Don Clemente Marroquín Rojas, director fundador del Diario La Hora, que trae a nuestra memoria tantos recuerdos; maestro de maestros del periodismo y un polémico de alto renombre, tenía también perfiles de un profeta, pues decía que el oro negro, el famoso petróleo que tiene al mundo en alerta roja, lo hizo Dios con algún propósito y no para convertirlo en un energético que terminara contaminando el mundo y colocándolo al borde del colapso.
Entrando al singular, con mirada y pensamiento de un octogenario, pienso en primer lugar si este precioso líquido lo hizo el Creador con el propósito de morigerar la temperatura del planeta a juzgar por el famoso calentamiento global que nos tiene a todos con las barbas metidas en remojo. Opino también que el petróleo tenía que irse agotando lentamente hasta disminuir la producción, secreto que nunca se menciona en labios de los famosos científicos del mundo que sí pudieron descubrir la estructura del átomo para después inventar la bomba atómica que terminará dañando severamente el planeta azul, durante la tercera guerra mundial que se avecina, pero no sospechan que algún día el petróleo terminará agotándose pues nada es eterno.
Considero es urgente que se realice una cumbre mundial para que se considere la posibilidad de sustituir el petróleo por otro tipo de energía que mueva los automóviles y las máquinas que están engendrando niños y niñas que osan en asecho para seguir enfriando o calentando las aguas de los mares.
No se puede ocultar tampoco que en la actual situación derivada del trastorno del clima está con caracteres apocalípticos advirtiéndonos que algo grave puede acontecer si no se buscan a nivel mundial soluciones que hagan posible un clamor mundial para buscar a fondo las causas del trastorno de los actuales inviernos.
Y ya es tiempo, que en el caso de Guatemala los poderes del Estado tomen en cuenta su altísima responsabilidad frente a la sociedad y el mundo que nos observa porque con avance inaudito de las comunicaciones sociales para nadie es un secreto las cosas que suceden en el Congreso de la República donde el mismo presidente y el flamante jefe de la bancada de la UNE no logran ponerse de acuerdo sin dejar de mencionar por supuesto, todo lo que se dice del manejo de las finazas que son del pueblo que tributa.
Y no olviden los gobernantes del mundo que siempre deben tener en su mesa los dos libros: la Santa Biblia, y El Príncipe, pues el que no agarra consejo no llega e viejo.