El tema de la honorabilidad, tan descuidado por haber caído en abierto y franco desuso, ha cobrado importancia porque resulta que la ley sí exige esa calidad para el desempeño de ciertos cargos y por lo tanto deja de ser superfluo para convertirse en crucial en este momento para el país. Hoy me llamó la atención un comentario muy puntual del licenciado ílvaro Castellanos Howell en su columna del diario El Periódico, en el que hace referencia a normas éticas que rigen el ejercicio de la profesión de abogado y que condenan la utilización de recursos que tienen el fin de retrasar los procesos en forma maliciosa, práctica extremadamente común y que, por sí misma, descalifica a quienes recurren a ella y les quita la calidad de honorables. Coincide ílvaro con Mario Cordero en el sentido que es papel del Tribunal de Honor del Colegio de Abogados certificar si sus miembros han actuado apegados al Código de í‰tica Profesional.
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Por otro lado, del también abogado Alfonso Carrillo, quien ha estado muy activo desde el proceso de elección de magistrados exigiendo que se valore seriamente el tema de la honorabilidad, me envió un correo anoche comentando mi columna en los siguientes términos. Dice así: «Oscar Clemente, lo felicito por su columna y muchas más que ha escrito en los últimos meses.
A veces he pensado si vale la pena seguir peleando por que se cumpla la Constitución y las comisiones, congreso y ahora el presidente hagan su trabajo. Su editorial de hoy y otros de sus columnas pasadas me han dado la esperanza que está usted y probablemente otros y eso me ha dado la fuerza e inspiración para resistir e insistir.
Usted ha señalado el punto. La honorabilidad la tienen pocos y se adquiere con el actuar, el obrar.
Las comisiones tienen que examinar el actuar y comportamiento de cada candidato en su respectivo campo de acción. Solo examinando el obrar y su actuar en el tiempo, obteniendo evidencia de quienes han rodeado a cada candidato puede determinarse si esa persona merece el que se le llame honorable. Cuando se concluye que un candidato se merece que se le llame honorable entonces debe examinarse e investigar si esa honorabilidad es reconocida por quienes han rodeado a ese candidato durante su actuar. Por ejemplo si un candidato en su actuar ha sido condenado por violar la ley o normas u otros, ese candidato no ha adquirido la posibilidad de ser llamado honorable. Nuestras comisiones parten de que todos son honorables y seguramente no han estudiado la definición de la Real Academia. Miles de personas durante su obrar no llegan a merecer ser llamados honorables. Esa falta de entendimiento hace más difícil que las comisiones cumplan sin perjuicio de otras razones y motivos que existan.
Para cumplir las comisiones, congreso y presidente deberían actuar proactivamente y buscar a los honorables, es la única opción para tener un Estado, un futuro, de otra manera todo acabará muy mal.
Usted viene de una familia que se ha caracterizado por contar entre sus miembros a hombres distinguidos y de indiscutible reconocida honorabilidad. Hoy su editorial me hizo recuperar la esperanza de que gente influyente e importante comprenda y se involucre. A mí me hizo el gran favor de darme esperanza, muchas gracias por ese aire de esperanza, acepte por favor mi felicitación y agradecimiento, saludos, Alfonso.» Creo sinceramente que el debate sobre la honorabilidad tiene que retomarse públicamente en la sociedad guatemalteca y que los sectores nos sometamos a un escrutinio serio porque, la verdad, no podemos seguir en manos de la indecencia y el crimen organizado.