Recuerdo el tango melancólico que entonaba el genial Carlos Gardel en el que decía: «Que 20 años no es nada….» y fíjese usted, ayer se cumplieron dos años de que ílvaro Colom asumiera la Presidencia de la República y muchos deberán de tener la misma paciencia que él dice tuvo con el caso del licenciado Rodrigo Rosenberg para aguantar los otros dos años que le faltan para concluir su mandato, en tanto, otros, estarán esperanzados en tener otros cuatro más, con la figura de la señora Sandra Torres, la «Eva Perón» de los unionistas.
Hacer un análisis de la gestión de Colom en este lapso es tarea difícil, porque hay pocas luces y muchas sombras que tienen que escudriñarse con la mayor objetividad posible, la cual es difícil alcanzar para cualquiera sin incurrir en errores que sesguen una aproximación a la verdad.
Sin embargo, el presidente de una nación está expuesto más que nada, a la crítica, que al elogio, salvo la adulación lógica de sus funcionarios y achichincles, particularmente aquellos, que como los financistas están llenándose de plata y que el mismo mandatario los mencionó en una entrevista de Prensa Libre del domingo: Valdez (Gregorio); Alejos (familia) y Cohen (familia). Y si él lo dijo él sabe porqué.
Volviendo a los dos años que representan el 50% de su estadía en el poder, salvo que doña Sandra tenga legalmente la posibilidad de participar en las elecciones y luego, que las gane, lo que significaría otros 4 años de puro… «sacrificio familiar». Y el ciclo sería de 8 añotes.
Creo que, independientemente de encuestas, la inseguridad es el tema que marca lo más negativo de Colom, quien como candidato, para rebatir al candidato de la mano dura, afirmó tajantemente que esa inseguridad se combate con «inteligencia», atributo del cual parece adolecer el actual gobierno con excepción de un reducido grupo de funcionarios.
Colom ha reconocido que uno de sus principales retos durante el resto de su mandato es el combate a la delincuencia. Lo lamentable es que este reto sólo se quede como los propósitos de año nuevo, que por lo general no se cumplen.
Ya se han llenado cientos de páginas sobre la violencia que nos acompaña a diario y la impunidad con la que esos delincuentes actúan. Los hechos marcan la veracidad de esta situación que casi todos hemos vivido directa o indirectamente y lastimosamente, hemos comprobado que el Estado y la sociedad siguen de rodillas ante el crimen que se genera.
Es indudable que esta inseguridad atemorizante va acompañada de otras señales negativas para esta primera parte del proyecto Colom: una es la corrupción que se manifiesta cotidianamente.
Según datos recabados por una Universidad basada solamente en las denuncias de corrupción planteadas ante los medios de comunicación, se establecieron el año pasado 1,324 de estos hechos de los llamados «gruesos» y de estos solamente 11 implicados están siendo juzgados, aunque libres bajo medidas sustitutivas.
Pero aparte de las estadísticas creo en lo personal que la falta de transparencia ha dañado, aún más, el sistema institucional, e incluso programas que pudieron posiblemente dar buenos resultados como algunos de Cohesión Social.
Otra situación que ha mermado la figura del mandatario es la excesiva influencia de su familia política que ha manchado con sus actos la buena fe que él pudiera tener. (Caso de la cuñada y las sobrinas políticas por ejemplo).
De todas formas, como dicen los chafas han pasado dos años y «parte sin novedad»… hasta ahora. El vaso está a la mitad y los optimistas lo verán medio lleno y los pesimistas medio vacío.
¿Usted que dice?…
Caso Rosenberg. Ya se ha escrito hasta la saciedad el extraordinario desenlace del asesinato del licenciado Rosenberg; sin embargo, falta aún lo más importante, esclarecer el asesinato de Khalil y Marjorie Musa. Es posible que atrás de éste aparezcan los «cabezones», siempre que la CICIG tome las riendas del asunto.