Dos días recién pasados fueron de gala, pues se realizó la entrega de trabajos literarios de dos cultas escritoras guatemaltecas, uno en memoria de doña Vicenta Laparra de la Cerda, gran mujer que nos legó un caudal de su fructífera producción literaria y que llenó todo un orbe en su época.
Doña Vicenta constituyó todo un acontecimiento en los medios escritos allá por los años 1,800 al contar en su producción literaria con poesía, dramaturgia y periodismo. Alrededor de su personalidad destacadas plumas nuestras han perfilado su quehacer exaltándola como mujer única dentro de estos géneros.
Con justicia se le llamó la «Poetisa Cautiva», porque como consecuencia del nacimiento de su octavo hijo sufrió una parálisis que la mantuvo casi por el resto de su vida confinada a una silla de ruedas, pero desde esa posición continuó su quehacer de escritora. También fue llamada la precursora del teatro guatemalteco por sus muchas piezas teatrales que escribió, siendo además la primera mujer periodista que por señalar errores cometidos por autoridades gubernamentales fue encarcelada, aunque por poco tiempo, pero ello no la amilanó en esa su lucha.
Con el apoyo de otras aguerridas mujeres fundó varios periódicos redactados por plumas femeninas.
El 25 de noviembre, de este año, en un acto singular se hizo entrega del libro, en su memoria titulado: «Tempestades del alma», acto que se efectuó a partir de las 18:00 horas en la Galería Guatemala de la 6a. Avenida y 10a. Calle de la zona 9, acto para el cual giraron invitaciones la Asociación Cultural «Vicente Laparra de la Cerda», Fundación G&T Continental y la Hemeroteca Nacional «Licenciado Clemente Marroquín Rojas.
El otro acontecimiento cultural femenino correspondió a la entrega del libro: «Un ángel en el camino», de la también escritora y poetisa Lucy Aldaz, acto que se realizó el mismo día 25 y a la misma hora en el salón principal del INGUAT.
Al respecto de este trabajo el licenciado Max Araujo en sus palabras liminares dice: … «mi pensamiento se perdía en el cielo gris y en las cascadas de agua que caían en el hermoso jardín-alameda que tengo frente a mis ojos en ese retazo de paisaje de Santa Catarina Pinula.» Y continúa: «con desgano busqué la novela que me envió Lucy y me dispuse a leerla. Hacía unos días que con compañeros del Movimiento Cuarto Mundo nos habíamos comprometido a hablar sobre el problema del alcoholismo, porque algunas familias con las que se trabaja lo habían solicitado. Casualidad, premonición, no lo sé, el caso es que comencé a leer la novela de Lucy y me atrapó desde sus primeras líneas y no terminé de leerla hasta su final:»
Y continúa Araujo: «Ya tenía de primera mano un material que compartir para la reunión con las familias, con los trabajadores en nuestro proyecto y así lo hice, porque el trabajo de Lucy, independientemente de sus calidades literarias y cuya crítica la harán los especialistas, yo preferí hacer esta confesión en la forma de palabras preliminares».
En realidad Un íngel en el camino debiera tener una difusión masiva y debiera figurar en las bibliotecas de todos los Grupos de Alcohólicos Anónimos.
íTEM MíS: Mis sentidas condolencias a la familia Marroquín, por el sensible deceso de Marinita.