Dos años para el asalto


Salida. George W. Bush, presidente de Estados Unidos, a su salida de la Oficina Oval de la Casa Blanca, luego de una reunión con los lí­deres demócratas en el Senado.

Los demócratas, que tras prometer un cambio pusieron fin a doce años de calvario polí­tico, tienen ahora dos años por delante para demostrar su capacidad para gobernar antes de la carrera por la Casa Blanca.


«Las elecciones acabaron, es tiempo de cambiar las cosas», señaló el jueves el próximo lí­der de la mayorí­a demócrata en el Senado, Harry Reid, algunos minutos después de la confirmación de que la ola demócrata habí­a modificado la conformación de ambas cámaras del Congreso.

Pero salvo un puñado de propuestas de corto plazo que podrí­an ser aprobadas desde el momento de la entrada en funciones del nuevo Congreso en enero, como el aumento del salario mí­nimo, los contornos de ese cambio, que seguirá estando limitado por el derecho a veto del presidente, siguen sin estar del todo definidos.

Sobre todo teniendo en cuenta que el principal tema de preocupación de los electores, la guerra en Irak, no puede ser gestionado por los legisladores, sino únicamente por el Ejecutivo.

Al menos los primeros contactos entre el presidente George W. Bush y la oposición el jueves y el viernes no permitieron hacerse una idea acerca de ese programa de acción.

«No hablamos de detalles acerca de lo que apoyarí­an o no», señaló el viernes el próximo número dos de la Cámara de Representantes, Steny Hoyer. «Pero (hablamos) de su disposición a trabajar con nosotros para aprobar leyes en las que podrí­amos estar de acuerdo, y se reconoció que seguramente habrá diferencias sobre la investigación con células madre embrionarias, por ejemplo», precisó Hoyer a la cadena de televisión Fox.

El propio presidente Bush anunció el miércoles que esperaba poder llegar a acuerdos con el próximo Congreso para aumentar el salario mí­nimo sin enfrentarse a las pequeñas empresas.

El nuevo contexto polí­tico podrí­a ayudar a que se produzcan progresos en la reforma migratoria deseada por Bush -y bloqueada por el ala más conservadora de su partido- y que permitirí­a regularizar la situación de millones de clandestinos.

Los expertos polí­ticos -y sin ninguna duda los propios dirigentes- saben que la elaboración de un programa de campaña que permita conquistar la Casa Blanca en 2008 tiene todas las posibilidades de dominar la dinámica del Congreso.

Resultado: Bush y los demócratas «no tendrán ningún interés en cooperar en relación con los temas que pueden influir» en la elección presidencial, indicó Paul Light, profesor de la Universidad de Nueva York.

Todo consistirá entonces en quién convencerá a la opinión pública de que sus propuestas son las mejores y que los adversarios son los responsables de la esperada parálisis de la acción legislativa.

Para Robert Borosage, un especialista polí­tico inclinado a la izquierda, que publicó un sondeo realizado tras las comicios, los demócratas estarán muy interesados en oí­r el mensaje «populista» enviado por los electores.

«Los electores no tienen una idea clara de lo que defienden los demócratas», según Borosage, quien el jueves presentó los resultados de su sondeo, pero «una amplia mayorí­a rechazó los argumentos del presidente, que afirma que su polí­tica económica funciona: los asalariados, cada vez más presionados por el aumento del precio de la gasolina y el congelamiento de los salarios, votaron por el cambio».

Por lo demás, el deseo de los votantes de castigar la «corrupción» que pudiera estar reinando en Washington deja a los demócratas con el deber de emanciparse de los lobbies económicos, opinó Borosage.

Durante la campaña «los demócratas establecieron un ví­nculo entre la corrupción y las dificultades económicas, acusando a los salientes de estar a sueldo de los grandes del petróleo y de no hacer nada con los precios de la gasolina o de estar a sueldo de los laboratorios farmacéuticos y no hacer nada contra el alza de los precios de los medicamentos», afirmó.

Demandarán a Rumsfeld

Una asociación de abogados, que defiende a detenidos de la base naval estadounidense en Guantánamo, Cuba, anunció el viernes que presentará una demanda contra el secretario estadounidense de Defensa saliente, Donald Rumsfeld, por su presunto responsabilidad en la tortura de prisioneros.

El 14 de noviembre el Centro por los Derechos Constitucionales «presentará una demanda criminal contra el ex secretario de defensa Donald Rumsfeld en una corte alemana», informó el grupo.

La demanda pedirá que el fiscal federal de Alemania abra una investigación para determinar la responsabilidad de altos mandos militares estadounidenses en los crí­menes de guerra cometidos en la «guerra contra el terrorismo».

La medida se presentará en nombre de 12 ví­ctimas -11 ciudadanos iraquí­es que fueron detenidos en la prisión de Abu Ghraib y uno en Guantánamo- y la llevarán a los tribunales el Centro por los Derechos Constitucionales, la Federación Internacional de Derechos Humanos, la Asociación de Fiscales Republicanos, entre otras instituciones, representadas por el fiscal de Berlí­n Wolfgang Kaleck.

Rumsfeld abandonó la secretarí­a de Defensa el miércoles tras una abrumadora derrota republicana en las elecciones legislativas del pasado martes, en las que los demócratas conquistaron la mayorí­a en las dos cámaras del Congreso.

La demanda se presentará el martes y argumenta que los acusados «ordenaron» crí­menes de guerra, «ayudaron o indujeron» crí­menes de guerra, o «fallaron como autoridades civiles o comandantes militares en prevenir que sus subordinados los cometan, o en castigar a sus subordinados».