Si en diez años después de la implementación de mejores sistemas de evaluación del rendimiento escolar no hay resultados alentadores, es tiempo de repensar ese sistema, ¿verdad?
La semana pasada hice una introducción acerca del significado de dos conceptos y sobre cómo se puede reportar el rendimiento escolar. Esta semana quiero presentar otras consideraciones, no sólo el porqué y el qué, sino poner más énfasis en el cómo se puede usar diferentes estrategias para explicar el rendimiento de los alumnos, a ellos mismos y a sus papás.
La primera consideración, de suma importancia, es reconocer que una evaluación es sólo un elemento de una serie que son interdependientes uno del otro. 1. El maestro presenta contenido por medio de diferentes estrategias que cubren las múltiples formas de percepción de los alumnos, que son diferentes a cada uno. 2. Dichas estrategias tienen como fin permitir a los alumnos pensar crítica y creativamente, sobre los conceptos básicos del tema presentado por el maestro. 3. El resultado de los primeros dos, es poder resolver problemas en situaciones nuevas y diferentes. Si los elementos no tienen una integración, no hay aprendizaje efectivo y así se siguen usando evaluaciones tradicionales, con preguntas aisladas.
La segunda consideración contiene cuatro grupos, con sus elementos cada uno que deberían formar parte del pensamiento del maestro cuando está planificando su trabajo. 1. Hay que preguntarse si la presentación en el aula es interesante, relevante, pertinente, significativa y algo que tiene ese hilo constante. Si la realización de la clase incluye esos elementos, entonces así, deben ser incluidos en la formulación de las evaluaciones para obtener la retroalimentación del rendimiento de los alumnos. 2. Cómo es el liderazgo del maestro y el manejo de su aula. ¿Es la enseñanza inclusiva, activa (con propósito, no juego), interactiva, participativa, formativa, multisensorial e integradora? 3. ¿Es el CNB extensivo o intensivo, mucho contenido que cubrir que resulta en más superficialidad o menos que cubrir pero con más profundidad? ¿Tiene el maestro la libertad de escoger lo más importante del contenido? 4. ¿Cómo es el ambiente escolar? ¿Es adecuado para ayudar a los alumnos a aprender sin dificultad en un ambiente físico propicio también? ¿Tiene el maestro la iniciativa, liderazgo, para asegurar que los niños coman un desayuno saludable antes de iniciar las actividades escolares diarias?
Todo lo anterior tiene que ser tomado en cuenta para cuando se planifique y diseñe una evaluación.
La tercera consideración, es saber si han tomado en cuenta las diferentes dimensiones del ser: 1. Lo físico-“hands-on-learning”. 2. Lo emocional. 3. Lo social, los alumnos tienen la necesidad de relacionarse unos con otros y no solamente llenar la parte intelectual; 4. La persona es espiritual también.
La cuarta consideración contiene más estrategias, por ejemplo, 1. Formular buenas preguntas por parte del maestro y de los alumnos. Es así como, 2. Se profundiza en la adquisición de conocimientos. Esas mismas preguntas permiten, 3. Una visualización e imaginación de cómo conseguir y cómo usar información haciendo, 4. Una nueva creación de la misma. Lo anterior significa que hay una buena planificación tanto en la preparación como en la presentación del contenido pero también en la preparación de evaluaciones y retroalimentación.
El propósito de ese proceso es demostrar la puesta en práctica del contenido y por consiguiente ver cuál es la mejoría en el rendimiento de los alumnos.
La evaluación formativa tiene a los alumnos como el centro del proceso enseñanza/aprendizaje en todos sus aspectos.