Doña Adela, hay cosas de los policí­as que nos tienen hasta el copete


Soy de la opinión que a todo nuevo ministro o servidor del Estado hay que concederle el beneficio de la duda a la hora de asumir el puesto, y a quien se haga cargo del Ministerio de Gobernación en las actuales circunstancias, le rindo el sombrero por el valor y arrojo que se anda cargando. Es que lidiar con nuestra gente no es cosa fácil. Bien decí­a mi señor padre: «El que no la hace en la entrada, la hace a la salida y, el que no la hace de frente la hace por detrás».

Francisco Cáceres Barrios

Los policí­as o agentes de la autoridad deberí­an darse a respetar con el cumplimiento estricto de sus deberes y obligaciones, su apego a la ley y su don de gentes, pero hay cada irresponsable en Guatemala que bien podrí­an escribirse muchas novelas de terror dignas de llevarse a las pantallas del cine y la televisión. Sin ir tan lejos, ¿qué decir de dos agentes de la PMT de Santa Catarina Pinula que mediante engaño violaron a una joven señorita quien por desgracia se quedó varada sin combustible en el kilómetro 11 de la carretera a El Salvador?

Cada vez que veo a un agente de la PNC chuleando con todo cinismo y descaro a una patoja por el solo hecho de ir en uno de esos nuevos picops doble cabina, se me retuerce el hí­gado y pregunto: ¿ese es el respeto que debiera merecer todo ciudadano?, ¿será que eso es lo que les enseñan en la mentada Academia de Policí­a, la misma que le ha costado a los contribuyentes un ojo de la cara? Esta misma semana leí­ en la sección de Opinión de un matutino la denuncia que formulara el ingeniero agrónomo Alfredo Gil Spillari, persona honorable y amigo de la infancia, en la que puntualiza que por un accidente su vehí­culo fue conducido al depósito de la PNC de Villa Hermosa, y que cuando llegó a retirarlo comprobó que las cinco ruedas y aros del vehí­culo habí­an sido robadas y cambiadas, sin baterí­a, carburador, distribuidor, compresor del aire acondicionado, radiador, tricket, llave de chuchos, inflador, hasta los triángulos de señales, llaves con todo y llavero de puertas e ignición y que, cuando se quejó con el «comandante» este le respondió «que no era su responsabilidad porque el accidente habí­a sido en una fecha y él habí­a llegado al puesto después.

Esas son las cosas que a los chapines nos tienen hasta el copete doña Adela de Torrebiarte, ahora ministra de Gobernación. Al menos usted nos deberí­a garantizar que pronto les va a poner coto. Esos descarados abusos de poder debieran haber erradicado sus antecesores o al menos intentando eliminar de la entidad que ahora tiene el prestigio y credibilidad por los suelos. Claro, entiendo que no le va a dar tiempo hacerlo todo pero, al menos, deberí­a empezar por el principio, despidiendo y poniendo en cintura a tanto delincuente uniformado.