Don Francisco Acevedo


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Ninguna cuestión queda nunca concluida hasta que se concluye bien. Ella W. Wilcox

Esta mañana fue cremado el cuerpo de don Francisco Acevedo. Pero, ¿quién fue él? Para muchos guatemaltecos, seguramente un desconocido, quizás la mayoría, no lo identifican. No tuvieron relación, aparentemente con él.

Edith González


Y sin embargo llegó desde su querido México en el principio de la segunda mitad del siglo pasado. Había trabajado en su país en el servicio funerario y llegó a Guatemala cuando se continuaba velando a los difuntos en las casas, en donde tamales, café, chistes y naipes eran el denominador común de la jornada. Su visión cambió esta cultura y nos llevó a lo que ahora conocemos como un procedimiento normal, pero que en aquellos años, debió de vencer la incertidumbre del guatemalteco de  llevar a  un lugar extraño a su familiar y/o amigo muerto.

Cuando don Paco llegó a Guatemala, lo más que existía eran ventas de ataúdes. Él cambió ese proceso y creo lo que ahora conocemos como Funerales Reforma. Desarrolló las redes de información sobre el fallecimiento en la vía pública y junto con policías, empleados de hospitales y trabajadores sociales, estaba presente el equipo de Funerales Reforma que vendían los servicios fúnebres.

Emprendedor, don Paco fue haciendo crecer su empresa y logró contratos con el Estado de Guatemala para atender a militares muertos en combate, y a guatemaltecos que fallecen en el extranjero.

Como parte de las innovaciones en Funerales Reforma se creó el primer contrato para pagar por abonos mensuales los servicios funerarios en el futuro. Lo que dio al guatemalteco la oportunidad y el acceso. Logró la expansión de Funerales Reforma por el país construyendo cementerios privados y sucursales que permiten a los guatemaltecos de la provincia, tener un velatorio y un enterramiento digno. Su último gran paso, fue construir un centro crematorio, el cual en los pasados diez años ha rebasado cualquier perspectiva. Fue el creador de una nueva cultura dedicada al cuidado paliativo del dolor
que representa la pérdida de un ser querido.

De aquel lejano año sesenta cuando llegó a nuestro país, la vieja tradición del velatorio en la casa, ha pasado a una forma de esperar las últimas horas con el pariente muerto, de una manera menos dolorosa. A su esposa, compañera eterna, María del Alma Alcázar de Acevedo, a su hija, constante respaldo, María de Lourdes Acevedo Alcázar de Lacappe, a su hijo político, Mario Lacappe, siempre innovador, nuestro pesar, rogarles que no lo olviden su recuerdo lo tendrá vivo. DESCANCE EN PAZ, DON FRANCISCO.