«Dos Guatemalas»


Hay dos «Guatemalas». Con una voy de fiesta… y con la otra estoy de luto permanente. De ésta me enorgullezco por sus triunfos, de la otra me avergí¼enzo a cada rato. Por Guatemala -la buena- siento que el corazón alegremente se sale de mi cuerpo; por la otra -la mala-, con solo rumiarla, me lastima el alma… y quisiera borrarla.

Ramiro Mac Donald
http://ramiromacdonald.blogspot.es/

Hay una Guatemala que se esconde siempre en las tinieblas, vive en las sombras, siempre huidiza. Tétrica, macabra. Esa… esa deja cabezas humanas en las calles, como muestra patética de su podredumbre. Incivilidad. Barbarie. Salvajismo. A esa Guatemala la repudio con todas las fuerzas que me insufla el amor a la patria.

Pero, afortunadamente, hay otra Guatemala, la valerosa, la que sale a manifestar a la luz del dí­a, públicamente, que toma las calles y parques, espacios abiertos y lugares simbólicos; que trabaja siempre dando la cara con la frente erguida; que demuestra su repudio por lo que ha estado pasando en las últimas semanas.

A esa Guatemala, de animosos hombres y mujeres, con nombres y apellidos, que lograron revertir el nombramiento del Fiscal General, yo me les adhiero, me les uno, me hago bloque graní­tico en esa diversidad de intereses que lo conforman, pero que buscan el bien común, que vienen trabajando por el bien de este paí­s.

En tanto, a la otra Guatemala, la de los polí­ticos impúdicos, aquellos que han vivido chupándole la sangre al Estado, gozando de los privilegios que dan los puestos de gobierno, ganando siempre en forma amañada las cotizaciones y los grandes negocios en todas las esferas posibles en la administración pública… a esa Guatemala de polí­ticos asquerosos, mi total desaire y menosprecio. Porque por esa Guatemala estamos tan jodidos y atrasados. Porque esa Guatemala huele y sabe a corrupción. ¡Y es una mierda! literal y simbólicamente hablando.

A esa otra Guatemala noble, la que se levanta todos los dí­as, rogándole a Dios su bendición regresar a casa después del trabajo, pues cada noche es una angustia nueva. Esa Guatemala que vive temerosa que le roben el celular y le vayan a meter un tiro en la cabeza, cometido por un nervioso ladronzuelo de 13 años; a esa otra Guatemala indefensa, insegura, que viaja en bus y vive del trabajo de diario… me uno a su pena de sobrevivir cotidianamente.

A esa otra, la otra Guatemala… que anda con pistola en cinto, amedrentando a todo mundo con su falta de valor, y en medio de una turbación existencial, se orina en los pantalones a cada momento… la repudio con todas las fuerzas de mi humanidad. Rechazo a esa Guatemala de muerte, pese a aceptarla como ví­ctima de las consecuencias de una sociedad sin rumbo y sin oportunidades, pero la repudio porque no comparto su actuar.

También repudio a la Guatemala de los estafadores, de algunos profesionales que cobran «de más» a sabiendas que no es lo correcto y no dan un buen servicio. Desprecio profundamente a esa Guatemala que se aprovecha de la ignorancia y despoja tierras. Lamento que exista una Guatemala mediocre, la de aquellos que ganan los estudios con trampa o sin esfuerzo alguno.

Pero amo a esa Guatemala hermosa, llena de vida e ilusiones futuras que siente necesidad de cambiar su historia. Esa Guatemala que aún protesta por tanta podredumbre y sinvergí¼enzada que todos los dí­as conocemos. Me alegra que haya una Guatemala que no se deja amilanar y sigue luchando por un futuro mejor. Y a la otra, a esa Guatemala que lamentablemente existe y no podemos negarla, sólo me resta despreciarla rotundamente.

Afortunadamente, la verdadera, la auténtica, la buena Guatemala triunfará.