Para quienes no hayan leído los artículos anteriores, les digo que en el primero escribí sobre la extraordinaria personalidad de Ernesto Capuano del Vecchio, ambos hermanados en luchas cívicas y político sociales y los demás, sobre las demostraciones de solidaridad y cariño hacia mi persona, con motivo de haber cumplido 90 años de edad. Y la ya extensa serie de artículos termina con el presente, de la siguiente manera:
El 9/5/08.- Recibí dos invitaciones, la primera, de la Fundación para la Juventud Sodeju-Fundaju Academia Juvenil de Formación y Capacitación para un Nuevo Liderazgo, me invitó al acto conmemorativo de sus trece años de lucha en la Construcción de una Sociedad Justa y Equitativa, ocasión en la que se me entregó un diploma «de reconocimiento a personalidades comprometidas con la juventud y sectores populares de la sociedad guatemalteca.»
Y la segunda invitación para asistir en la Casa Cervantes a la proyección del film relacionado con la desaparición forzada del administrador de la finca Villa Linda hace algunos años. En dicha oportunidad, me solidaricé con su familia y enterado de que dos hijos de él viajarían al día siguiente a España, a presentar el caso ante un Tribunal Internacional en busca de justicia, la que se les ha negado en su patria, les recomendé que siendo español el Jefe de la CICIG en Guatemala, gestionen en España que se le pida conozca del caso y se deduzcan responsabilidades al también ciudadano español propietario de la finca Linda Vista, a quien se le imputa ser el autor intelectual de ese grave delito. No obstante la pesadumbre y pena reinante entre los presentes, se me prodigaron cordiales palabras por haber cumplido 90 años.
El 10/ 5/ 08, a petición de la Asociación Uk Ux B E (Corazón del Camino), en Chimaltenango, dicté una conferencia sobre el tema Instrumentos Internacionales y Legislación Nacional sobre Pueblos Indígenas, y las y los asociados me rindieron un homenaje por mi conducta cívica y por haber llegado a mis noventa años de vida.
Varios escritores y medios de comunicación se pronunciaron respecto a mi nonagésimo aniversario y mucho se los agradezco, a saber: Juan Antonio Canel, en Nuestro Diario; Edwin Castro, en Prensa Libre; Albedrío Ong, Revista Electrónica; Eduardo Antonio Velásquez en La Hora, Mario Cordero, en la Sección Cultura, de La Hora; Fernando Mollinedo, también en La Hora, Carolina Escobar, en Prensa Libre.
De mis compañeros de trabajo del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, de la Facultad de Economía, de la Usac: Alberto Herrera, Carlos Solís, Mara Polanco, Leonel Hernández, Herlem Reyes, Miguel A. Castro, Guillermo Borrayo, Evelia ívila, Marco Aurelio Maldonado, Jorge Murga, César Matzul, Eugenia Quiñónez, Iris Herrera, Mario Rosales, Carlos Morales, José Luis Alvarado, Thelma de Ramírez y del Director del I.I.E.S, Franklin Valdés.
Por último, fui colmado de preciosas y útiles cuelgas, de tantas que podría montar un lujoso bazar, lo cual agradezco muchísimo, así como las felicitaciones de las personas e instituciones ya mencionadas y de muchas queridas personas, tales como: Arnoldo Aval Zamora, Roberto Guirola Chua, Alex Guirola, Jorge Fuentes Aqueche, Edgar Amado Sáenz, Rodrigo Salvado, Ronaldo Acevedo, Juan Pablo Ozaeta, José Díaz, Mynor Silvestre, Elisa Miriam Solís, Hugo Alejandro Alfaro, Ariel Godínez, Claudio González y su esposa Mirna Lorenzana, Roberto Lorenzana y Sra. Magda Barillas de Lorenzana.
De mi bisnieto Alejandro Vásquez y su madre Carolina Contreras y su esposo Marco Tulio ílvarez, mis sobrinos Carlos René y Arturo Bauer Robles y sobrino nieto Carlos René Bauer Weissenberg, esposas y familia, amigos y amigas. Mi nieta política, residente en México, Ana Esther Diez de Vásquez, í“scar Barrios Castillo, René Rodas, su esposa Miriam e hijos (as) desde Cacahoatán, Chiapas, México; Arnulfo Tonche Pacheco, Cecilia Jaramillo, desde Chile; Myriam Dibarboure, Rolando Moya Tasquer, íngel Jacome, Mariana Moya P., de Quito, Ecuador; Gilberto Cortés, Bernardo Eychenne, Francisco Guajardo- Adam de París, Francia; Marcelo Bidón, de Buenos Aires, Argentina; Jesús García Ruiz, desde Medellín, Colombia; Ricardo Galleguillos, desde Chile.
En fin, no hallo en mi léxico vocablo suficiente para expresar mi agradecimiento por la inmensidad de la conmoción emocional que me han causado tantas demostraciones de muy sincero afecto, de parte de familiares, amistades y compatriotas, así como personas e instituciones internacionales, por haber asumido noventa años de existencia, que en vez de hacerme sentir vetusto y decrépito me han inyectado remozada energía para seguir laborando con entusiasmo, comprometido en la imprescindible faena de cambiar el estado de crisis moral, de dignidad nacional e injusticia social que padece nuestro sufrido pueblo, sobre todo el natural, hasta que llegue el día de la inexorable partida de este mundo.