Soy de la opinión que a todo nuevo ministro o servidor del Estado hay que concederle el beneficio de la duda a la hora de asumir el puesto, y a quien se haga cargo del Ministerio de Gobernación en las actuales circunstancias, le rindo el sombrero por el valor y arrojo que se anda cargando. Es que lidiar con nuestra gente no es cosa fácil. Bien decía mi señor padre: «El que no la hace en la entrada, la hace a la salida y, el que no la hace de frente la hace por detrás».
Los policías o agentes de la autoridad deberían darse a respetar con el cumplimiento estricto de sus deberes y obligaciones, su apego a la ley y su don de gentes, pero hay cada irresponsable en Guatemala que bien podrían escribirse muchas novelas de terror dignas de llevarse a las pantallas del cine y la televisión. Sin ir tan lejos, ¿qué decir de dos agentes de la PMT de Santa Catarina Pinula que mediante engaño violaron a una joven señorita quien por desgracia se quedó varada sin combustible en el kilómetro 11 de la carretera a El Salvador?
Cada vez que veo a un agente de la PNC chuleando con todo cinismo y descaro a una patoja por el solo hecho de ir en uno de esos nuevos picops doble cabina, se me retuerce el hígado y pregunto: ¿ese es el respeto que debiera merecer todo ciudadano?, ¿será que eso es lo que les enseñan en la mentada Academia de Policía, la misma que le ha costado a los contribuyentes un ojo de la cara? Esta misma semana leí en la sección de Opinión de un matutino la denuncia que formulara el ingeniero agrónomo Alfredo Gil Spillari, persona honorable y amigo de la infancia, en la que puntualiza que por un accidente su vehículo fue conducido al depósito de la PNC de Villa Hermosa, y que cuando llegó a retirarlo comprobó que las cinco ruedas y aros del vehículo habían sido robadas y cambiadas, sin batería, carburador, distribuidor, compresor del aire acondicionado, radiador, tricket, llave de chuchos, inflador, hasta los triángulos de señales, llaves con todo y llavero de puertas e ignición y que, cuando se quejó con el «comandante» este le respondió «que no era su responsabilidad porque el accidente había sido en una fecha y él había llegado al puesto después.
Esas son las cosas que a los chapines nos tienen hasta el copete doña Adela de Torrebiarte, ahora ministra de Gobernación. Al menos usted nos debería garantizar que pronto les va a poner coto. Esos descarados abusos de poder debieran haber erradicado sus antecesores o al menos intentando eliminar de la entidad que ahora tiene el prestigio y credibilidad por los suelos. Claro, entiendo que no le va a dar tiempo hacerlo todo pero, al menos, debería empezar por el principio, despidiendo y poniendo en cintura a tanto delincuente uniformado.