundos infinitos,/ mientras un cometa se enrosca en tu

cuerpo/ y mi avidez desanda el camino de tu patio.