Oiga, don Pancho, usted que es ilustrado por qué no nos explica algo sobre esas comisiones, aquí en la provincia solo vemos titulares y escuchamos que van a elegir a varios funcionarios, pero la verdad que se nos hace un enredo. Con gusto, Matías, les explico pero si me ponen atención. Claro don Pancho, éntrele y muchá todos calladitos dejen un momento sus bebidas. Empiezo diciendo –expresó circunspecto don Pancho– que me agrada que pongan interés en estos asuntos porque nos afecta a todos los habitantes de este país, no es un tema exclusivo de los abogados o de los políticos.
Como bien dijo Matías, este año coincidieron varias elecciones, pero me voy a referir a las del Organismo Judicial. ¿Esas cuáles son esas? La de los jueces, Toribio. ¿O sea que van a quitar al licenciado Pontaza? tan buena onda que es. No Nacho, a esos jueces no, quiero aclarar que, en un sentido hay dos clases de jueces, los de carrera y los de elección. ¿Algo así como los militares? Sí, Macario, algo así, los jueces como Pontaza van ascendiendo internamente: comisarios, oficiales, secretarios, jueces de Paz, jueces de Instancia pero aquí se detiene esta cadena porque para ocupar Salas y Corte Suprema la elección es externa, es como si un raso por ascensos pasa a sargento a capitán a mayor a coronel pero ya el nombramiento de general se hiciera por medio de comisiones a las que más adelante me voy a referir.
En Guatemala hay cerca de 20 mil abogados registrados, algunos han muerto y otros no ejercen; por eso habrá unos 16 mil abogados que podrían presentar su papelería. Pero son pocos los que presentan sus expedientes; muchos creen que estas elecciones son tamales ya preparados y no quieren prestarse como actores involuntarios, otros prefieren permanecer como jueces, como Pontaza, o en su oficina privada.
¿Y cuántos son los comisionados? Veamos, Matías, si hay 11 facultades de Derecho hay que multiplicarlo por 3 y nos da 33 comisionados, 11 decanos, 11 magistrados y 11 representantes del Colegio de Abogados. Estos 33 reciben todos los expedientes, digamos unos 500 o 600 y los deben examinar a fondo para elegir a 26 finalistas para la Corte y 180 para las Salas. ¿Y cómo le hacen para saber quiénes son los buenos? Esa, Nacho, es la pregunta del millón que la contesto después, ahora quiero referirme al mecanismo de escogencia.
Para ser seleccionado deben contar con dos terceras partes de los votos de la Comisión, esto es 22 votos, por eso se van diciendo los nombres y cada vez que levanten 22 manos se anota uno más en la lista final hasta completar los 26 y allí concluye el proceso. Pero don Pancho ¿cómo empiezan los nombres en ese listado? Otra excelente pregunta, Nacho, viniste inspirado. Pues si empezamos con la letra A cuando lleguemos a la M o antes ya se habrá llenado el cupo y ¿qué pasaría con los abogados Pérez o Revolorio? Se quedarían fuera. Entonces que se empiece con la Z don Pancho. No ganamos nada, es lo mismo solo que al revés. ¿Por qué no empezar por los más viejos? No Tomás eso sería inconstitucional y afectaría a jóvenes con buenas credenciales. Entonces arranquemos con los jóvenes. Igualito Toribio y por muy caballerosos que seamos no podemos empezar por las mujeres ni aceptarían el sorteo. Ya nos enredó don Pancho ¿cómo se empieza entonces? Hasta hace poco había un sistema de puntuación previa y se iban sometiendo a votación conforme más puntos hayan sacado hasta colmar la lista.